El sol aún no sale, son las 5:18 cuando comienza el “bingo”: un bombo de juguete empieza a girar con 10 esferas marcadas del 0 al 9 que definen el esquema del día para surtir gasolina ante una nueva ola de escasez en Venezuela.
El sorteo puesto en marcha desde la semana pasada por el gobernador del andino estado Mérida (oeste), el oficialista Jehyson Guzmán, asigna a diario estaciones de servicio a vehículos según el terminal de su número de matrícula, mientras los venezolanos reviven una vieja pesadilla: filas que pueden prolongarse por días a la entrada de las gasolineras.
Un hombre con un computador portátil dice el nombre de una gasolinera. A continuación, el bolillero morado gira, deteniéndose luego dos veces.
“Salió el número 5″, dice el propio gobernador Guzmán al tomar una primera bolita en el sorteo, que transmite por su cuenta en Instagram a manera de guía para los conductores. “El siguiente número es el 6″, agrega al tomar una segunda esfera.
Así, este día, las matrículas de los autos que finalizan en 5 y 6 pueden abastecerse en la primera gasolinera mencionada.
Transmitido en vivo por radio, el sorteo repasa a diario cada estación en el estado, asignándole números a cada una. Al agotarse las 10 esferas, vuelven a introducirse en el bombo para continuar el bingo.
Los resultados son publicados en Instagram.
“La gente sale disparada de sus casas (…) en busca de gasolina y llegar pronto a las bombas. Solo trabajan hasta la una o las dos de la tarde y los domingos no abren”, relata a la AFP Dicxon Rodríguez, de 40 años y obrero en una escuela, mientras hace fila en una gasolinera merideña.
Camiones de remolque se alinean a lo largo de una avenida para llenar sus tanques en una gasolinera como parte de una creciente escasez de diésel, en Caracas, Venezuela, 5 de marzo de 2021. REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria
Sed de combustible
Antigua potencia petrolera de capa caída, Venezuela ha sufrido escasez de combustible por más de una década, profundizada por el contrabando hacia los vecinos Colombia y Brasil. Descomunales subsidios hacían que la gasolina fuese prácticamente un regalo: un huevo en un supermercado costaba en 2019 el equivalente a 90 millones de litros de gasolina… y no es un error.
Las tarifas fueron dolarizadas en 2020, fijadas en 50 centavos de dólar por litro, aunque se mantienen estaciones con combustible subsidiado.
Tras meses de mejoras en el abastecimiento, la escasez vuelve a ganar terreno en la provincia, pues Caracas, la capital, es favorecida con una mejor distribución.
En este contexto, que alimenta un mercado negro en el que la gasolina se vende por encima de 1 dólar el litro, el extravagante bingo en Mérida es visto con buenos ojos por Mario Vargas, un ingeniero de 69 años.
“Una vez (…) estuve seis días y cinco noches haciendo una cola y cuando llegue a la estación me surtieron solo 30 litros”, medio tanque de un auto utilitario, recuerda Mario en una fila. “Si hubiera venido en aquella época en las mismas circunstancias, a la misma hora, un día como este, estuviera muchísimo más lejos, a kilómetros de distancia de aquí”.
En 2020, en el pico de la pandemia de covid-19, otro estado, Portuguesa (oeste), implementó un bingo para asignar cupos en gasolineras, aunque el mecanismo tuvo corta vida.
Imagen de archivo del logo de la petrolera estatal venezolana PDVSA en una gasolinera en Caracas, Venezuela. 17 mayo 2019. REUTERS/Iván Alvarado
“Sumergida en el caos”
A casi 1.200 km de distancia de Mérida, al otro lado del país, Ana Graterol se siente “sumergida en el caos” entre interminables filas en gasolineras en Puerto Ordaz, estado Bolívar (sur).
“Se ha agudizado más la situación”, cuestiona esta mujer de 42 años mientras aguarda con la esperanza de llenar el tanque en una de las estaciones de tarifas subsidiadas. Pasará la noche en vela.
Amuay y Cardón, principales refinerías de este país, han tenido paralizaciones por dificultades técnicas en los últimos días, según sindicalistas petroleros, empeorando el panorama. La estatal PDVSA, sin embargo, no ha reportado problemas.
“Muchas personas no aguantan y se van”, expresa Elibia Mendoza sobre las largas esperas.
No es una alternativa para esta transportista en una nación en crisis con alta inflación: “No todos tenemos (dinero) para echar (gasolina) dolarizada”.