EL SHOW DEL DIÁLOGO: Discurso retador y táctico de Maduro antecede diálogo con garantías dudosas

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Nicolás Maduro llamó a nueva fase de diálogo con sus adversarios, pero ya adelantó sus condiciones. En un discurso a principios de junio fue tajante e hizo ver que lleva el control del proceso. El politólogo Piero Trepiccione señala que Maduro usa un lenguaje retador y pendenciero para desacreditar al adversario

TalCual

Nicolás Maduro llamó a nueva fase de diálogo con sus adversarios, pero ya adelantó sus condiciones. En un discurso a principios de junio en el que no dejó dudas, el gobernante fue tajante y lanzó señales que, de acuerdo a analistas consultados por TalCual, hacen dudar de las garantías y el desarrollo del nuevo proceso.

“Por fin logramos que se sentaran todos, yo quiero diálogo, en base a una agenda nacional de beneficio del país”, aseveró Maduro el 1 de junio.

Además, exigió que las reuniones sean públicas, que el país conozca los detalles y se celebren con “con cámaras y periodistas, con comunicados, fotografías, imágenes y transparencia, cero secretismos, como debe de ser”.

“En lugar de hacer que el otro coparticipe de una negociación por el bien del país, de una población que está sufriendo consecuencias terribles en su cotidianidad, Maduro más bien usa un lenguaje retador, pendenciero. Se trata de un lenguaje que busca desacreditar al adversario y arrogante porque se hace desde el poder, desde el control, la hegemonía del poder, desde un pedestal y no puede ser”, señala el politólogo Piero Trepiccione.

El analista puntualiza que el proceso de negociación que requiere Venezuela en este momento, que califica de «un volcán social que está a punto de estallar”, impone mucha humildad y escucha.

“El país necesita que las partes, más que imponer verdades, se escuchen, escuchar otras posiciones. Ese discurso no ayuda a dar pasos. Maduro siente que no hay una amenaza a su poder y que la oposición está muy dividida, muy fraccionada y eso lo ayuda en su accionar, y usar este lenguaje bajo esta naturaleza”, señala el politólogo Piero Trepiccione.

La intencionalidad del discurso
Hasta 2021 suman seis los capítulos e iniciativas del diálogo de los que se vanagloria la revolución, pero que no se han traducido ni en un viraje político o económico.

Para Piero Treppicione, la intencionalidad del discurso al que recurre Maduro para invocar el diálogo podría tener dos lecturas. La primera es que se siente suficientemente confiado y bajo control absoluto de la situación, y de allí se desprende la magnificación de sus peticiones en el predespacho de esta nueva fase de negociación.

El analista expresa que la segunda lectura es que el gobernante «busca exponer al tope su posición sobre el eventual proceso de negociación y que las concesiones que tenga que hacer no sean elevadas para él».

Por su parte, el sociólogo político Francisco Coello indica que «hay una batalla semántica que no es trivial. El régimen utiliza e insiste mucho en la palabra diálogo mientras los sectores democráticos hablan de negociación. Para el régimen, se habla del diálogo porque es una situación que le permite perder tiempo. Son expertos en perder tiempo a beneficio de ellos y para el mal de los demás».

Coello esgrime que del lado de las fuerzas democráticas se habla de negociación porque eso se traduce en sentarse y hablar seriamente con un plan, una agenda, unos objetivos y unos mecanismos concretos. «Sobre todo, y conceptualmente, en la mente de quienes participen en el proceso debe existir la disposición a que se den los intercambios: ‘Yo pierdo esto pero gano aquello».

Maduro destacó que «ese diálogo no es un diálogo de bobos, es un diálogo para plantear la cruda realidad de Venezuela con una agenda realista”.

Francisco Coello cuestiona que el gobernante quiera ofrecer la imagen de que fue él quien forzó el diálogo con sus adversarios.

«Maduro no forzó la situación porque todo régimen de este tipo no quiere dialogar ni mucho menos negociar, pero trata de venderse a los demás y a su propia gente: ‘Mira, los llevé al terreno del diálogo, en realidad ha habido mucha presión internacional», puntualiza Coello.

Asimismo, el sociólogo político subraya que el gobierno de Maduro cuenta con una «asesoría diabólica» como la cubana. «Los cubanos tienen más de 60 años engañando al mundo con diálogo, no es una asesoría de cualquier tipo, es un asesoría de altísimo nivel«, destaca.

El show del diálogo
Francisco Coello agrega que en los eventos como el del diálogo «hay una etapa de blufeo, sobre todo cuando no tienes gente seria».

Señala que esto se expresa en el lenguaje de Maduro que se dirige a los pocos seguidores que le quedan con el objetivo de que el proceso no sea percibido como una claudicación y, al mismo tiempo, tratar de acomplejar, de disminuir psicológicamente al adversario.

