Marlon Bermúdez venderá su casa, fruto de tres décadas de trabajo en la refinería más grande de Venezuela para sobrevivir. Decepcionado, se declaró en huelga de hambre junto a otros jubilados petroleros que reclaman los ahorros que guardaron para su vejez.
Él y sus compañeros exigen los dividendos de un fondo de ahorros al que destinaron 3% de sus ingresos mensuales durante décadas para asegurarse una «vejez digna».
La situación de Marlon, de 59 años, refleja las limitaciones que padecen más de 37.000 jubilados de Petróleos de Venezuela (PDVSA), víctimas del colapso de esta compañía estatal salpicada por múltiples casos de corrupción.
Lo que viven es la antítesis de una época donde los trabajadores petroleros cobraban altos salarios que permitían una vida de lujos, además de contar con seguros médicos ilimitados y jubilaciones doradas.
Cada jubilado debería cobrar unos 660 dólares cada mes producto de los intereses del fondo de jubilación donde cotizaron, pero solo reciben 180.
AFP