Luego de las presiones del kirchnerismo duro, en la Cancillería comenzaron a trabajar para que los dos presidentes se comunicaran este mediodía. Pero en el Gobierno bajaron la llamada.
Tras la embestida de varios dirigentes del núcleo duro del kirchnerismo que criticaron la condena argentina en la ONU a las violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela, funcionarios de la Cancillería comenzaron a trabajar desde el martes por la noche para que el presidente Alberto Fernández mantenga una comunicación telefónica con Nicolás Maduro. El Presidente analizó esa posibilidad, pero esta mañana desistió de esa comunicación y decidió no hablar con Maduro para explicarle la posición argentina.
Argentina apoyó el miércoles una resolución que adoptó el duro informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, sobre las vejaciones del régimen chavista, y votó a favor de la prórroga del trabajo de la misión de expertos que investiga esas cuestiones en Caracas.
La llamada que se le preparaba a Fernández con Maduro generó versiones cruzadas dentro del propio Gobierno.
Uno de los voceros de Presidencia dijo en la mañana de este miércoles que no había nada previsto sobre esa comunicación, mientras que otra alta fuente gubernamental confió a este diario que sí se estaba trabajando para que ocurra «este mediodía». El llamado entre Maduro y Fernández lo estuvo organizando el equipo del canciller Felipe Solá, según supo Clarín de la misma fuente.
El primero que anticipó el llamado telefónico fue el ex piquetero Luis D’Elía. El martes por la noche dijo en un tuit: «Probablemente mañana tengamos comunicación telefónica» entre Maduro y Fernández. Este miércoles, en radio, D’Elía siguió con el tema: «Si hoy hay llamado telefónico de Maduro y Alberto, detrás van a estar la mano de CFK y de Cuba», dijo.
D’Elía se sumó a las voces de Alicia Castro -que optó por declinar la posibilidad de que se la designara como embajadora en Moscú-, del Partido Comunista y del Frente Grande, que criticaron al Gobierno por cambiar la política exterior y cuestionar a Venezuela por las violaciones a los derechos humanos en ese país. Son todos sectores que hoy no tienen representación política fuerte, pero que fueron protagonistas durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, cuando el país era aliado del chavismo.