El día 26-4-21 el ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, publicó un comunicado en el que informó acerca de las operaciones en Apure. Fue un comunicado que dejó mucho que desear por la opacidad en la información. La impresión que tengo -y no es algo que me alegre o lo vea como una suerte de “justicia” porque militares han reprimido a civiles en Venezuela- es que las bajas son de nuestros soldados. Una operación militar se gana primero en la opinión pública. Con comunicados como los del día 26 de abril, las FAN pierden la batalla en la opinión. El alto mando haría bien en recordar a Sun Tzu porque informar es parte esencial para lograr una victoria militar y política
– El día pasado 26 de abril el ministro de la defensa, general Vladimir Padrino López, publicó un comunicado para informar acerca de las operaciones militares en Apure, luego de un fin de semana de muchos rumores sobre ataques y considerables bajas de soldados venezolanos.
De entrada, respaldo a las FAN en esta operación contra grupos irregulares. Las razones sobre por qué lo hace ahora y no antes, las traté en dos artículos que escribí para El Cooperante el 16 de marzo y el 5 de abril.
Por supuesto, mi respaldo no es a ciegas. Si en alguna área se requiere rendición de cuentas, es en las operaciones militares. No por casualidad, en nuestra constitución se reserva al Parlamento autorizar el “empleo de misiones militares”. Cuando el artículo 326 habla de la “corresponsabilidad Estado y de la sociedad civil” en la seguridad de la nación, lo hace en términos de igualdad. Esta supone informar a la sociedad civil. Esta no es solo cantera de donde viene el personal militar. No es solo proveedora de hombres y mujeres para el servicio, sino el espacio para el debate plural sobre la seguridad y lo militar. La corresponsabilidad es igualdad, no subordinación de un espacio a otro. El constituyente lo pensó así porque es una manera de supervisión civil y comunicar, en la famosa frase de Clemenceau, que “la guerra es un asunto muy serio para dejarla solo en manos de los militares”.
La constitución de los EUA reserva al congreso declarar la guerra. Los presidentes han sorteado esta disposición, y apenas la ha declarado 5 veces aunque ese país tiene más de 5 guerras en su historia, pero la lógica es similar: la sociedad tiene derecho a estar informada en los temas de defensa, más si sus ciudadanos servirán en las FF.AA con el riesgo de morir.
Los presupuestos militares también quitan a la inversión civil. La famosa disyuntiva de Samuelson: cañones o mantequilla ¿Por qué debería ser así? ¿Es la seguridad más importante que la salud o la educación? Por eso el seguimiento a lo militar desde la sociedad civil es importante. Puede ser desde la escritura como hizo Susan Sontag luego del 9/11 con una posición muy crítica o desde la formalidad de los estudios de las relaciones civiles-militares. Pero hay que hacerlo. Es mejor una crítica oportuna a estar como observo en los EUA, con arrepentimiento por no haberla hecho antes o haberla hecho con más fuerza -por ejemplo antes de Irak o lo largo del conflicto en Afganistán- porque la opinión pública de ese país siente que no se hizo, y que la sociedad norteamericana fue llevada a una guerra por “expertos” -los famosos “spin doctors” que también abundan en Venezuela, e igualmente “expertos en guerras”- que son buenos para llamar a la ofensiva, pero desaparecen o adoptan un bajo perfil cuando la guerra no resulta como dijeron sería, situación que casi siempre pasa.
Si bien reitero que respaldo a las FAN en sus operaciones para combatir a grupos insurgentes dentro de nuestro territorio, hay puntos sobre los que la institución debe rendir cuentas e informar a la opinión pública. Uno, la señalada masacre de El Ripial ocurrida luego que se anunciaron las operaciones el día 21-3-21. El Fiscal Saab comunicó que se desplegó un equipo en Apure para investigar todas estas denuncias. El Defensor del Pueblo habló en términos similares. Sin embargo, hay un silencio demasiado largo, demasiado preocupante, demasiado sospechoso sobre esta acusación. Es hora que tanto el Fiscal como el Defensor informen al país de sus hallazgos o conclusiones.
Pero mi crítica es a los comunicados del general Padrino. No son buenos. Los dos primeros comunicaron hechos y si bien faltó más información, ofrecieron algunos datos a la opinión pública. Pero el del 26 de abril no estuvo a la altura de lo que uno supone pasó allí. El comunicado señala que:
“La Fuerza Armada Nacional Bolivariana informa, que en las últimas setenta y dos (72) horas se vienen desarrollando cruentos combates con los grupos irregulares armados colombianos, específicamente en sectores despoblados al oeste de La Victoria, municipio Páez del estado Apure; como parte de la operación Escudo Bolivariano 2021 iniciada el pasado 21 de marzo de los corrientes.
“En tales enfrentamientos hemos infligido un importante número de bajas a los precitados grupos, logrando la destrucción de instalaciones temporales que pretendían usar para sus actividades delictivas; de igual modo fueron capturados varios sujetos que están aportando valiosa información de cara a próximas acciones. Lamentablemente también fallecieron algunos de nuestros efectivos cuyos cuerpos están siendo identificados mediante la necropsia correspondiente; así mismo, otros resultaron heridos y reciben la debida atención médica en la red sanitaria militar y pública. Exaltamos el valor, el honor y el amor patrio de tan insignes soldados, quienes ofrendaron y continúan arriesgando sus vidas en defensa de la soberanía y la integridad territorial de la nación” (subrayados nuestros).
