Hace unos días, Javier Milei era un personaje prácticamente desconocido fuera de Argentina. Sin embargo, tras ganar las primarias y convertirse en candidato a la presidencia de su país, todo el mundo habla sobre él. Los medios de comunicación internacionales lo definen como político de extrema derecha, mientras que él se autodenomina como anarcocapitalista. Pero, dejando a un lado su ideología, lo que está claro es que es un personaje bastante peculiar. Tanto como para asegurar haberse comunicado en una sesión de espiritismo con su perro fallecido, Conan, del cual también ha comprado varios clones. Y es que, aunque pueda parecer sacado de una película de ciencia ficción, la clonación de perros es una realidad cada vez más común entre ricos y famosos.
No han pasado ni 30 años desde la clonación de la oveja Dolly. Un hito histórico que se acogió con gran júbilo, pero con cautela, después de que el animal muriese mucho más joven de lo que le correspondía por la esperanza de vida de su especie. Desde entonces, se ha intentado con otros muchos animales, incluyendo a perros.
De hecho, la clonación de perros se ha convertido en un negocio muy lucrativo para algunas empresas, que cobran alrededor de 50.000 dólares por el trabajo. Según parece, Javier Milei encargó varios clones de su mastín, y nacieron cuatro, por lo que se debe haber gastado una ingente suma de dinero. Eso puede parecernos mejor o peor, pero, sin centrarnos en eso, ¿cómo puede ser eso posible hoy en día? E, igualmente importante, ¿qué implica desde el punto de vista de la bioética?
Llanto por la muerte de un perro
La clonación de perros es un negocio que nació de la tristeza de tantísimas personas que pierden a sus amigos peludos demasiado pronto. La esperanza de vida de los perros varía de unas razas a otras, pero, en general, no suele ir mucho más allá de los 15-17 años. Algunos ejemplares han pulverizado este récord, pero son solo unas pocas excepciones.
Por eso, cuando mueren, nos dejan un vacío enorme y sentimos que ha ocurrido demasiado pronto. Fue esta desesperación la que a principios del siglo XXI llevó a unos científicos de Corea del Sur a trabajar en la clonación de perros.
El responsable de este trabajo fue Hwang Woo-suk, un genetista de la Universidad de Seúl, muy mal visto entre sus colegas por haber mentido deliberadamente en una investigación. Anunció un importante descubrimiento en el área de las células madre. Sin embargo, cuando otros científicos quisieron replicar sus resultados, descubrieron que los había falseado.
Por eso, cuando en 2005 su grupo hizo públicas las fotos de Snuppy, el supuesto primer perro clonado, se tomaron con muchísima cautela. Se trataba de un cachorro de sabueso afgano, que había nacido junto a un hermano, que murió poco después, a causa de una neumonía.
Snuppy sí gozaba aparentemente de buena salud y podría abrir la puerta a la clonación de perros. Al menos, así lo anunció el equipo de Hwang. Por eso, el animal fue puesto bajo lupa y estudiado en profundidad durante sus 10 años de vida.
A esa edad, murió a causa del mismo cáncer que le había costado la vida a Tai, el perro del que, según Hwang, había sido clonado. Y lo cierto es que, en esta ocasión, el científico coreano sí parecía decir la verdad. Un estudio publicado en 2017 por un equipo independiente de científicos analizaba el caso de Snuppy y, en general, de la clonación de perros, y concluía que sí es posible. Así, si bien los primeros laboratorios se instalaron precisamente en Corea del Sur, pronto el negocio se expandió a otros países. Por ejemplo, hay algunos en Estados Unidos, donde al parecer ha sido clonado el mastín de Javier Milei.
¿Cómo se realiza la clonación de perros?
La clonación de perros se realiza del mismo modo que la de otros animales. El primer paso es tomar un óvulo no fecundado de una hembra cualquiera. A este se le retira el núcleo, eliminando así su material genético. Posteriormente, se toman células somáticas (cualquiera que no sea ni óvulos ni espermatozoides) del animal que se quiere clonar y se les retira el núcleo, para sustituir el que se quitó al óvulo.
En una fecundación normal, tenemos un óvulo y un espermatozoide, que se unen para formar un zigoto. Este, posteriormente, se irá dividiendo para dar lugar al embrión. Dado que en este caso se ha tomado una célula somática, ya tiene la información de un óvulo y un espermatozoide. Los procedentes de los padres del perro que se quiere clonar. Por lo tanto, ese óvulo no habrá que fusionarlo con ningún espermatozoide y empezará a dividirse directamente, para generar el embrión.
Una vez que el embrión llega a una fase conocida como blastocisto, se transfiere al útero de otra hembra, a la que previamente se habrá puesto en contacto con machos vasectomizados. Así, se favorece la implantación, pero no siempre es posible y, si ocurre, no todos los embarazos llegan a término. Por eso, es necesario tener una gran cantidad de perros dedicados a este único fin. Para muchos, la clonación de perros es un negocio que atenta contra la bioética, por utilizar a estos animales como máquinas reproductoras con fines que, por mucho dolor que tenga el comprador, no dejan de ser un capricho.
Javier Milei no es el único
Muchísimas personas han recurrido ya a la clonación de perros para recuperar a sus mascotas. Por ejemplo, fue muy famoso el caso de Barbara Streisand, quien en 2018 reconoció que dos de sus tres cachorros, la señorita Violet y la señorita Scarlet, eran clones de su perra Samantha, fallecida el mes anterior.
HIPERTEX
El recientemente pasado día 30 de Julio , falleció Nuestro Amado “Sargento Armani “ ; un Toy Pomeranian , se fue a los 14 años y estamos sumidos en el inmenso dolor de su Partida. Asi que quien pueda pagar por volver a tener en sus vidas ese amor incondicional que nos regalan nuestras mascotas que se convierten en nuestros companeros de vida fieles y desinteresados. Que bueno que exista esta tecnología y mejor aun poder pagarla …Feliz por ese Señor y por todos quienes puedan costearla.
Los comentarios están cerrados.