La enfermedad de Parkinson es una condición neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso central y se caracteriza por la pérdida progresiva de neuronas en una región específica del cerebro. Esta pérdida neuronal conduce a una disminución en los niveles de dopamina, una sustancia química clave para el control del movimiento en el cerebro.
Recientemente, investigadores del Instituto Florey y Austin Health en Melbourne, Australia, han realizado un importante avance en la detección temprana de la enfermedad de Parkinson. Según su estudio publicado en la revista Neurology, han demostrado que es posible identificar signos de la enfermedad hasta 30 años antes de que aparezcan los primeros síntomas.
La neurodegeneración asociada con la enfermedad de Parkinson ocurre a lo largo de aproximadamente 33 años, con una fase inicial de degeneración en una región del cerebro llamada putamen posterior. Después de esto, pasan otros 6,5 años hasta que aparecen los síntomas y otros 3 años hasta que se realiza el diagnóstico clínico. Este descubrimiento podría abrir la puerta a programas de detección y tratamientos preventivos mucho antes de que se produzcan daños irreversibles.
La enfermedad de Parkinson es una preocupación creciente a nivel mundial, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS). En su informe titulado «La enfermedad de Parkinson: un enfoque de salud pública», la OMS destaca la importancia de abordar esta enfermedad a través de políticas de salud centradas en la prevención, la educación y el acceso a tratamientos y atención médica.
Los investigadores en Australia utilizaron un compuesto sintético llamado 18F-AV-133, que se adhiere a una proteína en el cerebro conocida como VMAT2. Esta proteína está relacionada con la enfermedad de Parkinson, y la deficiencia de VMAT2 se ha asociado con la enfermedad. Mediante el uso de exploraciones de tomografía por emisión de positrones (PET), los investigadores pudieron detectar la enfermedad antes de que se presentaran los síntomas.
En el estudio participaron 26 pacientes con enfermedad de Parkinson, un grupo de control de 12 personas y 11 personas con trastorno de conducta del sueño de movimientos oculares rápidos (REM), que es un indicador significativo de la enfermedad de Parkinson. Las exploraciones PET realizadas a lo largo de dos años revelaron una pérdida significativa de neuronas en tres regiones clave del cerebro en pacientes con Parkinson y en una región clave en aquellos con trastorno REM.
Los resultados de este estudio sugieren que el compuesto 18F-AV-133 puede ser una herramienta más sensible para monitorear la neurodegeneración que los métodos actuales disponibles. El profesor Kevin Barnham, director del estudio, señala que la enfermedad de Parkinson a menudo se considera una enfermedad de la vejez, pero en realidad comienza en la mediana edad y puede pasar desapercibida durante décadas. Su objetivo final es detectar la enfermedad mucho antes y tratar a las personas antes de que se produzcan los daños.
Además, se ha descubierto que la enfermedad de Parkinson tiene una base genética, aunque también está influenciada por factores ambientales y de estilo de vida. La interacción entre estos componentes determina si alguien desarrollará la enfermedad. Sin embargo, la mayoría de la información genética sobre la enfermedad de Parkinson se ha recolectado de personas de ascendencia europea y del este de Asia, lo que ha llevado a un sesgo en la comprensión de la enfermedad en otros grupos étnicos.
Un estudio reciente realizado en América Latina ha demostrado que existe una superposición sustancial en la genética de la enfermedad de Parkinson en la población latina en comparación con los de ascendencia europea. Esto destaca la necesidad de investigar más a fondo la genética de la enfermedad en diferentes grupos étnicos para comprender mejor cómo interactúan los factores genéticos, ambientales y de estilo de vida en el desarrollo de la enfermedad y cómo prevenirla.
En resumen, los avances en la detección temprana de la enfermedad de Parkinson son alentadores. La capacidad de identificar signos de la enfermedad hasta 30 años antes de que aparezcan los síntomas podría permitir intervenciones preventivas y tratamientos más efectivos. Además, la investigación genética en diferentes grupos étnicos está arrojando luz sobre la base genética de la enfermedad, lo que podría conducir a enfoques más personalizados para la prevención y el tratamiento.