Cuatro formas de evitar que tu cerebro siempre piense que ocurrirá lo peor

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El pensamiento catastrofista genera estrés y causa ansiedad. Cómo controlar esa tendencia con unas simples acciones

Infobae

Es habitual que ante un nuevo desafío se planifiquen posibles escenarios. Por ejemplo, si se debe asistir a una entrevista laboral, es bueno prepararse para responder determinadas preguntas que pueden surgir. Pero, hay quienes ante cada situación, a veces solamente cotidianas, tienden a imaginar consecuencias negativa dando vueltas sobre posibles acontecimientos terribles que podrían llegar a suceder o, lógicamente, tal vez nunca ocurran. En ocasiones, estas personas pueden perder el sueño pensando en posibilidades futuras, en ocasiones de las más extravagantes. Son personas propensas a catastrofizar.

La profesora de Neurociencia Aplicada de la Universidad de Reading, en el Reino Unido, Patricia Riddell definió el catastrofismo como “una tendencia a asumir que sucederá lo peor al imaginar una situación futura, incluso si tiene evidencia de que este no es el resultado más probable”.

Se trata de personas que “les gusta sentirse en control y, por lo tanto, son intolerantes con la incertidumbre”, dijo, y señaló que esto tiene un vínculo con la ansiedad y, cuando es frecuente, puede ser “un factor en el desarrollo de problemas de salud mental”.

La persona catastrofista tiende a creer que, al imaginar las cosas que podrían salir mal durante una situación determinada, lo protegerá mejor del daño sea físico o mental que esa situación le provocará. “Sin embargo, esta tendencia solo es útil si puede predecir correctamente lo que sucederá en una situación determinada y cómo lo hará sentir”, puntualizó Riddell.

Pero la experta llamó a tener cuidado con esa tendencia porque, al imaginar eventos futuros negativos, se produce una reacción emocional y se usará esa respuesta para determinar cómo nos sentiremos en el futuro. Además, recordó que muchas veces la forma de predecir el futuro es incorrecta, ya que no somos capaces de imaginar todo lo que puede pasar. “Esto puede llevarnos a crear la respuesta emocional equivocada para situaciones futuras en nuestra cabeza”, advirtió.

Estas situaciones emocionales muchas veces condicionan la vida, ya que creer que sucederá lo peor puede inhibir de probar cosas nuevas. Este es el motivo por el cual las personas optimistas, o incluso realistas, se animen a experimentar distintas situaciones que, las más de las veces, les permitirá disfrutar de experiencias enriquecedoras.

Riddell dijo que también puede ocurrir que una persona catastrofista que en alguna ocasión probó una situación nueva, si ésta falló, su tendencia a catasfrofizar lo llevará a evitar nuevas en el futuro, ya que recordará la mala experiencia y esto se sumará a las razones para no exponerse una vez más.

La especialista señaló que esta tendencia al catastrofismo puede causar estrés y ansiedad que podrían claramente evitarse y llevar a rehuir situaciones que podría disfrutar o permitirle aprender.

Riddell elaboró 4 acciones que se pueden probar para controlar esta tendencia.

1- Las decisiones es mejor tomarlas por la mañana

Cuántas veces sucede que nos preocupamos por el futuro durante la noche, especialmente cuando estamos a punto de dormir. Esto puede generar insomnio y, en consecuencia, sumar aún más estrés. Riddell advirtió que, cuando una persona duerme, la actividad en la parte racional del cerebro se reduce y la actividad en la parte más emocional aumenta. El resultado es que cuando se está a punto de dormir por la noche, se usa el cerebro emocional para visualizar el futuro.

Si a esto se suma la falta de sueño o la demora en conciliarlo, se genera un estado mental más sensible ante las situaciones que se perciben como amenazantes. Así se puede derivar en pensamientos en torno de lo que podría salir mal y la persona se vuelve más propensa a catastrofizar.

La especialista en neurociencia recomendó en los casos en que se permanece despierto dando vueltas a las preocupaciones, recordarse a uno mismo que en ese momento no se está pensando de manera racional. Ante la necesidad de adoptar una decisión, dijo, es mejor esperar hasta la mañana siguiente, cuando el cerebro esté descansado.

2- No ser tan crítico con uno mismo

Riddell recomendó controlar al crítico interno que todos llevamos dentro para evitar la catastrofización. Esa forma poco amable de tratarse a uno mismo genera emociones que no ayudan y citó para avalar su idea un estudio del Departamento de Psicología de la Universidad de Lovaina, Bélgica llamado “Trabajando con el crítico interno: características del proceso y caminos hacia el cambio”.

Cuando uno se encuentra maltratándose a sí mismo, aconsejó Riddell, se debe intentar imaginar si uno le hablaría a otra persona de la misma forma, si se usarían esas palabras en una situación similar. Hay que preguntarse si ese lenguaje es útil y estaría justificado. Muy probablemente la respuesta sería “no”.

Por eso, la experta en neurociencias llamó a ser “consciente del lenguaje que usa su crítico interno cuando está preocupado o estresado. Si es demasiado duro, intente cambiar a una forma más amable de hablarse a sí mismo”.

3- Si vamos a inventar una historia, que tenga un mejor final

“Incluso si las cosas han ido mal en el pasado, es poco probable que así sea en el futuro, a pesar de lo que podamos decirnos a nosotros mismos. Si tiene una tendencia a catastrofizarse sobre eventos futuros, intente pensar en las formas en que este evento podría salir bien, lo que puede ayudarlo a sentirse menos ansioso”, manifestó Riddell.

Otra forma, es imaginar varias historias probables sobre una misma situación. Tal vez esto ayude a tomar consciencia de que las situaciones que uno imagina sobre asuntos que se deberá atravesar en el futuro son sólo eso: imaginaciones.

Si uno logra enfocarse en las historias con resultado positivo también ayudará a sentirse menos preocupado o estresado.

4- Ser amable con uno mismo

Hay personas muy empáticas con otras, pero no lo son consigo mismas y muchas veces les cuesta cambiar esta actitud.

“La compasión y la empatía evolucionaron para ayudarnos a interactuar bien con los demás . Como tal, la compasión y la empatía no están realmente diseñadas para ser utilizadas por uno mismo”, dijo.

Ante esto, aconsejó adoptar pequeñas actitudes, similares a las que uno tendría con un amigo a quien le daría un consejo en determinadas situaciones. La idea es darse a uno mismo un buen consejo, como se haría con una persona querida y adoptar una postura compasiva.

“Practicar esto a menudo puede, incluso, ayudarlo a ver soluciones donde de otro modo sólo se habría centrado en el problema”, aseguró.

Finalmente, Riddell reconoció que imaginar que las cosas futuras pueden ir mal tiene por objetivo mantener a salvo a quien lo piensa. Pero si uno descubre que pensar de modo catastrófico afecta el bienestar mental, es importante recordarse a uno mismo que “las cosas que le preocupan pueden no suceder nunca y, si suceden, probablemente resultarán mucho mejores de lo que piensas”.