«Hay que prepararse para el zarpazo»

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Rumbo al 28 de julio, La Gran Aldea explora con un conjunto de nuevas voces qué puede pasar en este contexto político marcado por la incertidumbre, en el que se espera la jugada del gobierno, dueño de los resortes y las tuercas, como si aún no se creyera del todo que hay un candidato unitario, que está admitido, que hace campaña a su estilo y posibilidades y que hay una fuerza telúrica que recorre el país y tiene nombre -y apellido, al que le temen. La diferencia, dicen, es María Corina Machado, que tiene lo que el gobierno perdió: la gente pujando por el cambio

La Gran Aldea

Showny Azar, socióloga, cofundadora del Observatorio de la Juventud; Luis Peche, consultor político e internacionalista; Alejandro Armas, periodista y magister en Ciencia Política; Pedro Pablo Peñaloza, periodista y magister en periodismo de investigación, junto con Adriana Núñez Rabascall, poniendo los acentos.

Charla franca, distendida, para tratar de atrapar un momento político que pende de alfileres. Todo parece marchar bien pero es difícil creérselo. Protegerse de los espantos es un aprendizaje de estos 25 años. Se marcha bien porque hay candidato, hay liderazgo, el gobierno ha sido descolocado en algunos lances pero -es de esperar- nadie lo da por derrotado. Aún. Las llaves de las celdas las tiene el carcelero.

Azar abrió la rueda. Fue la sociedad civil, y menos los partidos, la que se movió para llevar gente al registro electoral. Los jóvenes no son apáticos pero sí desconfiados. Y viven situaciones que pasan inadvertidas: asumen responsabilidades de adultos, trabajan para ayudar al sostén familiar, o no trabajan ni estudian porque tienen que cuidar de un familiar. Pocos se acercan a los partidos, son más problema que solución. Se les habla con la nostalgia del pasado y ese código carece de empatía. «Son instrumentalizados, dice, serena, y ellos, son más que votos».

Luis Peche comenzó remarcando lo que está claro: una campaña atípica y cambiante. Hace dos semanas nadie sospechaba que pudiera haber un candidato opositor inscrito con toda la formalidad, con unas tarjetas en su respaldo. Todo parecía conducir entonces a respaldar la candidatura de Manuel Rosales, aunque sin unanimidad en la acera opositora.

Un elemento clave, para Peche, fue la posición asumida por, vaya paradoja, los aliados internacionales de Maduro: Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva. «Lula llegó a decirle a María Corina Machado ‘deja de llorar’ y sigue adelante. Y, en efecto, ella hizo eso y nombró sustituta a Corina Yoris«. El veto del gobierno obligó a la cancillería brasileña a exigir elecciones libres en Venezuela. Lula es una figura de mucho peso y autoridad en la izquierda regional y lo que dijo «generó mucho ruido con respecto a la inscripción final de la candidatura opositora», representada por el diplomático Edmundo González Urrutia. A más arbitrariedades, más costos políticos para el chavismo que, quizás, decidió pisar el freno. Todo sigue sobre la mesa a la espera de lo que haga el gobierno para hacer más cuesta arriba la subida hasta el 28 de julio.

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Pero, ¿qué pudiera pasar después del 28 de julio? ¿está visualizado ese escenario? ¿es muy pronto dadas las ingentes tareas de vivir un día a la vez con Maduro controlando el cronómetro? Alejandro Armas se colocó en el día siguiente a los comicios, en un contexto en el que no hay democracia ni Estado de derecho, en el que hay que tomar en cuenta cómo el chavismo se comportó cuando perdió algunas elecciones, en gobernaciones y alcaldías e, incluso, en la más contundente de todas en 2015 cuando fue barrido en las parlamentarias. «La dirigencia opositora tiene que tener un plan de acciones para defender el voto en el caso de que haya un resultado desfavorable para el gobierno». La voluntad de los ciudadanos se tiene que convertir en poder. Nadie puede descartar un desconocimiento de los resultados el 28J. Hay que estar preparados para el peor escenario posible. La diferencia en este caso es el liderazgo de María Corina Machado desde la primaria de octubre pasado. Con ella la gente puede tener un «poco más de fe» en que sí hay un plan para defender el voto.

