Deserciones masivas en las FANB chavistas

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Como auténticos maestros del juego político, los seguidores del chavismo hacen todo lo posible por desviar la atención hacia la supuesta confrontación con Guyana y el inútil debate sobre las elecciones fraudulentas de 2024. Con medidas llamativas para aparentar una defensa del Esequibo y discusiones sobre la autorización del candidato de la oposición ficticia en su mano derecha, el régimen chavista intenta distraer la atención de lo que realmente está sucediendo.

En lugar de centrarse en las posibilidades de éxito de un candidato de la oposición en unas elecciones inciertas y con un resultado predecible debido al fraude electoral, el enfoque debería estar en lo que está ocurriendo dentro de las Fuerzas Armadas chavistas. Estas fuerzas militares son una de las dos bases en las que se apoya el régimen chavista para imponerse sobre la población civil desarmada. La otra base es su estructura política y jurídica, que le permite crear una legalidad a medida y en contra de los intereses de Venezuela.

Aunque el ingreso y el ascenso en las FANB chavistas están reservados exclusivamente para aquellos que juren lealtad a la revolución, esta estructura no está exenta de las dificultades y contradicciones que afectan al resto de los venezolanos. Esto significa que, aunque al principio todos entran por el mismo camino de la incondicionalidad y el lavado de cerebro del régimen, a lo largo del camino, estos militares encuentran cada vez más la realidad.

Ser parte de una organización que defiende un régimen político y un legado que está destruyendo tanto a las propias fuerzas armadas como a toda la nación ha generado serias contradicciones en muchos oficiales. En algunos casos, estas contradicciones se vuelven insuperables, dejando como únicas opciones honorables, desde el punto de vista militar, la rebelión o la deserción.

No es solo el contexto institucional caracterizado por la corrupción y la falta de profesionalización en la carrera militar lo que obliga a replantear la relación con las FANB. También hay que tener en cuenta el contexto familiar en el que viven estos oficiales y soldados, que ven cómo la calidad de vida de sus familias y sus hijos se deteriora debido al régimen chavista al que ellos apoyan con las armas.

La propaganda chavista intenta justificar las condiciones de miseria en las que se encuentran el 90% de los militares venezolanos que no reciben los beneficios de los privilegiados. Pero la miseria es más poderosa que la propaganda, y el personal militar tiene que conformarse con salarios miserables, mientras que los generales y comandantes se enriquecen impunemente.

Para aliviar un poco esta presión, el régimen chavista ha promovido una campaña culpando a Estados Unidos y sus sanciones simbólicas por la miseria de los militares venezolanos, y los ha animado a convertirse en «emprendedores». Todos entendieron que esto era una invitación a seguir el ejemplo de sus superiores, es decir, a robar tanto desde arriba como desde abajo. Sin embargo, este problema no se resuelve, ya que mientras los altos cargos saquean en dólares, los de abajo tienen que conformarse con cobrar comisiones en bolívares devaluados. Otros se las ingenian para vender en el mercado negro todo lo que pueden robar de los cuarteles, desde armas y municiones hasta sillas y cubiertos. Cualquier cosa que puedan vender para sobrevivir en la economía chavista.

La verdadera razón por la cual Nicolás Maduro no asiste ni asistirá en el futuro a ningún desfile militar no es, como afirman los chavistas, el riesgo de un magnicidio organizado por la oposición. El temor es que, con el gran descontento que hay entre la tropa y los oficiales, alguien decida atentar por su cuenta contra un comandante en jefe que casi nadie respeta en los cuarteles.

Esta es la realidad con la que Vladimir Padrino López tiene que lidiar cada día. Aunque actualmente parece ser un muro de contención de la crisis militar, en realidad está fracturado y en proceso de derrumbe. Esto explica en gran medida el clima de desconfianza y sospecha que se vive en las FANB chavistas. Ya no hay suficientes agentes cubanos para vigilar los movimientos de todos los oficiales, ni capacidad para procesar informes contradictorios de inteligencia.

La gravedad de esta crisis dentro de las FANB chavistas se evidencia en la decisión de la Comandancia General de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) del 5 de diciembre de 2023 de dar de baja a casi 300 oficiales de ese componente militar. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los presos políticos militares pertenecen a la GNB y que hasta ahora el régimen había negado sistemáticamente todas las solicitudes de baja. Es probable que Padrino López, con prudencia, haya decidido deshacerse de aquellos oficiales que no son leales al 100% en lugar de arriesgarse a ser sorprendido en el futuro.

La aprobación de estas solicitudes de baja es un reconocimiento a las deserciones masivas que han ocurrido en los últimos meses. Entre los más de 10 millones de venezolanos que han abandonado el país, es probable que haya un gran número de oficiales militares a quienes se les ha negado su solicitud de baja. De hecho, uno de los temores de la cúpula militar es que, con los cambios de turno durante las vacaciones de Navidad y Año Nuevo, muchos de los que se van de vacaciones no regresen.

Tanto los que abandonan las FANB chavistas como los que se quedan son igualmente importantes. En ambos casos, se puede observar las graves contradicciones que amenazan con hacer implosionar o subvertir el orden en uno de los pilares que ha mantenido en el poder a la tiranía chavista-madurista durante más de dos décadas.

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