Daniel Ortega declaró a la Iglesia Católica el “enemigo número uno” de su régimen

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En entrevista con Infobae, el hondureño José Antonio Canales, cuya diócesis es vecina a Nicaragua, pide a los sacerdotes “luchar junto a su pueblo” como lo hizo el encarcelado monseñor Rolando Álvarez

Por Carlos Gutiérrez – Infobae

Para el obispo de la hondureña Diócesis de Danlí, monseñor José Antonio Canales, en Nicaragua han sucedido al menos dos hechos que nunca se habían visto en la historia reciente. La primera es que el régimen de Daniel Ortega expulsara a su embajador, el Nuncio Apostólico, monseñor Waldemar Sommertag, en marzo del año pasado. “Yo no veo registro reciente que eso haya ocurrido a nivel mundial”, dice. La segunda es que se haya encarcelado a un obispo. Monseñor Rolando Álvarez fue detenido por la policía de Nicaragua el 19 de agosto de 2022 y está bajo proceso judicial.

Pero en Nicaragua han ocurrido más agresiones contra la iglesia Católica. Este 26 de enero, la justicia del régimen nicaragüense condenó a todo el equipo que acompañaba a monseñor Álvarez al momento de su detención, compuesto por cuatro sacerdotes, dos seminaristas y un camarógrafo, por los delitos de “traición a la patria” y “propagación de noticias falsas”, dos delitos recurrentes para encarcelar por razones políticas.

Según la investigadora nicaragüense, abogada Martha Patricia Molina, desde 2018 hasta noviembre pasado, la iglesia Católica ha sufrido al menos 396 agresiones de parte del régimen de Ortega, que van desde golpizas, encarcelamiento, difamación, hasta destierro y amenazas, entre otras.

Monseñor José Antonio Canales es obispo de una diócesis vecina de Nicaragua y secretario general del episcopado de América Central (SEDAC). Vive atento a la crisis de sus vecinos y conversó con Infobae sobre el tema ante la imposibilidad de que los jerarcas o sacerdotes nicaragüenses puedan pronunciarse sobre su situación sin sufrir represalias.

-¿Qué relación tiene usted con Nicaragua?

-En primer lugar, con Nicaragua es una relación de fe porque en la iglesia no hay fronteras. Las fronteras las tienen los países. Las aduanas las tienen los países, pero en la iglesia no tenemos ni fronteras ni aduanas. Somos un solo pueblo. Y donde sufre uno, sufrimos todos y donde uno se alegra nos alegramos todos. En segundo lugar, es mi cercanía geográfica. Somos centroamericanos y yo estoy en una diócesis que tiene una gran frontera con Nicaragua. Nicaragua está a 35 minutos del obispado de Danlí, donde yo resido. Tengo más cerca a Nicaragua que a la capital de Honduras, Tegucigalpa.

-Tiene también una relación de amistad con obispos y sacerdotes de Nicaragua.

-Claro que sí. Tengo amistad y trato de hermanos con el cardenal Brenes y los obispos nicaragüenses. Nosotros somos parte del Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC) por los tanto mantenemos una relación todos los obispos centroamericanos, y en noviembre pasado fui elegido secretario general del episcopado centroamericano, eso me hace estar viviendo más de cerca lo que acontece en los países de América Central.

-¿Cómo explicaría lo que está pasando con la iglesia Católica de Nicaragua?

-Es difícil explicar desde afuera lo que es difícil entender desde dentro de Nicaragua. El gobierno ilegítimo de Nicaragua ha opacado y clausurado las voces que podían dar la versión de lo que realmente ocurre. Hasta en la misma Nicaragua hay dificultades para entender realmente qué está pasando cuando lo único que se escucha es la voz del gobierno.

-¿Hay una persecución a la iglesia Católica en Nicaragua?

