En medio de la trágica situación de miles de personas que buscan desesperadamente una vida mejor en sus países de origen y se aventuran a través del peligroso Tapón del Darién para escapar del hambre y la inseguridad, una empresa turística alemana ha decidido ofrecer a sus clientes una nueva opción de senderismo de aventura: un recorrido guiado por una parte de esta inhóspita selva ubicada entre Colombia y Panamá. Su presentación reza: «No vamos a donde la gente sufre».
La Selva del Darién se ha convertido en una de las rutas migratorias más utilizadas por las masas desesperadas de América Latina que buscan acercarse a Estados Unidos y dejar atrás las condiciones inhumanas en las que viven en sus países. Aquellos que tienen como objetivo el paraíso estadounidense deben atravesar Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México después de superar el Tapón del Darién.
Esta región fronteriza colombiana cuenta con una densa y húmeda selva, llena de ríos caudalosos. En este territorio, los mayores peligros no solo son las dificultades del terreno, sino también los ataques de animales salvajes y de grupos criminales, como traficantes de personas y bandas dedicadas al narcotráfico, contrabando, guerrillas y paramilitares. Según la Cruz Roja de Panamá, entre el 10% y el 15% de los migrantes que cruzan el Tapón del Darién sufren violencia sexual durante el recorrido. En los últimos dos años, Médicos Sin Fronteras ha documentado más de 400 casos de abuso sexual. Según la Organización Internacional para las Migraciones, en los últimos cinco años han muerto 258 personas en este peligroso tránsito selvático, incluyendo a 41 niños.
A pesar de todos estos factores, la desesperación de los migrantes no disminuye y los esfuerzos de las autoridades locales no son suficientes para reducir el flujo migratorio ni para alertar a los viajeros sobre los peligros del viaje. Estados Unidos ha dejado este drama humano en manos de las autoridades de la zona: Colombia y Panamá. El número de migrantes se ha multiplicado por seis en lo que va de este año 2023. Hasta junio, se contabilizaban 260,000 ciudadanos, superando ampliamente la cifra de migrantes de todo el año 2022.
Los venezolanos son los que más utilizan esta ruta para escapar de las terribles condiciones de vida en su país, seguidos de ecuatorianos, cubanos y haitianos. En el año 2023, más de 100,000 compatriotas han arriesgado sus vidas de esta manera.
Este constante flujo migratorio debería ser abordado de manera contundente por las autoridades mundiales, pero hasta ahora han hecho poco más que advertir sobre los inconvenientes y peligros del viaje y enviar ayuda humanitaria a Panamá para enfrentar la crisis. Las autoridades panameñas, cuyo país es el más afectado por la ola constante de migrantes, acusan a Colombia de falta de colaboración en este tema y califican esto como una negligencia inaceptable.
El gobierno de Gustavo Petro se ha negado a cerrar la frontera, como han pedido Panamá y Estados Unidos, argumentando que el problema que enfrenta Colombia es de naturaleza humanitaria. Su objetivo, lejos de castigar el derecho a migrar, es combatir las redes de tráfico de migrantes. Es importante señalar que el Clan del Golfo es el principal actor en este terreno, por lo que es evidente que poner orden en este aspecto es extremadamente complicado.
En última instancia, los países involucrados en el tránsito, desde Venezuela y Ecuador hasta Estados Unidos, deben tomar medidas en relación con el inmenso drama humano que se desarrolla en la Selva del Darién en suelo colombiano. No es sorprendente que las empresas turísticas alemanas prefieran mirar hacia otro lado.