El régimen madurista ha tomado la lamentable decisión de suspender la 4º Reunión del Foro Social, que estaba programada para los días 5 y 6 de octubre en Valencia. Esta suspensión se produce en medio de la peor situación laboral que han enfrentado los trabajadores durante la gestión de Maduro, una década que ha dejado un impacto nocivo en la vida de la población venezolana.
A pesar de que este evento era casi clandestino, se habían generado muchas expectativas en torno a él, ya que se habían llevado a cabo previamente tres encuentros del Foro Social en 2022 y en enero de este año 2023. Sin embargo, estos encuentros no cumplieron con las expectativas, ya que el Poder Ejecutivo no cumplió con las reuniones de los comités tripartitos para revisar los convenios 26, 87 y 144 de la OIT. Esto llevó a la aprobación de una Comisión de Encuesta para garantizar la aplicación de estos convenios en el país.
Hay varios factores que podrían explicar por qué el gobierno decidió suspender esta reunión del Foro Social. En primer lugar, se cree que el nuevo director general de la OIT, Gilbert F. Houngbo, habría encomendado una línea dura de exigencia en la aplicación de los convenios violados. Esto habría planteado al gobierno de Maduro la necesidad de definir su postura sobre las recomendaciones de la Comisión de Encuesta. Además, las centrales sindicales habían solicitado previamente la apertura de una oficina permanente de la OIT en Caracas debido a las continuas violaciones de los derechos laborales en el país. Por último, la Central Socialista Bolivariana (CSBT) solicitó de forma unilateral la suspensión del Foro Social, argumentando que no se sentaría con Fedecámaras, a quienes consideran responsables de la guerra económica, la inflación y el acaparamiento.
Esta suspensión es irregular y muy grave, ya que para que una misión de la OIT pueda ingresar a un país se requiere el permiso del gobierno respectivo. Además, es muy inusual que una causa inventada sea la excusa para suspender una reunión programada por la OIT.
Existen varias reflexiones que surgen a raíz de este desaguisado. En primer lugar, resulta preocupante el secretismo y la clandestinidad en torno a este evento, lo que genera dudas sobre la autonomía de los actores involucrados en la reunión tripartita. Además, hasta hace poco, las relaciones entre Fedecámaras y el gobierno eran relativamente buenas, pero ahora han sido señalados como los «malos de la película». La CSBT, por su parte, sigue demostrando ser un mandadero del régimen. También es llamativo el silencio de los actores involucrados, tanto de los representantes de los trabajadores como de Fedecámaras. Sería oportuno que las centrales y corrientes sindicales se unieran en rechazo a esta maniobra del gobierno. Por último, resulta irónico e hipócrita que el gobierno esté dispuesto a negociar con Estados Unidos y la oposición venezolana, pero bloquee el Foro Social de los Trabajadores, que busca abordar los problemas laborales que afectan a la población.
Esperemos que en el próximo Consejo de Administración de la OIT, que se llevará a cabo en noviembre en Ginebra, se aborden los planteamientos recogidos por la delegación de la OIT y se incluyan en el informe que presentará el director general ante la comunidad tripartita mundial.
Mientras tanto, Maduro ha decretado adelantar la Navidad para el 1 de noviembre, a pesar de la grave situación económica y el éxodo masivo que enfrenta el país. Esta medida es irónica, considerando que Venezuela tiene el salario más bajo del planeta y el mayor éxodo del mundo.