-Todo es muy visible en ese sentido. El proyecto es hacer un estado totalitario. Un proyecto muy parecido a lo que tenemos en otras partes del mundo. Como Irán, Venezuela, estos países que son de partido único, que controlan las voces disidentes y solo la voz del gobierno es la que se escucha. En ese afán de ser un estado totalitario, pues es normal que quieran desmantelar todo aquello que les sea contrario. Y la institución que ha sido declarada como enemigo número uno para el gobierno de Nicaragua es la iglesia Católica. Eso es más que evidente. Ya han desmantelado todo y lo último que quieren eliminar, si fuera posible hoy mismo, es la iglesia Católica.

-¿Hay comparación entre la situación de la iglesia Católica en Nicaragua y lo que sucede en otros países de la región?

-El gobierno de Venezuela tuvo serios conflictos, y los sigue teniendo, con el episcopado y la iglesia venezolana, pero no se llegó a estos extremos que ha llegado el gobierno de esta familia (Ortega Murillo). Hasta los países ideológicamente de izquierda se están desmarcado porque esta es una dinastía familiar, y han dicho: no digan por favor que Nicaragua es un gobierno de izquierda porque no queremos que se confunda una ideología de extrema izquierda con lo que sucede en Nicaragua que es una dinastía familiar. La iglesia Católica representa la institución más fuerte que podría poner en peligro los proyectos que tienen de totalitarismo.

-¿La personalidad de Rosario Murillo tiene que ver con esta particular persecución?

Dicen que el poder en Nicaragua realmente lo tiene esta señora y por la forma en que ella actúa da la impresión que así fuera. Claro que no es menos responsable el esposo, porque igual son los dos los que están haciendo sufrir a la mayoría de los nicaragüenses. Están hundiendo al país. Es el que tiene la economía más débil de América Central y podría ser un país de progreso y bonanza económica, porque Nicaragua tiene muchos recursos naturales y turísticos.

-¿La religiosidad “sui géneris” de la señora Murillo tiene que ver con esta persecución o es ajena a ello?

Personalmente no me consta, yo no puedo decir que ella practica esto o aquello porque no me consta, pero lo que se dice es que es una persona muy ligada a estas cosas de ciencias ocultas. Creo que una persona que anda en este tipo de actividades está muy alejada del verdadero cristianismo. Lamentablemente se presenta como cristiana, pero si su dios son las fuerzas ocultas y todas estas cosas, no creo que sea una persona que realmente practique el cristianismo.

-Se ha hablado de canales de negociación entre la jerarquía de la iglesia Católica de Nicaragua y el gobierno. ¿Usted considera que eso está sucediendo? ¿Sabe algo de esto?

Puede existir. Yo no tengo por qué decir lo contrario. Lo que sí me parece bien difícil, ya a nivel de la Santa Sede, del Vaticano, es que ni siquiera se haya podido dar una explicación razonable de la expulsión del Nuncio Apostólico y por ahí hay una brecha que no ha sido reparada todavía. La Santa Sede todavía no tiene una explicación sobre los motivos por qué fue expulsado el Nuncio Apostólico. Hay dos cosas inéditas que han pasado en estos dos últimos años. Expulsar a un Nuncio apostólico yo no veo registro reciente que eso haya ocurrido a nivel mundial y más que ocurre en un país mayoritariamente católico y, en segundo lugar, poner bajo arresto a un obispo. En los momentos más duros de América esto nunca ocurrió y ha ocurrido en Nicaragua ahora.

-El silencio de la jerarquía católica nicaragüense ha sido criticado.

Una cosa es estar viendo el incendio y otra cosa es estar dentro de la casa que se está incendiando. Yo confío en que los obispos nicaragüenses están actuando de la mejor forma posible estando ellos allá adentro de la casa que se incendia. Respeto mucho la forma en que ellos actúan. Los que estamos afuera podemos hablar, pero es diferente la situación.

-También se ha señalado que al papa Francisco le ha faltado energía para pronunciarse sobre el caso Nicaragua como lo ha hecho con otras situaciones en el mundo.

