La falta de optimismo en la diáspora venezolana ante las próximas elecciones presidenciales del 28 de julio es evidente. La mayoría de los venezolanos que emigraron, casi 8 millones en total, muestran poco interés en la política y en las noticias relacionadas con su país de origen.
Paola Pulgar, una venezolana de 34 años que vive en Panamá, no podrá votar en las elecciones presidenciales debido a problemas con la actualización de sus datos electorales. Aunque inicialmente esto le causó frustración, ha llegado a la resignación y no tiene esperanzas de que esta elección genere un cambio real en el país.
En Chile, Mariángel Alaña, una contadora venezolana de 33 años, también muestra escepticismo ante los resultados de las elecciones. Aunque su corazón anhela la victoria de un candidato de oposición, acepta la realidad de que es probable que Nicolás Maduro sea reelegido debido a un sistema electoral viciado que ha existido durante más de 20 años.
En Estados Unidos, Esteban Campos, un comunicador social de 43 años, tampoco ve un cambio político en el horizonte. Él cree que la solución a la crisis en Venezuela debe venir a través de un acuerdo internacional, pero no ve que esto ocurra en el corto plazo.
En general, la diáspora venezolana no muestra optimismo en relación a las elecciones presidenciales. Muchos creen que el gobierno actual no reconocerá ni permitirá su derrota y que la brecha entre los pobres y el gobierno se seguirá ampliando. Aunque la oposición promete mejoras democráticas y económicas para favorecer el retorno de los venezolanos, la mayoría de la diáspora no confía en que esto suceda en el corto plazo.
En resumen, la diáspora venezolana muestra poco interés en las elecciones presidenciales y poca fe en que estas generen un cambio real en el país. La falta de optimismo se debe a la experiencia previa con un sistema electoral viciado y a la falta de confianza en el gobierno actual. Aunque algunos aún mantienen la esperanza de un cambio, la mayoría se enfoca en construir un futuro en el extranjero en lugar de esperar un cambio político en su país de origen.