Un amigo pregunta: “¿A dónde vamos a llegar?” A pesar de que sea difícil hacer pronósticos en Venezuela, me arriesgo a responder a partir de lo que he leído en prensa, he escuchado de expertos en foros y charlas virtuales y, por supuesto, en el análisis que se puede hacer con la información que se obtiene desde esta posición de director de El Pitazo.
Por César Batiz / El Pitazo
Debemos aclarar que Venezuela no es una isla. Aquí confluyen intereses de rusos, chinos, cubanos, árabes, estadounidenses, europeos, colombianos y de otros países latinoamericanos, tanto por el desarrollo de la economía tradicional y normalizada por las estructuras de control y fiscalización, y también por vinculación con la economía criminal que se alimenta del narcotráfico, contrabando de minerales e hidrocarburos y lavado de dinero.
Por eso, antes de entrar a hablar de Venezuela en lo económico, social (incluyendo salud y educación) y político, resulta importante plantearse las siguientes preguntas: ¿Cuánto durará el aislamiento social en el mundo? ¿En qué momento se reactivará la actividad de las industrias y el comercio en el planeta y con ello del consumo de combustible? Si es un hecho que todo cambiará ¿se acelerará el paso para crear fuentes de energía no fósiles como el petróleo?
En países como España, este domingo se habla de comenzar a levantar la cuarentena en los campos y en algunas pequeñas ciudades, así como permitir que mujeres embarazadas y niños salgan progresivamente a la calle.
En otros países de Europa, en EE. UU. y China, se diseñan planes que pudieran probarse en los próximos días, como el trabajar cuatro días y guardar cuarentena por otros 10, tal como lo relata en su artículo de esta semana en Runrunes, la periodista Nataly Alvaray. Otros, como el virólogo venezolano, Miguel Quiñones-Mateu, sugiere en entrevista con Efecto Cocuyo que: “Tiene que ocurrir que el virus de la vuelta un par de veces al mundo y se logre la inmunidad de todos”.
Pero seguro tendremos más teletrabajo y menos movimiento del transporte público cuando pase la pandemia. Al reducir las salidas de casa disminuye el consumo de energía, por ejemplo, en restaurantes, fábricas de ropa, y de la electricidad para mover ascensores, escaleras mecánicas y encender las luces y aires acondicionados de oficinas. Con ello baja el gasto de combustibles y especialmente del petróleo.
Los diseñadores del Plan País, en su sección petrolera, esperaban que el consumo mundial creciera hasta 2040. Eso significaba precios estables en la denominada última ola del petróleo. No obstante, tras el coronavirus esa expectativa de consumo de seguro caerá.
¿Es grave para Venezuela? Sí, y más aún cuando, según el economista Asdrúbal Oliveros, en el foro virtual del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Ucab, del jueves pasado, informó que este año el ingreso petrolero caerá de $25.000 millones a $7.000 millones en 2020. Habrá más inflación, de 12.000% a 15.000%, mientras que la moneda sufrirá una devaluación de 10.000% a 12.000%. Para Oliveros la contracción del PIB, antes del coronavirus, sería de 10%. Ahora la calcula en 25%. Los venezolanos seremos cada día más pobres.
A nivel práctico y hablando de lo social, es el efecto mariposa que se traduce en más hambre, menos bolsas y cajas de Clap, disminución de la posibilidad repartir bonos o brindar una menguada asistencia social a algún sector de la población y la desinversión en servicios públicos.
De alguna forma, ya comenzamos a ver el impacto de esta variable en las protestas por alimentos, agua, gasolina y gas que hemos reportado en El Pitazo esta semana.
Eso sin saber cuándo veremos el pico y el descenso de la curva de contagios en Venezuela. Al respecto, la socióloga y antropóloga venezolana, residenciada en Francia, Paula Vásquez, escribió esta semana en el medio digital Cinco8: “El hecho de que todavía los números de casos y muertos —los conocidos— sean menores a los de otros países, no significa que esto no vaya a ocurrir. El retardo se debe muy probablemente al aislamiento que ya vivía Venezuela por vía aérea y a la reducción drástica de los vuelos internacionales en los últimos años”.
Claro, que como lo escribimos hace dos semanas, la pandemia, junto a la escasez de gasolina que no parece tener solución, pese al anuncio del inicio de producción de 35.000 barriles en El Palito, que parece más cuento que un hecho, generarán que el próximo año escolar comience con educación a distancia, con desventaja para alumnos, familias y maestros sin acceso a internet, computadoras o teléfonos inteligentes.
Como consecuencia de esto, el gobierno de Nicolás Maduro, que ha mostrado una gestión en la contención de la pandemia, camina sobre una cuerda floja, de la cual se podría caer si alguien le da un empujón para iniciar una transición, que no necesariamente pareciera estar en manos de un sector opositor.
Pero Maduro dio una muestra de que intenta leer el futuro. El sábado anunció que abre la posibilidad para el ingreso de la ayuda humanitaria. No obstante, sabemos que detrás de esa asistencia vendrán algunas condiciones de Europa y EE. UU., que apuntan al entendimiento entre la oposición y oficialismo y a construir la ruta de la transición.
Por ahora nos toca esperar para saber a dónde vamos a llegar.