La crítica es ¿qué rayos significa “algunos de nuestros efectivos”? ¿Puede hablarse de “algunos” cuando son soldados de carne y hueso, con nombre y apellido, con familia, con historia? El “algunos” no enaltece el sacrificio máximo de los profesionales. El ministro dejó sin aclarar los “algunos”. Nos enteramos de quienes son por las cuentas de las fuerzas. La del Ejército y la de la Marina, que publicaron sendas notas de condolencias por la muerte de 4 efectivos de cada fuerza, para sumar 8 soldados fallecidos en enfrentamientos que uno supone fue en Apure.
Lo irónico de la falta de información es que los vacíos los llenan los rumores. Murmullos que son aprovechados para meter el tema Apure dentro de la lucha por el poder que hay en Venezuela. Las muertes de los militares se instrumentalizan dentro de esa lucha, como muertes para defender al país de la “oligarquía colombiana” o que son enviados a morir “para defender a Márquez y a Santrich”. Las muertes pierden su significado, y pasan a ser instrumentos de lucha política. Los compañeros fallecidos son ahora “bargain chips” de la lucha política venezolana.
Con informar al país se reduciría el uso instrumental de la realidad de las operaciones en Apure. Pero también la opacidad muestra inseguridad del alto mando. Que se comunique de una forma tan deficiente, lo que revela es que la situación en Apure es complicada. Tango la impresión que no vamos bien. No es la arenga optimista de “los expulsaremos”. Toda guerra irregular por definición es complicada, pero en el caso de Apure, noto dos planos retóricos. El de los jefes militares con un discurso de guerrear, y el del conflicto en sí, con informaciones nada halagadoras por las bajas que se saben. Hasta ahora, registro 13 bajas y al menos 34 heridos desde el 21 de marzo de 2021.
Un manejo con mayor sensibilidad, mejor nivel en los términos para explicar las operaciones, y transparencia de cara al público, con la reserva de las informaciones clasificadas, ayudará a que esta operación genere en la opinión mayor interés y no sea objeto de rechazo, manipulación, o indiferencia.
El ministro debe saber que una guerra se pierde primero en la opinión pública y luego en el campo de batalla. Es la famosa frase que se hace de Sun Tzu que “el mejor general es el que gana la batalla antes de que ocurra”. Se gana antes porque se vence en la opinión pública, en el ánimo propio y en el del adversario. Luego, esa victoria se manifiesta en el campo de batalla.
Así pasó con Vietnam, guerra que se perdió primero en la opinión pública norteamericana y luego se vio en la caída de Saigón el 30 de abril de 1975. Igual puede decirse de la guerra en Afganistán, guerra que se perdió por la indiferencia de la opinión pública de los EUA. Es una guerra particular de los militares y del establishment norteamericano que vive de la inercia de ese conflicto, que Biden rompió con su anuncio de retirar las tropas del país de Asia Central.
Con la pésima información que ofrece el ministro de la Defensa, se corre el riesgo que en el estado llanero pase lo mismo. Un gran indiferencia de la opinión pública o rechazo. Una “guerra lejana”, que tendrá el efecto contrario al que debería tener. Que la sociedad se interese en ese conflicto, y con ojo crítico le haga seguimiento, para apoyarlo o cuestionarlo, pero con la meta que el Estado preserve sus espacios y se logre una victoria militar y política. Es la democracia. Incluso, así las críticas parezcan poco patrióticas que no serán las que yo haga o las que comparta –“las FAN son valientes para perseguir a manifestantes, pero no para pelear contra insurgentes”, un comentario que me parece muy bajo- pero ese es pluralismo. Las FAN debe tener solidez institucional y profesional para escuchar y procesar las críticas y los reconocimientos. Eso comienza por una información precisa y transparente.
El alto mando pudiera informar a la institución y a la opinión pública. En otras épocas, el antiguo Congreso ya tuviera una comisión especial para analizar los hechos, pero hoy eso es mucho pedir. Aunque la AN tiene una buena representación de diputados militares, varios que formaron parte del alto mando, no parece un tema prioritario. Pudiera crear una comisión especial para tratar este importante asunto. Digo tratar, no investigar, porque primero hay que conocer la lógica de las operaciones militares. La cantidad de bajas y heridos sí es una señal para que las FAN evalúen su estrategia. Victorias operacionales o un despliegue operacional no garantizan éxito estratégico.
No hay nada peor para un soldado que el olvido. Es el riesgo de Apure. Que sea un conflicto que se lo trague la inercia y genere un status quo de bajas, heridos, calamidades para la población civil, el uso instrumental de ese conflicto, y el olvido de quienes allí mueran. “Los viejos soldados nunca mueren” dijo MacArthur. En venezolano, “Los viejos soldados no son algunos, tienen nombre y apellido”. El Ministerio de la Defensa no puede permitir que una deficiente información coadyuve a que las acciones militares en Apure queden en el olvido junto a los fallecidos y heridos.