¡DEMOLEDOR! Lo que revelan los resultados de la consulta de Guaidó (o cómo esperar las líneas de Biden)

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Con la consulta convocada por Guaidó el pasado fin de semana concluyó la agenda política en Venezuela para este año, que ya se reactivará el próximo 5 de enero con la juramentación de la nueva junta directiva de la Asamblea Nacional, fecha constitucionalmente pautada.

Ociel Alí López / RT

Sin embargo, Guaidó y algunos de los diputados opositores que le eligieron como presidente de ese órgano legislativo han declarado su «continuidad administrativa» más allá del período previsto. Y es aquí donde reside el objetivo fundamental que buscaba la consulta: legitimar su perpetuación, a la que no ponen un lapso de término definido, una vez culmine el plazo.

La consulta, como respuesta a las parlamentarias, ha sido una vía que ha generado muchas dudas, incluso al interior de la oposición, tanto en lo relacionado con la legalidad del proceso como la fiabilidad de los datos ofrecidos.

Dudas sobre la legalidad y la fiabilidad
Por un lado, en el momento en que Guaidó es el principal vocero del proceso de consulta, está concentrando todos los supuestos poderes de su «interinato» (el ejecutivo, el legislativo y ahora también el órgano electoral), aunque en la práctica no ejerza ninguno de ellos. Y todo esto cuando, además, uno de sus argumentos para la deslegitimación del proceso electoral oficial es la «falta de autonomía» del Consejo Nacional Electoral (CNE).

Pero si se pudiesen confirmar sus propios datos, que afirman una participación, con asistencia física, de 3,2 millones de personas, estaríamos en presencia de un magro resultado que ubicaría la abstención de su consulta en más del 85 %, muy superior a la de los comicios oficiales, que fue de 70%.

Luego estarían los 845.000 participantes que habrían votado desde el exterior (siempre según las cifras de Guaidó) y que expanden su padrón electoral debido a que este segmento no podía participar en las parlamentarias, ya que su derecho a votar en el exterior está limitado legalmente a las elecciones presidenciales.

Los propios datos del equipo organizador de la consulta dejan a la oposición como minoría y rompen la vinculación que pudo haberse hecho de la alta abstención de las parlamentarias como respuesta a una convocatoria opositora.

Por otro lado, los 2,4 millones de ciudadanos que supuestamente participaron de manera virtual no podrían ser comparados con los resultados de la Asamblea Nacional, ya que el sistema no contempla ese tipo de mecanismo, y menos con una prolongación de tiempo de casi una semana.

Además, son resultados que no pueden ser corroborados y que no tuvieron observadores internacionales, un dato curioso si tomamos en cuenta la cantidad de aliados de Guaidó en gobiernos poderosos.

Así, los propios datos del equipo organizador de la consulta dejan a la oposición como minoría y rompen la vinculación que pudo haberse hecho de la alta abstención de las parlamentarias como respuesta a una convocatoria opositora.

Según Eugenio Martínez, un conocido analista electoral de la oposición, «no hay forma de justificar los números de participación en la consulta». Más que una crítica, afirma que no es un evento propiamente electoral.

Incluso, aquellos medios internacionales que habían levantado amplias expectativas en torno a la convocatoria, terminaron ofreciendo sus críticas, como por ejemplo France 24: «Y es que los resultados anunciados por el Comité no se pueden constatar pues, además de la ausencia de observadores externos, no hubo controles de participación para evitar que los ciudadanos depositaran sus respuestas en más de un punto o que, quienes ya hubieran votado en las aplicaciones, no lo hicieran también con papeletas físicas».

Por su parte, la agencia EFE concluyó que el evento «levantó un mar de dudas por unas cifras no constatadas por observadores, sin detalles del resultado y que abren un camino todavía sin destino».

Desde ese nivel de precariedad legal y técnica de la consulta, resulta difícil acusar de fraude al sistema electoral oficial, tal como han hecho Guaidó y sus seguidores.

La debilidad también es política: el resto del liderazgo opositor no fue muy entusiasta en su apoyo. Sectores radicales, como el de María Corina Machado, rechazaron la movilización y terminaron de apartarse de Guaidó, al que previamente habían reconocido.

Si el objetivo de la consulta era más bien reactivar las calles y manifestaciones contra el gobierno, tampoco lo logró, puesto que no hubo movilizaciones, protestas, ni centros de votación llenos.

Henrique Capriles, más moderado políticamente, también descartó de cuajo participar en el evento y considera agotado el proyecto de Guaidó.

Con estas posturas, el «interinato» está siendo sostenido básicamente por el sector de Leopoldo López, quien se encuentra operando entre España y Colombia.

Si el objetivo era más bien reactivar las calles y manifestaciones contra el gobierno, tampoco lo logró, puesto que no hubo movilizaciones, protestas, ni centros de votación llenos.

Anteriormente, la oposición intentó hacer consultas de este tipo en 2017 sin algún impacto político que valga recordar. Es muy probable que esta vez puede suceder lo mismo.

Foto final de la política en Venezuela el 2020

La fotografía de final de año en la esfera política venezolana puede resumirse de la siguiente manera:

  • con el evento del 6 de diciembre el chavismo ganó el único espacio político de importancia que no controlaba, nada menos que el poder legislativo;
  • la oposición no levantó vuelo y el sector radical, pasada la consulta, se sienta a esperar las líneas que deberá lanzar el nuevo presidente de EE.UU., Joe Biden.

Por lo pronto, la oposición no tiene una estrategia clara y no se vislumbra que la consulta pudiera tener algún alcance, aunque ya están convocando a una movilización para el 5 de enero, como protesta a la juramentación de la nueva junta directiva.