“EL BARCO SE HUNDE” No hay carnet ni cuarentena que valga cuando lo que galopa es el hambre

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Si en Catia y en Petare no han entendido que es mejor quedarse en casa que aglomerarse en las calles no es porque los vecinos sean temerarios, sino porque el régimen no ha hecho su trabajo de informarles sobre las consecuencias del contagio con covid-19.

Por El Nacional

Si la gente que tiene acceso a cierta información confiable duda de las cifras que todos los días reportan es porque está acostumbrada a que el régimen mienta con cualquier cosa. No son capaces de admitir su ineficiencia y mucho menos valoran la verdad en casos tan graves como los que están golpeando al mundo entero.

En medio de tanta incertidumbre, el jefe del régimen se atreve a regañar públicamente a la vicepresidente porque todavía hay 9 enfermos con covid-19 recluidos en sus casas. “Las condiciones están dadas», afirma, para que estos pacientes sean trasladados a clínicas privadas o CDI.

¿Cómo pueden los venezolanos confiar en esas condiciones si ni siquiera tienen agua para lavarse las manos? Hay zonas del país que tienen más de 15 días sin recibir el servicio.

¿Les parece a los jerarcas del régimen algo insólito en hecho de que los habitantes de las barriadas más populosas se lancen a las calles a buscar el sustento? Pues no debería. Y mucho menos la solución es repartirles un carnet para organizar las salidas. Es demasiado pedirle a una madre soltera con 5 hijos que los deje solos para ir a llenar un pipote de agua en alguna quebrada.

Las condiciones están dadas, pero para que la situación empeore. Y no es que queramos ser aves de mal agüero. Pero no se puede dejar pasar la realidad de que tampoco hay gasolina y que en cualquier momento la escasez de alimentos será palpable. Aunque el jefe del régimen diga que está dispuesto a ayudar a empresarios y comerciantes.

Las peleas por las bolsas CLAP, la aglomeración de gente que necesita ese sustento para comer, indican que no hay carnet ni cuarentena que valga cuando lo que galopa es el hambre.

Y como si fuera poco, Caracas se incendia por los cuatro costados y sus ciudadanos se ahogan porque no hay agua ni para apagar incendios. Parecieran las siete plagas de Egipto.

Pero lo que le preocupa al jefe del régimen son los nueve enfermos que están en sus casas. ¿Es tan ciego que no puede ver que el barco se le hunde? ¿Por qué no se sacrifica él para salvar a todos los venezolanos?