El chavismo ha utilizado diversas estrategias para desacreditar y socavar el proceso de la primaria opositora en Venezuela, que se llevará a cabo el 22 de octubre. El primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, ha liderado una campaña constante para cuestionar las primarias y a los candidatos opositores. El presidente Nicolás Maduro ha acusado a los aspirantes de buscar la destrucción económica del país, mientras que Cabello ha afirmado que las elecciones están controladas por Estados Unidos y que no se celebrarán como están planificadas.
El chavismo ha aprovechado los desacuerdos entre los opositores para debilitar aún más su posición, criticando constantemente cualquier tropiezo en el proceso. Además, han sugerido investigaciones sobre el financiamiento de las primarias y han acusado a los organizadores de malversar fondos.
Los seguidores del PSUV también han protagonizado actos de violencia contra los candidatos opositores en varias regiones del país. Esto ha generado denuncias de agresiones contra la militancia opositora. Por otro lado, algunos dirigentes chavistas han criticado a los opositores por promover una elección después de años de llamar a la abstención y cuestionar la transparencia del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Sin embargo, las críticas no solo provienen del chavismo. Algunos opositores disidentes y exmiembros de la comisión organizadora de las primarias también han señalado errores y advertido sobre un posible fracaso. Incluso ha habido amenazas de suspensión del proceso por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), luego de que se admitiera un amparo constitucional presentado por el precandidato presidencial independiente Luis Ratti.
Ratti ha argumentado que su denuncia no busca sabotear la elección ni tiene relación con el oficialismo, sino que busca depurar a la oposición. Sin embargo, el TSJ aún no ha tomado una decisión al respecto.
Por otro lado, María Carolina Uzcátegui, exvicepresidenta de la comisión organizadora, ha planteado cuestionamientos sobre las primarias, como la insuficiencia de centros de votación y la idoneidad de los mismos. Uzcátegui ha dejado claro que cuestionar no es implosionar, sino advertir sobre las deficiencias del proceso.
Varios políticos y miembros de la sociedad civil también han expresado su preocupación por organizar una elección sin el apoyo del CNE, considerándolo inviable y generador de abstención entre los electores. Incluso el partido opositor Fuerza Vecinal ha solicitado la suspensión y replanteamiento del proceso, argumentando que las condiciones no están dadas y que el fracaso de las primarias sería una victoria para el gobierno.
En conclusión, el proceso de la primaria opositora en Venezuela ha enfrentado numerosos obstáculos y críticas por parte del chavismo y de opositores disidentes. A pesar de esto, se espera que la elección se lleve a cabo el 22 de octubre, aunque persisten las preocupaciones sobre su transparencia y viabilidad.