Ani Aponte y su familia abandonaron Venezuela en busca de una vida mejor en Brasil. Sin embargo, cuatro años después, sus esperanzas de empleo y estabilidad se ven amenazadas después de que un ciclón devastara su lugar de trabajo.
Ani, de 34 años, trabajaba planchando pieles en una curtiembre donde también trabajaba su esposo, Yeiferson, en Muçum, la localidad más afectada por el ciclón que dejó casi medio centenar de muertos y desaparecidos la semana pasada en el estado de Rio Grande do Sul.
La planta donde trabajaban quedó parcialmente destruida, con maquinarias arrastradas por la corriente, dejando el futuro de sus casi 500 empleados en el aire.
«Perdimos nuestro trabajo debido al agua y no sabemos qué hacer. Estamos esperando», dice Ani a los medios.
Aunque la casa que alquilan no se vio afectada por las inundaciones, la tragedia dejó a la pareja sin ingresos. Viven con su hijo de tres años y también tienen a dos parientes a su cargo. Ani también es el sostén económico de su madre enferma y su padre que viven en Venezuela con su hijo mayor de 12 años.
La pareja llegó a Brasil hace cuatro años huyendo de la crisis económica en Venezuela. Encontraron trabajo en Rio Grande do Sul, el cuarto estado más rico del país, y hace dos años se mudaron a Muçum.
«Nos han acogido como si fuéramos de aquí», dice agradecida. Aunque el trabajo en la curtiembre era duro, disfrutaba de una vida tranquila en familia.
En estos días, Ani se ha ofrecido como voluntaria en una iglesia clasificando ropa para donar a los afectados, que suman más de 150,000 en todo el estado. «Primero vamos a ayudar a reconstruir un poco y luego veremos qué hacer», afirma.
Además, ha brindado alojamiento a otros dos venezolanos que también trabajaban en la planta de cueros y tuvieron que abandonar su vivienda con el agua hasta las rodillas.
Aura García, una ex peluquera de 57 años, también se sentía cómoda en Muçum a pesar del trabajo pesado. Destaca la baja criminalidad y la ausencia de personas viviendo en las calles. Salió de su país porque «no hay comida, medicinas, trabajo, no hay nada» y cruzó la frontera hacia Brasil hace cinco años.
Venezuela, con una población de aproximadamente 30 millones de habitantes, ha visto emigrar a más de siete millones de personas debido a su grave crisis, según las Naciones Unidas. Actualmente, hay alrededor de 425,000 venezolanos residiendo en Brasil, según la agencia de la ONU, Acnur.
Muçum ha recibido a los venezolanos de manera excepcional, afirma Luis Enrique Duarte, de 52 años, quien tiene tres hijas viviendo en Venezuela. Después de la devastadora tormenta, todos se preguntan si tendrán que buscar trabajo en otro lugar. Sin embargo, ninguno planea regresar a Venezuela.
«No volveré mientras ese presidente esté en el poder», dice Ani, refiriéndose al mandatario venezolano Nicolás Maduro. «Seré enterrada aquí, en Brasil», concluye Aura.
Por La Nación