¡ENTREVISTA EXPLOSIVA! Colette Capriles: “Maduro crea las crisis y genera la ilusión de que está a punto de caer”

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Para Colette Capriles, Nicolás Maduro es un «sobreviviente» que se ha encargado de proyectar una imagen que no se corresponde con la realidad. Su torpeza, su aparente torpeza, dice Capriles, es intencional. Y cree que a la oposición le falta definir su rumbo estratégico abandonando «la gestión por crisis», entendiendo que el proceso «en algún momento tiene que pasar por un pacto que nos lleve hasta la reinstitucionalización de la democracia».

PorDanny Leguízamo / El Cooperante

Colette Capriles es psicóloga social con postgrado en Filosofía. Es profesora en la Universidad Simón Bolivar, en el área de ciencias sociales y teoría política. Su área de investigación es filosofía de la democracia y del pensamiento anti-democrático.

Habituada como está Capriles a los debates de profundidad, no vacila en desnudar el origen de las fallas de la oposición y de la receta de Nicolás Maduro para permanecer en Miraflores, pese a los números de las encuestas y a los intentos de las fuerzas democráticas por desplazarlo del poder.

La más reciente encuesta de Datanálisis refleja un divorcio de más del 50% de los venezolanos con la clase política, tanto del chavismo como de la oposición. El chavismo está en mínimos históricos, y la oposición ha vuelto a caer ¿Por qué cree que esto está ocurriendo en medio de un contexto de una severa crisis económica?

Datanális lo que está haciendo es reflejar una tendencia histórica, no es algo que ocurrió ahorita, inmediatamente. Para mí tiene que ver con dos cosas: el empeoramiento de la vida cotidiana, que obliga a las personas a ocuparse de una realidad que no tiene que ver con la política. El liderazgo político está muy deteriorado en general. Hay un gran deterioro de los cuadros políticos y la dinámica de los partidos, que ya no son populares en lo absoluto.

Maduro, en el fondo, tiene una lógica de sobrevivencia, que fue lo que ocurrió tras la muerte de Chávez, y esa lógica de supervivencia la han impuesto a todo el país, incluso en la oposición. Y creo que además, uno de los errores que se ha cometido es subestimar el grado de resiliencia que significa que Maduro permanezca en el poder.

Si es conocido que se ha subestimado a Chávez y se subestima a Maduro ¿Por qué la oposición insiste en subestimar al régimen?

Porque se ve a Maduro como alguien extremadamente ineficiente para gobernar, lo cual es verdad. Esa ineficiencia, esa torpeza, para mí es deliberada. Pero el personaje que él construye, es el de alguien como el bobo de la clase, que le dicen lo que debe hacer. Pero no es así. Él es un tipo que tiene una experiencia política demasiado grande como para no saber en qué está. Esa impresión popular, de que es torpe, ha sido un factor distorsional.

Hay una lógica de que Maduro funciona de crisis en crisis. Como no es un tipo que gobierna normalmente, sino que crea crisis cuando no las tiene, genera la ilusión de que el gobierno está a punto de caer siempre. Yo no le echaría la culpa a una mala percepción de la oposición, es casi un ciclo orgánico de la crisis. Pero esa gerencia por crisis que tanto bien le ha hecho a Maduro que es muy desconcertante, hay que pensar en una fórmula mucho más lenta, que es lo que ha pasado también en las transiciones.

Las transiciones políticas son procesos largos y lentos. La Revolución Francesa duró 20 años y terminó con Napoleón más lejos que lo que uno pudiera pensar. Para mí el punto complicado, obstaculizante del pensamiento opositor, lo que pudiera llamarse la teoría del cambio, es que hay una posibilidad de que se puede controlar la transición. No solo controlarla, sino cómo se va a hacer, y ninguna transición política es perfectamente controlada de antemano.

La lógica de Maduro es vivir de las crisis
¿Piensa que la oposición no ha sabido enfocar su discurso?

Yo creo que ha habido una lógica de la crisis, como centro del discurso político. Una cosa es hablar de la crisis para que la gente reflexione sobre ella y se sienta identificado con la necesidad para cambiarlo, eso lo deber hacer todo político. Pero cuando la crisis se convierte en el concepto fundamental de la teoría del cambio, tenemos que mirar ese concepto con un poco más de cuidado: la crisis puede ser provocada por el adversario.

No se ha entendido que la lógica del gobierno de Maduro es vivir de la crisis, generar la crisis. Esa es su concepción del poder, es un aprendizaje que han tenido con la misma dinámica del poder. La crisis por sí misma no va a desalojarlos del poder. Este concepto de que la crisis por sí misma son transformadoras es un problema. Ese nivel del entusiasmo de la vida adeca que es inclusivo, hay que recuperarlo. Me refiero más que todo a la clase política.

¿No hay un debate ideológico?

No. Vivimos en una sociedad agotada. Lo que se le reclama a Juan Guaidó por la Operación Gedeón es que haya fracasado la operación. La gente dice no puede ser que estos tipos fracasen en todo. Cuando los eligen no tienen poder y cuando hacen una maniobra como esta, tampoco sirve. Yo creo que esa es la gran frustración que hay. Uno se da cuenta que la gente lo que está es harta, es decir, que salga Maduro como sea.

Usted dice algo sumamente interesante: que la gente quiere que Maduro salga como sea. Hay un sector de la oposición que argumenta lo que sigue: la calle fracasó porque no tenemos armas, la Fuerza Armada está corrompida y la única salida es la solución externa porque solos no podemos. ¿Cree que ese discurso de «solos no podemos» está golpeando en la psiquis del venezolano?