Pedro Pablo Peñaloza, que tiene la calle del reportero fogueado en el largo tumulto revolucionario, ve para los lados y solo ve incertidumbre, para ver de dónde viene el zarpazo, «una palabrita que usa mucho el gobierno». Siempre habrá que estar pendiente de qué pasa con la candidatura de Edmundo González Urrutia y con la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática. Hay rumores de una suspensión de las elecciones, también otros que creen que el gobierno puede ganar. «Todos estamos esperando qué puede pasar». Es, más que una campaña atípica, lo que permiten hacer de campaña, porque tras un acto en Portuguesa se llevan presos a los organizadores, igual en Barinas.

«Hay una marcación hombre a hombre, hombre a mujer, porque siguen lo que María Corina va haciendo». La oposición en este contexto lo que puede hacer es afinar la organización, la movilización, ampliar su base de apoyo, cicatrizar las heridas del proceso de escogencia presidencial, incorporar todos los factores políticos y de la sociedad civil. Y prepararse para el zarpazo.

Desde la puesta en marcha del cronograma electoral, el pasado 5 de marzo, la oposición ha estado sometida a una carrera de obstáculos que no cesará. Peñaloza lo rescata para señalar un elemento de alto valor político: la unidad no se quebró como pretendían las jugadas del gobierno. Las fuerzas opositoras tienen diferencias inocultables pero han privilegiado la unidad en la diversidad. La primaria significó, piensa este periodista, la derrota del liderazgo tradicional de la oposición, que ya venía golpeado y cuestionado, pero aún así el bloque ha sido capaz de apaciguar sus tensiones y estar todo en apoyo a la candidatura de González Urrutia, sin apartarse de la ruta electoral -como algunos sectores e individualidades pronosticaron- y sin opciones alternativas, lo que refuerza la posibilidad de alcanzar la transición. Pero, “el gobierno es casi el más vivo de la clase, tiene el poder y controla los tiempos, así que la partida está llena de match points”.

También Armas piensa que las diferencias no tienen porqué ser contradictorias; por el contrario, pueden ser afirmativas. Lo que observa es que dirigentes como Henrique Capriles, “muy a la sombra”, y Manuel Rosales, “al que hay que reconocerle que se plegó a la candidatura unitaria”, tienen que aparecer en respaldo más clara y más notorio de González Urrutia. “María Corina Machado es el factor indispensable y está haciendo lo que tiene que hacer”.

Peche precisa que las posiciones de Petro y de Lula, que tan favorables han resultado para la atención internacional del proceso político venezolano, actúan no tanto porque abrieron los ojos, sino porque Venezuela es un problema en el ámbito regional.

Ningún gobierno, dijo, está preparado para recibir una nueva avalancha de migrantes venezolanos si no se produce el cambio. “Un cambio que no es solo político, sino social y económico, de raíz”. Peche extraña que se no se haya vuelto a hablar del plebiscito -al que Petro y Lula dieron vuelo- porque pudiera constituir las bases para facilitar la transición política.

Azar desmiente que los jóvenes estén paralizados, aún cuando no hay una campaña específica para ellos. Ha constatado que el mensaje de Machado ha calado, además de en los adultos y las madres que esperan la vuelta de sus hijos, en la juventud que aprecia los motivos para quedarse en el país. Las juventudes de los partidos tienen – afirma- que cambiar su mentalidad, porque no se trata de reproducir la cultura de sus jefes políticos. “Si no la hacen, los partidos quedarán relegados”, advierte. 

Para los jóvenes, ella que es la más joven entre el grupo de participantes en el foro de La Gran Aldea, su mensaje es muy claro. “No dejarnos llevar por los mensajes desesperanzadores por estos ‘analistas’ de las redes sociales que nos quieren decir que el cambio político no es posible, ni dejarnos arropar por el miedo”.