Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, inauguró la 78ª Asamblea General de las Naciones Unidas con su discurso anual. En su intervención, resaltó la importancia de abordar las desigualdades como objetivo global para el año 2030 y la necesidad de promover el diálogo como vía para restaurar la paz en medio de la crisis desatada por la invasión rusa en Ucrania.
Conmemorando su vigésima aparición en la ONU, Lula comenzó hablando sobre el cambio climático y las desigualdades. Hizo hincapié en que el mundo se enfrenta a una creciente desigualdad que afecta a millones de personas y destacó la falta de voluntad política de los líderes mundiales para abordar esta injusticia. Sin embargo, mantuvo su confianza en la humanidad y enfatizó la importancia de superar la resignación y trabajar por un estado justo, soberano, libre y feliz en Brasil.
El presidente brasileño también hizo énfasis en el papel de su país en la comunidad internacional, afirmando que Brasil ha vuelto a comprometerse con los grandes desafíos globales y abogando por un diálogo respetuoso con todos. Señaló que la comunidad internacional se enfrenta a múltiples crisis, como la pandemia, el hambre, la intolerancia y el racismo, y destacó que todas estas problemáticas tienen como origen la desigualdad.
En este sentido, Lula subrayó la necesidad de erradicar la pobreza y propuso el objetivo central de resolver la desigualdad para el año 2030. Describió las medidas tomadas en su país, como el lanzamiento del «Plan hambre cero» para reducir la pobreza, centrándose en la vacunación y educación de los niños.
Además, el presidente brasileño mencionó su compromiso con la igualdad de género y la protección de los derechos de los grupos LGTBQ+ y las personas con discapacidad. También hizo hincapié en la urgencia de abordar el cambio climático y la necesidad de cambiar el rumbo para enfrentar las desigualdades históricas.
Lula también se refirió al grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), destacando que su ampliación fortalece la lucha por un orden mundial más justo y equitativo. Criticó el desempleo y la precarización del trabajo como factores que han generado desconfianza en las personas y agravado la desigualdad económica y política. Asimismo, rechazó el uso de los inmigrantes como chivos expiatorios.
En cuanto a la libertad de prensa, Lula enfatizó la importancia de protegerla y mencionó el caso de Julian Assange, destacando que no debería ser castigado por informar de manera transparente y legítima a la sociedad.
El mandatario brasileño también abordó los conflictos bélicos en el mundo, resaltando que no puede haber prosperidad sin paz y promoviendo una cultura de paz como una responsabilidad compartida.
En relación al conflicto en Ucrania, Lula afirmó que ninguna solución será duradera si no se basa en el diálogo. También mencionó la situación política en Guatemala, advirtiendo sobre el riesgo de un golpe de Estado que impida que el ganador de las elecciones asuma el poder. Por último, defendió a la dictadura cubana y denunció medidas como el embargo a Cuba y la calificación de este país como patrocinador del terrorismo.
En conclusión, el discurso de Lula en la Asamblea General de la ONU destacó la necesidad de abordar las desigualdades como objetivo global, promoviendo el diálogo como herramienta para resolver conflictos y restaurar la paz. También resaltó la importancia de proteger la libertad de prensa, promover la igualdad de género y abordar el cambio climático.