El ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, volvió a abrir la puerta a una posible importación de gas natural desde Venezuela, una idea que comenzó a sonar desde que inició el gobierno del presidente de Colombia, Gustavo Petro, luego de que la ministra Irene Vélez planteara esta alternativa, aunque después cambio de opinión.
«Colombia tuvo unos grandes descubrimientos de gas, entonces, las necesidades que vamos a tener de importar gas van a ser menores. Sin embargo, en el inmediato futuro sí hay posibilidades interesantes de que Venezuela exporte gas a Colombia», dijo Ocampo en una entrevista con Globovisión.
Estas declaraciones se conocen después de que la ministra de Minas y Energía asegurara en varias oportunidades que la importación de gas no es una prioridad en el actual gobierno, porque la prelación serán los contratos petroleros existentes y acelerar la transición energética.
¿Es viable importar gas desde Venezuela?
Colombia nunca ha comprado gas venezolano pero sí ha hecho ventas al vecino país. Fue entre 2007 y 2015 en virtud de un contrato pactado en el 2004 entre Ecopetrol y Pdvsa, pero este contrato ya se liquidó y la infraestructura de transporte no se usa desde hace unos 8 años.
Las exportaciones de gas se realizaron a través del gasoducto Antonio Ricaurte, que tiene 225 kilómetros y conecta al campo Ballena, ubicado en La Guajira, con Maracaibo (Venezuela).
En su momento, esta infraestructura se construyó con una inversión de 335 millones de dólares por parte de Pdvsa y el gas natural que se enviaba desde Colombia se usaba para reinyectarse en los yacimientos de petróleo del vecino país y así incrementar las cifras de producción.
En 2004 también se pactó un contrato entre Ecopetrol y Pdvsa para importar gas de Venezuela, pero esta operación estaba condicionada al cumplimiento de algunos compromisos por parte de la estatal venezolana, como adecuar las condiciones de calidad del gas natural para enviarlo a Colombia, retirar CO2 y subir la presión y el punto de rocío.
Sin embargo, estos requerimientos no se han cumplido y, por lo tanto, este contrato para la importación de gas no se ha podido ejecutar.
Como este gasoducto está inactivo desde el 2015, para una eventual importación desde Venezuela se requiere ejecutar millonarias inversiones que permitan una readecuación de la infraestructura existente.
Adicionalmente, según comenta la presidenta de Naturgas, Luz Stella Murgas, es necesario desarrollar nueva infraestructura que conecte el gasoducto Antonio Ricaurte a los campos de producción de gas en Venezuela. Así como adecuar las condiciones de la calidad de la molécula de gas porque no cumplía con los estándares para entrar a la red nacional de gasoductos.
Además de esto, tampoco tendría sentido que Venezuela exporte gas natural cuando es uno de los países latinoamericanos con menor nivel de cobertura, con un 6 por ciento. No alcanza el ratio de una cada diez viviendas con suministro de gas natural. Por el contrario, la cobertura en Colombia es del 82,2 por ciento.
¿Colombia se está quedando sin gas natural?
Esta alternativa de importar gas natural desde Venezuela nunca ha sido bien recibida por los gremios que representan a las compañías productoras. Por ejemplo, el presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP), Francisco José Lloreda, ha reiterado que se debe priorizar la explotación de los recursos propios, ya que genera empleos, regalías, impuestos y compra de bienes y servicios en el país.
En esa misma línea, la presidenta de Naturgas, destaca que Colombia tiene un potencial de reservas de gas natural que de explorarse permitiría atender, de manera confiable y segura, las necesidades de los 36 millones de colombianos que consumen este combustible hoy en día en sus hogares.
«Si desarrollamos el potencial de reservas que tenemos en áreas costa afuera y continentales, podríamos incluso ser exportadores», dijo.
Incluso, de acuerdo con Ecopetrol, en el descubrimiento Uchuva -1 (Mar Caribe) se tiene un potencial de gas de entre 3 y 5 tirapiés cúbicos (tpc), que podría servir para reemplazar todas las reservas que actualmente tiene el país actualmente.
La condición que quiere imponer Pdvsa a Colombia para hacer negocios con Ecopetrol
Mientras que en Orca -un hallazgo que se dio en el 2004 en aguas profundas al norte de la costa de La Guajira- informes preliminares indican que tendría de 0,4 a 0,5 tpc, además de un potencial adicional en maduración de entre 3,5 y 4,5 tpc.
«Tanto Uchuva como Gorgon, si uno los mira de manera independiente o de manera individual, cada uno es un descubrimiento (de gas natural) de clase mundial, cada uno es más grande que Cusiana o Cupiagua y se pueden poner en producción antes de finalizar esta década», aseguró Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol.
Canacol Energy, CleanEnergy y NG Energy
Pero en tierra firme también se han reportado descubrimientos importantes de gas natural como los de Canacol Energy, CleanEnergy y NG Energy en los departamentos del Magdalena, Cesar y Córdoba.
Pero más allá del potencial que pueda existir en estos hallazgos, lo único certero que se tiene en estos momentos es que Colombia cuenta con 3,8 tpc en reservas probadas de gas, que alcanzarían para 8 años.
En petróleo, el informe de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) indica que las reservas probadas subieron a 2.039 millones de barriles a diciembre de 2021, con una autosuficiencia de 7,6 años. Hacia mayo de este año se espera una actualización de estas cifras al cierre del 2022.
A pesar de ello, Luz Stella Murgas considera que todas las fuentes de suministro de gas natural que contribuyan a garantizar el abastecimiento, sin comprometer la confiabilidad y seguridad energética, se deben tener en cuenta.
Es por eso que, además de la producción nacional, el país cuenta actualmente con una planta de regasificación en Cartagena que ha permitido importar gas para atender exclusivamente necesidades puntuales de respaldo en el despacho eléctrico, en épocas de fenómeno de El Niño o contingencias operativas.
Y desde la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme) también se está llevando a cabo un proceso para adjudicar la construcción de una segunda planta de regasificación, que debería estar en operación hacia comienzos de 2028 en Buenaventura.