Indira Alfonzo, la nueva presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, anunció con entusiasmo que todo está listo para las elecciones: «Queremos decirles que todo está dispuesto; solo faltas tú, con tu voto, con tu decisión, para que el 6 de diciembre elijamos a los parlamentarios y parlamentarias de la Asamblea Nacional”, dijo.
Pero en las calles no se vio el entusiasmo electoral de otros años en el cierre de campañas. Sin duda, la pandemia ha sido un factor que contribuye a la falta de interés del electorado. Pero un factor más relevante es la posición de los diputados opositores que continúan apoyando a Juan Guaidó y cuyos partidos no van a participar en las elecciones parlamentarias por tildarlas de fraude. Los países que apoyan a la oposición tampoco reconocerán los resultados de estas elecciones, asignando poca credibilidad al proceso, por lo que se estima que la abstención podría alcanzar un 70 por ciento. Las pasadas elecciones parlamentarias de 2015 registraron una alta participación, de un 73,62 por ciento.
Las elecciones parlamentarias no solo están enmarcadas en tiempo de pandemia, sino que en Venezuela también hay una severa crisis humanitaria compleja, además de 3 años de hiperinflación, colapso de los servicios públicos y una aguda escasez de gasolina que mantiene a miles de personas haciendo filas de horas y días para poder cargar combustible.
Ausencia del sector más importante de la oposición
Son varias las irregularidades que enmarcan estas elecciones que se realizan con el propósito de recuperar el parlamento en nombre del chavismo y legitimar los procesos electorales que desde el 2018 están siendo cuestionados por evidencias de fraude. El periodista político Pedro Pablo Peñaloza indica que «la oposición venezolana encabezada por Juan Guaidó decide no participar porque precisamente cuestiona el desempeño del CNE y su nombramiento. Hay que recordar que este CNE no se escogió según lo establecido en la Constitución, sino que se pasó por encima al parlamento y el chavismo lleva este proceso de designación al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), de manera que termina imponiendo un CNE a su medida. Claramente uno de los problemas que tiene esta elección viene de ese CNE, que no es considerado un árbitro imparcial».
Peñaloza considera claro que «no están dadas las condiciones para una elección transparente», comenzando por la ausencia del sector más importante de la oposición, encabezada por Juan Guaidó. «Hay que recordar que participan partidos que han sido intervenidos judicialmente por el mismo TSJ del chavismo, por lo que no puede considerarse que sean representativos de la oposición». En consecuencia, afirma que Maduro «marcha sin enemigos en este proceso. Lo que se espera es que tenga una mayoría de los dos tercios, dado que prácticamente corre solo». A su juicio, «esta elección ha sido diseñada para desplazar a la oposición, para liquidar a Juan Guaidó, a los principales partidos de la oposición venezolana. Ese es el plan del chavismo: arrasar con esa oposición. No por casualidad se está anunciando persecución judicial».
El factor internacional
La convocatoria a las elecciones parlamentarias ha sido cuestionada por gran parte de la comunidad internacional. La Unión Europea, la OEA, el Grupo Internacional de Contacto, el Grupo de Lima, han manifestado su rechazo.
En un intento por legitimar el proceso, Nicolás Maduro, ha anunciado que habrá más de 300 expertos internacionales quienes observarán el proceso electoral. Sin ofrecer mayores detalles, dijo que los expertos provienen «de los más importantes institutos de desarrollo de técnica electoral de América Latina y el Caribe. Vienen observadores internacionales de Europa, Asia, África, América Latina, el Caribe y de Estados Unidos inclusive”, según reseña el portal de Telesur.
Extraoficialmente se conoció que entre los observadores se encuentran miembros de la CEPAL, representantes de Rusia, Turquía y el Grupo de Puebla. Eloy Torres, internacionalista, diplomático, profesor de la UCV, considera que «es significativo que justamente Rusia y Turquía, cuyos gobiernos han sido acusados de violentar las reglas de juego electoral en sus países, sean los que vengan a pontificar y a darle su buena pro a un proceso que está plagado de acusaciones”.
Torres agrega que la sociedad venezolana es una sociedad dividida: «Hay unos que plantean la urgencia de participar, porque creen en la buena fe de los representantes de gobierno, mientras otro sector de la oposición rechaza abiertamente la participación, porque considera es un proceso amañado, manipulado. Esto multiplica la tensión interna que vive Venezuela y que se ha expandido a nivel internacional por cuanto el gobierno, en efecto, busca un proceso de legitimación internacional y quizá estas elecciones le caerían como anillo al dedo”.
A juicio del internacionalista, el hecho de que la Unión Europea, Estados Unidos y la OEA no reconozcan el proceso electoral, «genera una mayor tensión. Hay varios actores internacionales que se mueven en Venezuela, unos intentan legitimar el gobierno de Maduro y otros al gobierno interino de Juan Guidó, pero en la perspectiva de que sirva a los intereses de múltiples actores que se mueven a nivel global”.