Más de 2.900 personas murieron como consecuencia del terremoto de magnitud 6,8 en la escala de Richter que sacudió el viernes la zona del Alto Atlas, en el centro de Marruecos, según un nuevo balance oficial de víctimas divulgado este martes por el Ministerio del Interior marroquí.
En concreto, el Gobierno tiene documentados ya 2.901 fallecidos, mientras que la cifra de heridos asciende a 5.530. Sólo en la provincia de Al Hauz han muerto 1.643 personas, mientras que en Tarudant el dato asciende a 976, según un informe que da cuenta de muertes en una decena de regiones.
Los servicios de emergencia de Marruecos continúan desplegados en las zonas damnificadas, hasta donde sólo han podido acceder equipos enviados por cuatro países -España, el Reino Unido, Qatar y Emiratos Árabes Unidos-, puesto que Rabat no ha aceptado la ayuda ofrecida por otros gobiernos alegando razones logísticas.
El rey de Marruecos, Mohamed VI, visitó este martes el Hospital Universitario de Marrakech, donde se recuperan decenas de heridos. Tras varios días de silencio y ninguna aparición pública, el monarca alauí se dejó ver por primera vez después del desastre del viernes, si bien su visita al hospital de Marrakech apenas se ha prolongado por 20 minutos, según recogió el portal Le 360.
Por otro lado,el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informó que unos 100.000 niños se han visto afectados por el terremoto y llamó a responder a las necesidades de los menores y a tener en cuenta que aún pueden producirse réplicas.
En total, la ONU estima que más de 300.000 personas se han visto afectadas en Marrakech y en la zona del Alto Atlas. Unicef aún no ha podido verificar cuántos niños pueden haber perdido la vida, pero sí ha recordado que en 2022 se calculaba que la infancia representaba casi una tercera parte del conjunto de la población.
La agencia ya ha movilizado personal humanitario para apoyar la respuesta inmediata pero ha recordado que, más allá del corto plazo, surgen otras necesidades. Así, numerosas familias se han quedado sin hogar en una época del año en que las temperaturas ya comienzan a descender drásticamente durante la noche. Además, también han resultado dañadas instalaciones como escuelas u hospitales, lo que provocar efectos colaterales en los niños, según Unicef.
Réplicas fuertes
El terremoto de magnitud 6,8 del viernes a última hora dejó hasta el momento alrededor de una treintena de réplicas que superan la magnitud 3, según el Centro Sismológico Euro-Mediterráneo (CSEM), que ha detectado una menor actividad sísmica en los últimos días.
Un movimiento telúrico como el del viernes suele dejar tras de sí una serie de réplicas que también pueden alcanzar niveles peligrosos, si bien en el caso de Marruecos la mayor tuvo lugar apenas después del terremoto inicial, con una magnitud de 4,8. El sábado por la mañana, no obstante, también se alcanzó el 4,2 en la escala de Richter.
La situación parece ahora más estabilizada –el lunes se registraron únicamente dos réplicas, con magnitudes 3,4 y 3,6-, según el CSEM, que aglutina la información recogida por los sismógrafos de institutos oficiales de toda Europa e incluso de varios países del norte de África, como Marruecos.
El Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS) estima que uno de cada 20 terremotos como el de Marruecos deriva en una réplica similar o incluso superior en la semana siguiente, si bien fuentes de este centro consultadas por Europa Press han apuntado que la probabilidad de que sea así disminuye con el tiempo.
El escenario más frecuente, al que el USGS concede una probabilidad del 98%, pasa por una progresiva reducción tanto del número como de la magnitud de las réplicas, de tal manera que sólo se contemplen movimientos moderados que, en algunos casos, pueden afectar a estructuras ya debilitadas en la superficie.
Otro escenario, que ronda el 2% en cuanto a probabilidad, sí prevé una o más réplicas de magnitud superior a 6, mientras que habría menos del 1% de posibilidades de que Marruecos sufriese a corto plazo un seísmo que supere los niveles del ocurrido el 8 de septiembre. Llegado el caso, este segundo terremoto derivaría en sí mismo en su propia secuencia de réplicas.
Problemas para la ayuda humanitaria
Asimismo, el potente sismo del viernes ha supuesto un gran desafío para los servicios de rescate y las agencias de ayuda humanitaria, que se enfrentan a la falta de acceso a las comunidades más vulnerables en zonas remotas del Alto Atlas.
