¿Hay razones para quedarse?, por Griselda Reyes

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El país atraviesa un proceso postelectoral nada alentador. Millones de venezolanos salimos a las calles, el pasado 21 de noviembre, con la esperanza de empezar a cambiar la realidad política más cercana de manera pacífica, democrática y electoral.

@griseldareyesq . TalCual

Pero la realidad hoy es ampliamente conocida. El oficialismo obtuvo una victoria electoral pese a la derrota política que sufrió en las urnas. Mientras que los factores de oposición conquistaron poco más de 100 alcaldías y tres gobernaciones, pues la de Barinas fue arrebatada por una maniobra judicial, inconstitucional, por demás.

Esto nos ha puesto a más de uno a reflexionar sobre si vale la pena seguir luchando. A pesar de las dudas naturales que salen a flote después de un proceso como éste, hoy debemos partir de un punto neutral: Así como no tenemos un nuevo país producto de las elecciones, Venezuela tampoco se acabó tras los resultados anunciados por el CNE.

Es muy probable que el mapa rojo (a pesar de las alcaldías que pudo ganar la oposición), desaliente y estimule a muchos a hacer las maletas. Una decisión que respetamos, aunque duela. Y lo lamentamos, porque nadie merece irse de su país porque otros hagan hasta lo inimaginable por aferrarse al poder y no precisamente para gobernar.

Hay otros muchos que siguen apostando a Venezuela. Yo estoy, aunque esta decisión a ratos me nuble, entre quienes aspiramos poder seguir dándolo todo para prosperar en medio de las dificultades. Como defensora del libre mercado creo que se hace necesario avanzar en medidas económicas concretas, que incentiven a quienes cada día madrugamos para levantar nuestras santamarías.

Hace días leí que Venezuela encabeza la lista de países con mayor cantidad de emprendimientos per cápita, pero también que gran parte de ellos no subsiste en el tiempo. Es trascendental que impere el Estado de Derecho para que quienes dan ese paso de quedarse en estas tierras maravillosas cuenten con las herramientas técnicas, legales, financieras y tecnológicas, para que puedan insertarse en la economía formal.

Son cuatro años en los cuales hay que remar juntos, desde el poder municipal hasta el Ejecutivo Nacional, para brindar soluciones concretas a sus ciudadanos. De ello depende que muchos de nuestros hermanos e hijos decidan o no partir de Venezuela.

Que los políticos, los funcionarios se planteen y resuelvan lo más trascendental: agua, seguridad, electricidad, educación, salud. Y tú y yo, cada ciudadano, haga la contraloría social que tanto hemos exigido. Sin esto último es muy difícil que cumplan la oferta electoral prometida en la última campaña.

Griselda Reyes, hoy con todas sus dudas y seguridades, asumió un compromiso con los baruteños y los venezolanos. No abandonaré a quienes más me necesitan, a quienes me dieron toda su confianza, a quienes siguen aquí por decisión propia o por la imposibilidad de irse.

Estoy en la misma trinchera y dispuesta a dar la pelea para que nuestra gente tenga las condiciones de vida que merece. Insisto, el país no se acaba. No se termina para los que se quedan, tampoco para los que se van.

A quienes seguimos aquí, debemos ocuparnos por ser los principales contralores de todas las administraciones públicas, sin importar color o partido político. Esa es otra verdad: No todos los de este lado son buenos ni los de la otra acera son malos.

Antes de despedirme, los invito a soñar, a pensar en el país del reencuentro que podemos y que vamos a ser más temprano que tarde. No es un cliché aquello de cuando la noche está más oscura es porque va a amanecer. Tampoco es ingenuidad mía pensar que todos los problemas se van a solucionar por arte de magia.

Exijamos lo que nos merecemos, seamos testigos de excepción de la reconstrucción parcial de este país donde nos tocará vivir en los próximos tiempos. Y obliguemos a quienes están en el poder a pensar en los venezolanos.

Como escribió el poeta José Antonio Pérez Bonalde: «¡A la corriente de la vida, a luchar con las ondas brazo a brazo!».