Evidentemente ahí como lo planteas, sí. Yo creo que es un discurso que no es político, sino de la víctima, que no funciona para cambiar nada. Eso, desde mi punto de vista, es un error político. El problema de esa postura es que es una postura meramente emocional, porque es un postura de antipolítica que hemos tenido en Venezuela desde el segundo período de Carlos Andrés Pérez: de la antipolítica en contra de los partidos.

Yo no me atrevo ni siquiera a hacer un análisis sobre el porqué esa postura todavía existe en Venezuela, pero se vale de la demagogia que quiere aprovecharse de la desesperación de la gente y le hace ofertas fantásticas. Primero es un lenguaje antipolítico y segundo, es contraproducente en cuanto a la movilización de la gente: favorece en definitiva el autoritarismo que pretende combatir.

Incluso, pongamos que en un escenario especulativo. Venezuela es un caso que pudiera tratarse con una acción de fuerza. Una premisa negada, pero la voy a desarrollar así hipotéticamente: aún así, tú no tienes que decir que no vas a negociar, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Es decir, hay que intentar ver cómo volvemos a una mesa de negociación, a mí me parece que ese es el objetivo estratégico. El proceso de negociación está ahí, sigue, está a temperaturas bajas para que se mantenga, pero está ahí y con ese instrumento es que creo que vamos a poder resolver esto.

La política tiene demasiado de negociación, es parte fundamental de la política. Las partes se sientan en una mesa aunque afuera haya una situación de guerra. Incluso ahora hay puentes entre gobierno y oposición, eso lo demostró el acuerdo con la OPS, pero muchos políticos se abstienen a hablar del tema de la negociación porque son satanizados, particularmente en las redes sociales. ¿No hay que recuperar lo que es la alta política en Venezuela?

Yo lo diría más concretamente: hay que recuperar la política. La negociación es parte de eso. Un error fundamental que no debió ocurrir fue que se abandonara la instancia de negociación como ocurrió el año pasado, que la abandonó el gobierno, pero la oposición no debió abandonarla tampoco sino dejarla abierta, protegerla, quererla y promoverla, eso es lo que tenía que haber hecho el liderazgo opositor, no solo Juan Guaidó.

Porque ninguna de las dos partes puede anular a la otra…

Claro. Yo creo que en ese sentido, el abandono en el tema de la negociación es muy grave, porque te deja sin brújula estratégica, entonces no puedes tomar decisiones tácticas adecuadas. Una de las virtudes de esta gerencia por crisis de Maduro es que le crea crisis a la oposición por cosas que no debería crearle ningún tipo de crisis. ¿Cómo puede significar para la oposición un problema ir o no a unas elecciones? Cualquiera que sea la opción que se tome, en la situación en que estamos es muy anormal desde el punto de vista político.

Como no está claro cuál es el papel de negociación entonces los políticos se concentran en lo inmediato porque es lo que les permite agarrar aire y no entrar en una discusión dolorosa que es la estratégica. La política que se ha desarrollado alrededor de Juan Guaidó estaba pensada a corto plazo porque estaba basada en premisas que no se cumplieron, que era precisamente porque el grado de deterioro del gobierno lo desplazara, entonces hay que cambiar la premisa, evaluar estratégicamente en qué parte del mapa estamos.

El Gobierno piensa las elecciones para acabar con la oposición
¿Cree que la oposición tiene que revisar y repensar su estrategia?

Sí, absolutamente. Solamente así es que podemos darle una respuesta al tema electoral. Las elecciones de la Asamblea Nacional están pensadas para acabar con la oposición, para eliminarla absolutamente, como el meteorito que acabó con los dinosaurios. Siento que estas elecciones tienen un objetivo político que no consiste en ni siquiera tener control de la Asamblea porque eso se da descontado que lo va a lograr sino que el objetivo es acabar con la oposición, con los partidos literalmente.

¿Volver a abstenerse no significaría regresar a la población a una situación anti voto, es decir, desprestigiar el voto como un mecanismo para hacer política en Venezuela?

Esa es una lectura exagerada. Ahí sí diferimos, porque primero, quien se abstiene es el elector, se trata más bien de quién participa o no, es diferente, porque la abstención va a ser una respuesta muy importante de la población en estas elecciones como ya lo ha sido y eso no ha dependido de que se participe o no directamente. La única respuesta razonable es qué avanza más en la causa de la oposición, si ir o no ir a las elecciones para buscar un cambio político en Venezuela, pero ya en la práctica, no creo que ir o no ir afecte la validez del voto o la creencia en el voto.

Si algo nos diferencia de otros pueblos oprimidos de América es que precisamente tenemos una historia de votar. El problema es la oferta que hacen, no que el voto se vaya a deteriorar como institución, no es tan abstracto, es bastante concreto. Más allá de si la oposición no va o debe participar en las elecciones, la pregunta es para qué…

¿Tiene que empezar la oposición desde cero?

No, no necesariamente, porque ya tú tienes una experiencia y una estrategia para el cambio que se organice sobre la base de la negociación ya se tiene ahí un horizonte que puede desarrollarse, pero en el camino tienes estas elecciones, cómo lo articulas con eso, sabiendo que el resultado no va a ser el del 2015 cuando se vea el número de diputados y votos, no vas a tener la misma base del 2015, esa es la realidad, a lo mejor habrán estados que se ganarán, pero el resultado ahí va a ser un mosaico que no es predecible en este momento.

¿La oposición debe hacer un mea culpa?

Yo no creo que es un problema de mea culpa, yo diría que la oposición tiene que, primero, definir su rumbo estratégico abandonando la gestión por crisis, de que la crisis es el detonador automático para el cambio político. El año pasado había uno, el famoso mantra, bueno o malo, no importa. Pero había un concepto que no funcionó o no se concretó, entonces bueno, hay que crear otro porque eso es la política.