Hace diez días, a un mes de las primarias de la oposición, el Consejo Nacional Electoral decidió ofrecer asistencia técnica para efectuar estos comicios. Esta oferta implica el uso de la plataforma de votación automatizada del CNE y un aplazamiento de un mes con respecto a la fecha ya estipulada.
Es evidente que la movida fue otra maniobra sucia de la dictadura para tratar de sabotear las elecciones, fomentando divisiones entre sus adversarios.
Afortunadamente, la Comisión Nacional de Primarias decidió rechazar la oferta y mantener su cronograma. Y, como la oposición no cayó en su trampa, el CNE divulgó el lunes un comunicado alegando que tiene «competencia exclusiva» para realizar elecciones en Venezuela. En otras palabras, le dijo a sus adversarios «o hacen las primarias con nosotros o no se hacen».
Esto deja a la oposición en una encrucijada: aceptar esta grosera e ilegal intromisión del Gobierno, con todos los peligros que eso conlleva, o arriesgarse a hacer unas primarias que la dictadura considera ilícita y tiene el poder para impedir. ¿Qué camino debe elegir?
Antes de responder a esta pregunta, hagamos un breve repaso de lo que ha venido ocurriendo.
El pasado junio, la CNP envió una comunicación al CNE como antesala a una potencial solicitud de asistencia técnica. En la carta se pedía entre otras cosas autorización para un conteo paralelo adicional al de la plataforma automatizada; un operativo para actualizar el registro electoral; la garantía del secreto de la identidad; y la habilitación de cierto número de centros de votación. Nada que no fueran requisitos básicos.
EL CNE no respondió a la CNP. En lugar de una respuesta, la oposición recibió poco después la noticia de la renuncia intempestiva de todos los rectores del CNE, una bribonada de la dictadura para volver aún más chavista un órgano ya controlado por el chavismo. Al frente del nuevo CNE, el Gobierno colocó a Elvis Amoroso, quien ha impulsado las inhabilitaciones de candidatos opositores. El mensaje fue claro: a Nicolás Maduro no le interesa siquiera enviar «señales» de buena voluntad en las negociaciones con sus adversarios para permitir unas elecciones presidenciales libres y justas.
Ante este escenario, la oposición tomó unánimemente la decisión más razonable que podía tomar: realizar las primarias mediante un proceso manual y autogestionado. La renuncia repentina de los rectores provocó un raro consenso sobre la forma de elegir al candidato único.
El 22 de septiembre, el CNE decidió hacer la ya mencionada oferta de asistencia. Al mismo tiempo que la dictadura investiga el financiamiento de las primarias, lanzando ominosas amenazas y amedrentando a los miembros de las juntas regionales, su órgano electoral, casi cuatro meses después de la misiva de la CNP, expresó su deseo de «ayudar» a la oposición.
Por supuesto, la verdadera intención del Gobierno no es asistir, sino sabotear las primarias. Prueba de ello es que, después que la CNP rechazara la oferta de asistencia, los miembros del CNE declararon que solo ellos pueden organizar elecciones. El supuesto deseo de ayudar se transformó en un atropello y una imposición.
¿Qué pasaría si la oposición permite esta intromisión?
En primer lugar, el aplazamiento mismo de las primarias es una manera de sabotearlas. No hay que olvidar que ciertas voces de la oposición cuestionan la viabilidad logística de la elección y que a algunos candidatos conviene más dejar la fecha como está y a otros aplazarla. El Gobierno busca profundizar estas divisiones.
En segundo lugar, metiéndose en las primarias la dictadura podría perjudicar la elección a través de las inhabilitaciones y el voto en el exterior. La semana pasada, en una reunión entre el CNE y la CNP para discutir la oferta de asistencia, Elvis Amoroso se comprometió a respetar la inscripción de los 13 candidatos que están compitiendo en las primarias. Pero en la propuesta formal de asistencia del CNE, se establece un lapso de tres días para las postulaciones de candidatos. ¿Qué garantía existe de que se permitirá la participación de todos los candidatos si tienen que postularse ante el CNE? ¿O qué garantía hay de que el Tribunal Supremo no ordenará al órgano electoral que impida la inscripción de los inhabilitados? Lo mismo se aplica al voto en el exterior: ¿qué garantías hay de que el gobierno lo permitirá?
Finalmente, está el tema del sistema automatizado de votación. En su oferta, el CNE se comprometió a hacer seis auditorías, la mitad de lo que normalmente se requiere. Como ha dicho Eugenio Martínez, aceptar este número reducido podía establecer un precedente negativo para las elecciones presidenciales de 2024. Si la oposición aceptara solo seis auditorías en las primarias, ¿por qué se harían doce el próximo año?
Frente a este difícil escenario, la oposición tiene que pensar con creatividad y ser flexible en su estrategia. Para mí sería un error agachar la cabeza y aceptar esta imposición del CNE. Pero también es riesgoso ignorar esas maniobras sucias y exponerse a que la dictadura declare ilegal las primarias y las impida a la fuerza. Tiene que haber un plan de contingencia.
Por eso creo que, si el gobierno sigue empeñado en escamotear los comicios, debe considerarse la posibilidad de hacer una encuesta para elegir al candidato. A través de este mecanismo se le cerraría al chavismo la posibilidad de impedir la elección del abanderado opositor. Representantes técnicos de todos los contendientes podrían participar en el diseño, realización y verificación de la encuesta (o las encuestas). Los desafíos logísticos del sondeo serían mucho más fáciles de superar que los de organizar unas primarias que el gobierno está empeñado en sabotear y acaso impedir.
A nivel político, no es fácil dar un giro a estas alturas. Pero el gobierno podría privar a la oposición de cualquier otra alternativa.
Con Información de El Nacional