El 28 de julio no es elección, es un evento de resistencia cívica que impulsa el cambio en Venezuela

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En Venezuela se presenta una nueva oportunidad de cambio, construida por el aporte y resistencia de los venezolanos que durante más de dos décadas han dirigido sus esfuerzos a rescatar la democracia.

Por Juan Guaidó

Esta posibilidad está representada por el evento del 28 de julio, que pese a todas las irregularidades que lo rodean, que van desde la persecución judicial a María Corina Machado, pasando por la detención de activistas y líderes regionales para inhibir la movilización, hasta la prohibición de participación de más de 4 millones de Venezolanos en exilio; a pesar de todo esto, este evento puede ser visto como una oportunidad de transición, movilización y desafío al régimen autoritario de Nicolás Maduro, utilizando el concepto de “elección transformadora” o “stunning election” en un contexto donde la legitimidad electoral del régimen no existe.

La situación electoral en Venezuela

En Venezuela, el término “elección” ha perdido su significado debido a una serie de prácticas y circunstancias que distorsionan este mecanismo democrático, a diferencia de ejercicios de sufragio en el resto del continente que, dadas las condiciones que los rodean, hacen referencia a verdaderas elecciones que permiten manifestar a la población su postura y que esta sea finalmente adoptada por el Estado en los temas consultados.

El régimen de Nicolás Maduro ha implementado constantes trampas para atentar contra el ejercicio electoral, incluyendo el bloqueo de observación internacional, el cambio de nombres y ubicación de centros electorales, la manipulación del registro electoral en cuanto a inscripciones y ubicación de votantes, la creación de centros de votación en zonas controladas por la dictadura, entre otros.

Estos factores, además de los que conciernen a la persecución política y la censura, han generado un entorno en el que las “elecciones” no pueden ser consideradas libres ni justas, por cuanto, el proceso planteado para el 28 de julio no puede ser catalogado como elección.

A pesar de esto, las elecciones en Venezuela siempre han representado algo más profundo y significativo que un mero proceso de votación. Se han convertido en momentos de alta movilización y desafío al régimen, tal como se experimentó en el caso de la elección regional de Barinas, en la que un candidato sustituto terminó derrotando al autoritarismo en uno de sus principales bastiones históricos. En el momento de la votación, el poder de facto de Maduro puede ser temporalmente cuestionado por la voluntad popular, la fuerza armada y el Consejo Nacional Electoral, situación en la que, aunque no se pueda hablar de elecciones, se configura un espacio para una transición política.

El término “stunning election” se refiere a procesos electorales que, a pesar de estar viciados o manipulados, tienen un impacto sorprendente en el panorama político de un país. En Venezuela, este proceso ha servido como catalizador de la movilización masiva de la población en desafío directo al régimen autoritario, como ya sucedió en 2015 en la elección parlamentaria en Venezuela. Estos procesos no son simplemente un medio para elegir el ocupante de un cargo, sino una oportunidad para que la mayoría de los ciudadanos expresen su descontento y demanda de cambio.

La situación en Venezuela ha visto cómo, una y otra vez, la oposición ha logrado unificarse en torno a un liderazgo claro, como se evidenció en las primarias recientes, donde la candidatura electa fue inhabilitada ilegalmente por el régimen. A pesar de estas restricciones, hoy no hay duda de la ventaja de la oposición representada por Edmundo González Urrutia, todas las encuestas predicen claramente una amplia victoria de la oposición, reflejando un deseo abrumador de cambio en la población.

Este fenómeno, que incrementó el caudal electoral arrojado por la primaria y la legitimidad de María Corina Machado trasladada a Edmundo González, hasta ese momento absolutamente desconocido, fue construido una vez más por los venezolanos, tras varias etapas durante más de 20 años de lucha, reuniendo así varios factores asociados a las “stunning elections”: movilización masiva, desafío al régimen, una clara demostración de intención de cambio y lo que ha sido el factor racional común para enfrentar a la dictadura: LA UNIDAD.

El papel de la comunidad internacional

La comunidad internacional tiene un interés vital en el proceso del 28 de julio en Venezuela, no solo por cuestiones vinculadas al rescate de la democracia y la violación sistemática de los derechos humanos, sino también por razones prácticas y geopolíticas. Una transición exitosa en Venezuela podría abordar el origen de la crisis migratoria en América Latina, producto del desplazamiento de millones de venezolanos debido a la crisis económica y la represión política. Adicionalmente, lograr estabilidad mínima en Venezuela tendría un impacto positivo en la región, frenando la expansión del crimen organizado y devolviendo regularidad operativa al continente.

La atención y presión internacional son cruciales para garantizar que estos procesos, aunque viciados, puedan ser aprovechados al máximo para promover una transición pacífica y democrática. La vigilancia y el apoyo internacional pueden ayudar a garantizar que los esfuerzos de la oposición, a través de la dirigencia y la población venezolana no sean en vano, proporcionando un contrapeso al control dictatorial que hoy ejerce el régimen y por supuesto conseguir un socio estable en materia energética, solo posible en democracia.

Aunque no es elección, sí es oportunidad

Finalmente, aunque el proceso del 28 de julio en Venezuela no pueda ser considerado como elecciones debido a las numerosas irregularidades y manipulaciones del régimen de Nicolás Maduro, hitos como estos ofrecen una oportunidad única para orientar la movilización y el desafío hacia la transición política. Interpretando el concepto de “stunning election” en este contexto, se puede entender como, incluso en un sistema represivo contrario a los valores de la libertad, votar y participar pueden convertirse en poderosos actos de resistencia conducentes al cambio.

La comunidad internacional tiene el compromiso histórico y político de continuar apoyando estos esfuerzos, reconociendo la importancia de estos momentos para el futuro de Venezuela y la estabilidad de toda la región.