Barbados ¿negociación o rendición?

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Recientemente se han anunciado los resultados de las negociaciones llevadas a cabo en Barbados entre el gobierno y la Plataforma Democrática opositora. Como era de esperar, ambas partes han dado interpretaciones diferentes a lo acordado, especialmente en el ámbito democrático, donde la actuación del equipo negociador ha sido objeto de muchas críticas, lo cual está profundizando las divisiones justo antes de un evento clave: las elecciones primarias.

Por esta razón, es importante hacer algunas precisiones que, inevitablemente, contendrán opiniones personales. Mi única ambición es el retorno de la democracia en Venezuela, sin perjuicio de mi apoyo inequívoco a la candidatura de María Corina Machado.

En primer lugar, es necesario entender la diferencia entre una «negociación» y una «rendición». Una negociación implica un proceso en el que cada parte busca un resultado y debe hacer concesiones. Cada parte comienza con sus demandas máximas y llega a un resultado práctico que puede estar más cerca o más lejos de esas demandas, dependiendo de las condiciones de la negociación, las fortalezas y debilidades de cada parte, la representatividad y habilidad de los negociadores, entre otros factores.

Esto difiere significativamente de una rendición, que ocurre cuando una de las partes ha logrado una posición de dominio y dicta las condiciones que la otra parte debe aceptar. Lo que ocurrió en Barbados fue una negociación. No se puede comparar con lo sucedido en Reims en mayo de 1945 y en Tokio en septiembre del mismo año, que fueron capitulaciones impuestas por la victoria militar de los «Aliados» sobre Alemania y Japón. En Barbados, cada parte tuvo algo que ofrecer a cambio de algo que le interesaba.

A la luz de esta diferencia, considero que los resultados obtenidos no cumplen con las aspiraciones de la oposición, pero no se pueden calificar como una rendición o traición a los ideales democráticos frente a un régimen dictatorial, como algunos análisis fundamentalistas han afirmado. Ni siquiera la dictadura pudo evitar algunas de las demandas de la oposición, como la fecha de las elecciones y la presencia de observadores. Por otro lado, la delegación opositora no pudo obtener todo lo que hubiera sido deseable. Esto es precisamente lo que implica una negociación: un proceso de dar y recibir.

Para evaluar el éxito o fracaso de una negociación, es necesario tener en cuenta las fortalezas y debilidades de cada parte, no solo quién tiene la razón o está del lado «bueno». Por eso, las partes se caracterizaron como el «gobierno de la República Bolivariana de Venezuela» y la «Plataforma Unitaria de Venezuela», lo cual implica el reconocimiento mutuo. Sin este reconocimiento, no se podría haber tenido ninguna conversación ni alcanzado ningún acuerdo.

El gobierno tiene fortalezas que no se pueden ignorar, como el control de los poderes públicos, los recursos y la fuerza. La oposición cuenta con un importante apoyo popular y la posibilidad de obtener una flexibilización de las sanciones internacionales, especialmente las impuestas por Estados Unidos. Es importante destacar que esta última fortaleza depende no solo de los negociadores de la oposición, sino también de la aceptación del gobierno de Estados Unidos, a través de su Departamento del Tesoro, que es el encargado de mantener, flexibilizar o levantar las sanciones. En las primeras horas después del acuerdo, ya se ha podido ver cómo esta realidad ha influido en las concesiones obtenidas, como la emisión de nuevas licencias petroleras.

También es importante tener en cuenta el momento en que se anunciaron los resultados. Una negociación que ha estado en proceso durante mucho tiempo se anuncia días antes de las elecciones primarias, lo cual no puede interpretarse como una coincidencia, sino como una estrategia del gobierno para generar discrepancias dentro de la oposición sobre la bondad de los acuerdos. Sería interesante conocer la opinión de Roland Carreño, Requesens y otros presos que han sido liberados, frente a la rápida emisión de licencias de flexibilización por parte de la administración estadounidense.

Es cierto que la delegación de la Plataforma Unitaria dista mucho de representar a todo el bando democrático, ya que sus integrantes no acumulan ni el 10% del electorado, mientras que María Corina Machado cuenta con alrededor del 60% según las encuestas. Además, algunos miembros de la Plataforma Unitaria han saboteado abierta o encubiertamente el proceso de las primarias, sabiendo que los resultados no favorecerían a sus candidatos. Por eso, es comprensible que María Corina Machado haya presentado reclamos razonables.

También es cierto que las repetidas referencias a la «Constitución y la ley» que respaldan las promesas del gobierno parecen ser solo palabras vacías, ya que la interpretación de estas normas está en manos de poderes que no son el Ejecutivo, pero que obedecen ciegamente las órdenes de Miraflores. Esto revela sin rubor lo que serán estas interpretaciones. En un verdadero «Estado de Derecho», esta situación sería impensable, pero en la Venezuela actual no existe el Estado de Derecho, lo que pone en duda la voluntad del gobierno de cumplir con lo acordado. Las infames declaraciones de Jorge Rodríguez poco después de la firma del acuerdo así lo indican.

Para aquellos que consideran que la opción democrática no logró mucho, es importante tener en cuenta que el gobierno no controla las sanciones, sino que es el gobierno de Estados Unidos el que las administra. La flexibilización o reinstalación de las sanciones está sujeta a reevaluación cada seis meses, dependiendo del cumplimiento del calendario político y electoral acordado. Esta decisión dependerá del interés de Washington, no de Caracas. Además, con el reciente estallido de violencia en el Medio Oriente, Venezuela ha dejado de ser el centro de atención para Estados Unidos.

En cuanto a las inhabilitaciones, creo que el gobierno hará todo lo posible por mantenerlas, ya que levantarlas y enfrentar una elección libre significaría su salida de Miraflores. La solución a este problema dependerá de la evaluación de los diferentes actores, incluido el gobierno estadounidense, en cada etapa.

Por último, es lamentable pero en esta situación no basta con tener la razón, sino que es necesario combinarla con las circunstancias. El gobierno, obviamente, no quiere facilitar nada, ya que si lo hace, saldrá de Miraflores en una situación complicada. Es importante que la oposición se una en torno a los modestos logros obtenidos y no se divida por lo que podría haber sido.