En la noche del 21 de octubre, Leomarly Morón, una joven comunicadora social de 27 años, habló por teléfono con su madre, Libia Pieruzzini, antes de zarpar en una lancha desde San Andrés, Nicaragua, junto a su esposo e hija. Durante la llamada, Leomarly expresó su tristeza por no poder despedirse de su padre. Desde ese momento, nadie ha tenido noticias de ellos.
En los días previos al viaje, Leomarly mostró mucho miedo y angustia en sus llamadas, ya que temía por su seguridad durante el viaje. Su travesía comenzó el 16 de octubre desde Guanare, Venezuela, y pasó por Cúcuta y Bogotá antes de llegar a Nicaragua. Su objetivo final era llegar a Estados Unidos.
Aunque no se sabe si lograron llegar a su destino, la familia de Leomarly y otras 41 personas más llevan 50 días sin tener noticias de ellos. Las autoridades creen que podría tratarse de un naufragio, pero las familias creen que fue un secuestro o un caso de trata de personas. Una de las mujeres desaparecidas incluso estaría a punto de dar a luz.
La embarcación en la que viajaban había sido incautada por la Armada Nacional el 8 de agosto, pero fue entregada de nuevo a una red de tráfico ilegal de migrantes dos días después. Esto sugiere que el caso se enmarca en el modelo de migración irregular que ha surgido en San Andrés en los últimos meses, donde se venden «paquetes VIP» a personas que buscan llegar a Norteamérica de forma más segura que por la ruta del Tapón del Darién.
Las autoridades locales y nacionales han estado trabajando en la búsqueda de las 42 personas desaparecidas. Hasta ahora, se han rescatado a 428 migrantes en San Andrés este año, incluyendo a 96 menores de edad. Las familias de los desaparecidos han presentado pruebas y evidencias que sugieren que no se trata de un naufragio, y han solicitado la intervención del presidente Gustavo Petro para ayudar en la búsqueda.
Mientras tanto, las familias continúan movilizándose y exigiendo respuestas. Aunque las autoridades han desplegado sus capacidades para investigar lo sucedido, hasta el momento no se ha encontrado ningún cuerpo ni evidencia concreta sobre el paradero de los desaparecidos. La incertidumbre y el dolor persisten para estas familias, quienes esperan con desesperación encontrar a sus seres queridos.