Así está hoy la megacárcel de Bukele en El Salvador

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«La megacárcel de El Salvador: una nueva forma de encarcelamiento para los presuntos pandilleros»

En El Salvador, más de 12.000 presuntos pandilleros conviven en la megacárcel inaugurada por el presidente Nayib Bukele como símbolo de su lucha contra las maras. Con una capacidad para 40.000 personas, esta prisión ubicada en Tecoluca, a 74 km al sureste de San Salvador, ha estado recibiendo internos desde hace seis meses. La agencia de noticias AFP tuvo la oportunidad de visitarla recientemente junto a funcionarios de derechos humanos del gobierno.

Entre los presos se encuentran miembros de las violentas pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18, originarias de las calles de Los Ángeles en la década de 1980. Muchos de ellos están tatuados e incluso rapados. José Hurquilla Bonilla, de la pandilla Barrio 18, expresó desde el interior de una celda: «Aquí estamos perseverando día a día, tratando de cambiar con la ayuda de nuestro Dios».

Sin embargo, organismos de derechos humanos han planteado preocupaciones sobre el trato que reciben estos presuntos pandilleros. La ONU ha denunciado la presencia de al menos 1.600 menores entre los miles de detenidos. Además, se han reportado casos de falta de comida y condiciones precarias en la prisión.

La megacárcel cuenta con celdas de aproximadamente 100 metros cuadrados en las que conviven entre 60 y 75 reclusos. Cada celda tiene dos inodoros y dos piletas con agua corriente para el aseo personal, así como dos recipientes con agua potable. Los pabellones tienen techos curvos que permiten la ventilación natural y tragaluces que filtran la luz solar hacia un patio entre las celdas.

La construcción de esta prisión fue una respuesta a la escalada de violencia que se cobró la vida de 87 personas en tan solo tres días. Bajo un régimen de excepción decretado en marzo de 2022, se detuvo a más de 72.000 pandilleros y se construyó la megacárcel para albergar a una parte de ellos.

Aunque el gobierno informó que más de 7.000 detenidos han sido liberados hasta la fecha, aún queda un número considerable de presos en la megacárcel. La prisión cuenta con comedores, salas de descanso, gimnasios y mesas de ping pong, pero solo están disponibles para los guardias. También hay «celdas de castigo» oscuras para sancionar a los reclusos con mala conducta.

Durante la visita de funcionarios de derechos humanos, algunos internos se quejaron de la falta de comida y de la falta de actividades dentro de la prisión. También se solicitó la provisión de escobas y detergente para el aseo. Sin embargo, se ha informado que se toman muestras de agua a diario para garantizar su calidad y se cuenta con un equipo médico de 50 personas.

Aunque hay mucho trabajo por hacer desde el punto de vista de los derechos humanos, el comisionado de Derechos Humanos de El Salvador afirmó que los presos están en condiciones dignas. Sin embargo, organizaciones como la ONG Cristosal han denunciado las muertes de detenidos bajo custodia del Estado y han calificado el régimen de excepción como una medida de represión y violación de los derechos humanos. La ONU ha pedido investigar estos casos.

La megacárcel de El Salvador representa un intento de abordar el problema de las pandillas en el país, pero también plantea interrogantes sobre el respeto a los derechos humanos y la efectividad de este enfoque. La situación de los presos y las condiciones en las que se encuentran siguen siendo temas de debate y preocupación para los organismos de derechos humanos.