El temblor ha dejado a miles de personas en la calle, a la intemperie y sin recursos a su alcance. Najwa Mekki, directora de comunicación de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), señaló en declaraciones a Europa Press que la situación “dificulta aún más” la tarea de los equipos de rescate.
“Muchas familias duermen al raso, expuestas a los elementos. Necesitan alimentos, cobijo, salud, agua potable y protección”, alertó Mekki, que ha puntualizado que los corrimientos de tierra han hecho que muchas carreteras “sean intransitables” a pesar de que la mayoría de los hospitales funcionan.
En este sentido, manifestó que el terremoto afectó a zonas remotas, entre comunidades “ya de por sí vulnerables” que necesitan productos básicos cuanto antes, como alimentos y tiendas de campaña, entre otros.
Un gran número de familias siguen atrapadas bajo los escombros debido a las réplicas y las difíciles condiciones geográficas siguen obstaculizando la posibilidad de llevar a cabo intervenciones de búsqueda y rescate.
“Sabemos que a medida que se conozca la magnitud de las necesidades de la población, la ayuda adicional será fundamental y estamos preparados para apoyar al Gobierno y al pueblo de Marruecos”, dijo Mekki, si bien las autoridades marroquíes no han presentado solicitud alguna para que la ONU coordine los esfuerzos sobre el terreno y únicamente han dado el visto bueno a la ayuda procedente de unos pocos países.
No obstante, advirtió que son precisamente las autoridades marroquíes las que “están liderando la respuesta y han desplegado ingentes esfuerzos, incluido personal y equipos médicos”. Así, destacó que el Ejército colabora “estrechamente” con los equipos internacionales de búsqueda y rescate que han empezado a llegar. “Las comunidades locales, los voluntarios y la población de todo el país han prestado apoyo inmediato a las familias afectadas”, destacó.
Las unidades de protección civil, por su parte, trabajan para garantizar un aumento de las reservas en los bancos de sangre y el suministro de recursos vitales a la zonas afectadas, mientras los equipos de la Media Luna Roja Marroquí (MRCS) continúan respondiendo sobre el terreno brindando primeros auxilios, apoyo psicosocial y ayudando al traslado de los heridos a los hospitales.
Cae la esperanza de hallar sobrevivientes
Los efectivos desplazados por las ONG Bomberos Unidos sin Fronteras (BUSF) y Bomberos para el Mundo hasta la zona de Marruecos afectada por el terremoto descartan casi al 100% poder encontrar a alguien con vida bajo los escombros cuatro días después del siniestro.
En declaraciones a EFE, el presidente de BUSF en Huelva, Antonio Nogales, que se encuentra en la zona, señaló que se espera que este martes prosigan con las tareas iniciadas ayer de apoyo al ejército en distintos puntos para descartar la existencia de supervivientes antes de meter maquinaria pesada.
“A partir de ahora empiezan ya otro tipo de riesgos con el tema de las epidemias por la descomposición, además, quieren enterrar a sus seres queridos, por eso quieren meter maquinaria pesada para agilizarlo todo”, apuntó Nogales.
Esperan que la mañana de este martes continúen con esas labores, aunque “las posibilidades de que haya personas vivas casi se descarta. No podemos decirlo así porque imagino que todavía se puede dar alguna situación de algún rescate, pero las posibilidades ya han disminuido mucho”, precisó.
Hasta el Alto Atlas, epicentro del terremoto que sacudió Marruecos hace cuatro días, se ha desplazado también un equipo de la ONG Bomberos para el Mundo. Uno de los efectivos que forman parte de este equipo, Jair Pereira, explicó a EFE que están trabajando en una de las zonas más devastadas por el seísmo, donde son pocas las viviendas que han quedado en pie.
“Hay un grado muy alto de devastación”, afirmó Pereira, que atribuyó esta situación a la intensidad del terremoto y a la tipología de las construcciones, en su mayoría de adobe, un material que se deshace rápidamente y no deja bolsas de aire.
Los rescatistas de Bomberos para el Mundo no han hallado a nadie con vida en estos días y la curva de supervivencia disminuye cada minuto, por lo que ven difícil que pueda haber gente viva sepultada. “Pero vamos a seguir buscando supervivientes con la misma intensidad que el primer día, aquí seguiremos hasta que nos digan lo contrario”, subrayó Pereira.
Este bombero malagueño remarcó que la coordinación de los equipos de rescate es buena. Hasta el Alto Atlas está llegando además una gran cantidad de agua y comida que es repartida en vehículos e incluso en burros por las poblaciones afectadas.
(Con información de EuropaPress y EFE)