Son situaciones muy diferentes. En este caso es el estado. El papa se ha referido a agresiones de otros grupos religiosos o de un sector de la población pero no es muy frecuente que esto ocurra a nivel de gobierno.

-Pero usted decía que el Vaticano ha quedado debiendo una explicación sobre lo que ha ocurrido en Nicaragua.

No puedo calificar. Lo que sí sé es que hay una expulsión del Nuncio y que no se ha explicado ni se ha resuelto. No hay nuevo Nuncio en Nicaragua y por lo tanto algo está pasando para que haya esa brecha actualmente entre la Santa Sede y el gobierno de Nicaragua.

-¿Qué sabe de monseñor Rolando Álvarez?

Sabemos muy poco. El cardenal Brenes nos ha dicho que está bien de salud. Sicológicamente a cualquiera de nosotros no le sentará bien estar entre cuatro paredes. Para cualquier ser humano es difícil una experiencia como la que está viviendo monseñor Álvarez. Lo que sabemos es que físicamente está bien, y yo creo que espiritualmente también porque es un hombre que sabe lo que está pasando y es una persona muy valiente que nos está dando un ejemplo a todos nosotros.

-El equipo de sacerdotes y laicos que trabajaba con monseñor Álvarez ya ha sido condenado.

Ellos tiene un sistema: el miedo. Dominar a la gente con el miedo. Con esas sentencias no solo están castigando, entre comillas, a los involucrados, sino que están mandado un mensaje a los demás: “No te metas con nosotros porque te va a pasar lo mismo”. La condena, entre comillas, porque esos tribunales son muy cuestionables.

-Ustedes, la jerarquía católica centroamericana, ¿vieron las señales de que esto ocurriría en Nicaragua o los tomó de sorpresa?

El Frente Sandinista hace tiempo que se dividió en dos: los que se consideran auténticos sandinistas antidictaduras y más prodemocráticos y los sandinistas que se hicieron orteguistas. Con el orteguismo siempre ha habido dificultades. Desde los años 80 ya comenzaron los primeros choques. Sacerdotes agredidos. Estamos hablando de hace 40 años. El choque con ellos tiene 40 años. Por ejemplo, la falta de respeto a la visita que hizo Juan Pablo II a Nicaragua en el 83.

-¿Hay algún esfuerzo a nivel de iglesia para proteger a los sacerdotes nicaragüenses?

En Centroamérica y el resto del mundo estamos listos para recibir a los sacerdotes que soliciten venir porque están sofocados y no hay manera de llevar su sacerdocio por sus posturas. Lo ideal es que se queden sufriendo con su pueblo, pero algunos tenemos ciertas fortalezas que tiene que ver con la sicología y la espiritualidad y otras personas no. Pero estamos listos para recibir a hermanos nicaragüenses para quienes sea más saludable salir, según un análisis que ellos hagan junto a su director espiritual. Pero ojalá pudieran quedarse para luchar con su pueblo como lo quiere monseñor Rolando Álvarez.

-¿Usted está apelando a la vocación de martirio que hay en la iglesia?

El martirio no se busca. Los grandes mártires de la Iglesia no querían morir. Al contrario, ellos querían seguir viviendo porque estaban llevando una misión que para ellos era muy importante. Pero el martirio llega cuando la persona es lo que menos quiere, morir, porque está llevando una misión a la cual se está entregado.

-¿La iglesia de Nicaragua está viviendo martirio?

Claro que sí. Ninguno de los actores de la iglesia nicaragüense quiere estar ni encarcelado ni muerto. Quieren estar con su gente. Sobre todo la personalidad de monseñor Rolando Álvarez, que es arrolladora. Un hombre que si tiene que cruzar un rio trepado en un tronco de árbol, lo pasa. Nada lo detiene en su misión. Para él este encierro debe ser muy duro porque es muy extrovertido.