«La idea es tratarlo como si estuviera tres o cuatro escalones por debajo de èl», ataja. Afirma que esto se puso de manifiesto en los comentarios que hizo el gobernante del coordinador nacional encargado de Voluntad Popular (VP), Freddy Guevara.

Maduro acusó a Guevara de reunirse en secreto con el diputado Francisco Torrealba y de no asumir la situación, aunque el dirigente opositor confirmó el encuentro después. «No son capaces de dar la cara al país. Soy tu presidente, Guevara, te indulté y saliste de tu embajada. Ahora quieres ser candidato gracias a tu presidente Nicolás Maduro», dijo el gobernante.

Según el sociólogo político, en el lenguaje de Maduro sobre el diálogo se le percibe un discurso «sabrosón , sobrado, de guapetón que, evidentemente, no es el más indicado».

El mismo Guaidó ha rechazado las bromas que desde Miraflores se hacen sobre el proceso de negociación, un proceso que, insiste, interesa y compete a todo el país.

En su discurso, Nicolás Maduro ha dicho claramente las motivaciones que tiene para este nuevo llamado al diálogo que está contextualizado por la propuesta del Acuerdo de Salvación Nacional propuesto por el presidente de la Asamblea Nacional de 2015, Juan Guaidó, quien es reconocido por más de 40 países como Presidente interino.

«Este diálogo que se va a instalar debe plantear con crudeza todos los puntos de interés, como el levantamiento de las sanciones, reconocimiento de los poderes públicos, regreso de los recursos. Este es el clima que queremos crear ante las elecciones, de confianza”, esgrimió Maduro.

En ese matiz de la exposición, Maduro no saca de su discurso que las reuniones con la oposición sean públicas. Esta opción fue negada por Juan Guaidó el 3 de junio durante un acto en El Paraíso, cuando dijo: «Cualquier petición que tenga la dictadura que la lleve a la mesa. Una negociación de micrófonos no es una negociación, le resta seriedad al proceso. Nosotros hemos hablado de la disponibilidad de nuestros aliados al levantamiento gradual de sanciones de cara al cumplimiento de un acuerdo, por lo que no está llevando siquiera sus propuestas a la mesa».

Ya en 2014, tras las protestas contra su gobierno bajo la convocatoria de “La salida”, Maduro buscó un mecanismo de conciliación con la oposición y llamó a un encuentro, por la paz y el diálogo. La primera reunión fue en Miraflores y, además de dirigentes de la oposición, contó con la presencia de Unasur y el Nuncio Apostólico.

De tres en tres diálogo

«¿Qué nos ha mostrado la historia? En infinidad de casos, nos ha mostrado que los procesos se llevan tras bastidores con delegaciones oficiales que se reúnen en secreto, lejos de los focos y de la atención ciudadana para, precisamente, ir evolucionando y avanzar satisfactoriamente. Luego de que se consigan los acuerdos y se establezcan las bases sólidas, se firman, y las firmas de esos acuerdos es lo que es público», enfatiza Piero Treppicione.

Recordó que las negociaciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con el gobierno del vecino país se concretaron en Cuba mediante un proceso tras bastidores.

Sin garantías
El politólogo Fernando Spiritto destaca que el lenguaje de Maduro encarna un discurso táctico que no promete más allá del requisito de sentarse en la misma mesa que la oposición.

«Es un discurso engañoso basado en la mentira porque el gobierno no va a ceder en más nada, porque no está en su naturaleza y la cosa se lo podría poner peligrosa. Hasta allí llegaron, y lo que estaba buscando Maduro era la foto y la foto vale muchísimo en términos internacionales, un millón de dólares para él. El que vayan a dar garantías electorales, que vayan a llamar a elecciones presidenciales, que liberen a los presos políticos eso no está planteado”, asegura Spiritto.

Desde su perspectiva, el gobierno de Maduro no va a aportar más que lo que hizo al permitir que en la nueva directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE), electa en mayo por la Asamblea Nacional (AN) de Maduro, se incluyeran dos rectores principales de la oposición. Por eso el politólogo no duda en afirmar que está en marcha un juego desigual.

«Esto fue motivado por el ahogo financiero, que el gobierno lo está sintiendo, la presión internacional, las fallas de sus aliados, además el tema de legitimización internacional les ha pegado mucho», asevera.

Spiritto esboza que la oposición llega también a este nuevo round por necesidad, dado que su estrategia luce agotada y tiene cero capital político.

«El gobierno sabe que el levantamiento de los sanciones no lo va a hacer Estados Unidos porque se lo pida la oposición. El gobierno ofrecería algo muy bajo, si la oposición logra que se levante las sanciones, el gobierno va a dar garantías muy vagas y difíciles de cumplir», puntualiza.