Cientos de venezolanos se enfrentan a un sentimiento agridulce al llegar a la frontera sur de EE UU

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Después de un largo viaje por rutas peligrosas, centenares de venezolanos vivieron una experiencia agridulce al llegar a Eagle Pass, en la frontera entre Estados Unidos y México, y encontrarse con un enjambre de militares armados y alambre de púas. La venezolana Karlen Ramírez, entre lágrimas, preguntaba si estaban seguros después de haber cruzado el río Grande y abrirse paso a través del alambre junto a cientos de compatriotas que huyen de la crisis económica, social y política que atraviesa Venezuela.

Eagle Pass, una pequeña ciudad de Texas, se ha convertido en la puerta de entrada para miles de migrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses han colocado rollos de alambre de púas cerca de uno de los puentes que conectan México y Estados Unidos, convirtiéndolo en el último obstáculo en la travesía de los migrantes hacia el «sueño americano».

«Todos somos venezolanos», declaró Jesús Ramírez mientras sostenía una pequeña bandera tricolor de su país. «Todos nos vamos, todos menos uno, el que tendría que irse», haciendo referencia a Nicolás Maduro. La mayoría de los migrantes recién llegados provienen de Venezuela. Algunos, como Luis Durán de Maracaibo, admitieron sentir miedo al ver toda la frontera cubierta de alambre de púas.

En la tarde, otro grupo más pequeño afirmó haber recibido maltratos por parte de algunos militares. «No nos dejaron pasar y nos hicieron caminar y caminar», dijo José Ruiz, un venezolano de 29 años, quien junto a su esposa recorrió casi dos kilómetros a lo largo del río bajo el intenso sol de Texas. «No les importa, nos faltaron al respeto varias veces», agregó su esposa Katiuska Rodríguez.

Desde octubre del año pasado, las autoridades estadounidenses han interceptado a 2.2 millones de migrantes en su frontera sur, lo que demuestra el desafío que enfrenta Washington en materia migratoria. Este tema divide a la sociedad estadounidense y es utilizado políticamente por republicanos y demócratas para atacarse mutuamente.

Para intentar desalentar este flujo migratorio, la administración de Joe Biden ha implementado programas especiales para tramitar asilo y visas en países como Venezuela. Además, en el terreno, se aplican estrategias disuasivas. Este sábado, un convoy militar llegó para reforzar con personal y más alambre los huecos que los migrantes han hecho para ingresar a Estados Unidos en los últimos días.

A pesar de las dificultades, los migrantes venezolanos muestran una determinación inquebrantable. Retazos de ropa cuelgan de las púas, representando la lucha y el sacrificio de aquellos que han tenido que atravesar la peligrosa selva del Darién en Panamá, caminar cientos o miles de kilómetros o subirse al techo de los trenes para llegar a Estados Unidos. Un simple alambre de púas no detendrá su paso, excavan agujeros para pasar por debajo o hacen huecos para cruzar con cuidado ante la mirada de los militares.

Dileidys Urdaneta, una joven venezolana de 17 años, señaló el alambre de púas y afirmó que no era nada en comparación con lo que han vivido y dejado atrás. A pesar de llegar a Eagle Pass solo con sus documentos, un teléfono sin batería y la ropa que llevaba puesta, mantiene la esperanza de que todo solo puede mejorar a partir de ahora.