La por ahora silenciosa postura de Petro con relación al autoritarismo de Maduro y la permisividad de la presencia del ELN en Venezuela, podría ser nociva. Su vacilación frente a estos temas puede llevar a la pérdida de apoyos internacionales claves que son críticos con las conductas de Maduro
Por El Nacional
El presidente colombiano Gustavo Petro enfrenta muchos desafíos para lograr su plan de «Paz Total» con los grupos armados de su país, pero uno de los más difíciles será manejar la relación con la vecina Venezuela y su líder, Nicolás Maduro, señala InSight Crime en un trabajo realizado por la unidad de investigación de Venezuela
En la víspera de Año Nuevo de 2022, Petro anunció un alto el fuego con las cinco principales organizaciones criminales del país, marcando un paso significativo hacia las conversaciones de paz que prometió entregar durante su campaña presidencial.
Horas después, el alto el fuego estaba en duda. El Ejército de Liberación Nacional (ELN), uno de los grupos armados más grandes del país y uno de los incluidos en el anuncio de alto el fuego, declaró que el gobierno mentía.
“La Delegación de Diálogos del ELN no ha discutido con el Gobierno de Gustavo Petro ninguna propuesta de Cese el Fuego Bilateral, por tanto aún no existe ningún acuerdo en esa materia”, manifestó el Comando Central (COCE) del ELN, en un comunicado publicado el 1 de enero.
Con el fin de resolver este inconveniente, el mandatario colombiano tuvo que acudir a una figura cercana a la guerrilla colombiana con la capacidad de calmar la tormenta. El 7 de enero, Petro viajó a Caracas de manera imprevista para hablar con dicha persona.
Aunque su visita se presentó como una reunión protocolaria enmarcada en el restablecimiento de las relaciones entre Colombia y Venezuela, el motivo principal, de acuerdo con reportes mediáticos y fuentes consultadas por InSight Crime, fue pedir la ayuda del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para apaciguar la molestia del ELN.
La repentina visita del mandatario colombiano al Palacio de Miraflores fue un contundente mensaje: más allá de ser uno de los garantes de los diálogos, Maduro se posiciona como una de las fichas imprescindibles para que las negociaciones con las guerrillas tengan un desenlace favorable.
Además de ser parte del proceso de paz con el ELN, Maduro también figura en las conversaciones con la Segunda Marquetalia y el Estado Mayor Central (EMC), las dos facciones más importantes de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), también conocidas como las ex-FARC mafia, señala InSight Crime.
Del gobierno colombiano depende, en gran medida, si el involucramiento del gobierno venezolano se convierte en un catalizador u obstáculo en el camino de la anhelada paz.
“El gobierno colombiano sabe bien que sin la participación del gobierno venezolano es imposible, literalmente, que las negociaciones de paz avancen”, comentó Luis Fernando Trejos, académico de la Universidad del Norte e investigador experto en el conflicto armado colombiano a InSight Crime.
Desde que asumió la presidencia en agosto de 2022, una de las principales banderas políticas de Gustavo Petro ha sido la Paz Total; una política de Estado que busca poner fin al conflicto armado de más de medio siglo a través de negociaciones con diferentes actores armados y criminales.
Dentro de estos grupos, el ELN y las ex-FARC mafia son las principales amenazas criminales para el gobierno. Si Petro quiere tener avances significativos en las conversaciones de paz con ambos, Venezuela es una carta infaltable en sus planes.
La presencia guerrillera en Venezuela ha ido creciendo y evolucionando desde la llegada de Hugo Chávez al Palacio de Miraflores a finales de los años 90. La cercanía ideológica y las declaraciones públicas de apoyo de Chávez hacia las FARC dieron pie a una armoniosa relación y abrieron espacio para que la otrora guerrillera se sintiera como en casa.
Esta fraternidad fue aprovechada por el expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien acudió a Chávez para dar forma a las conversaciones de paz con la guerrilla de las extintas FARC, las cuales concluyeron con la firma de los Acuerdos de la Habana en 2016.
“Sin la entonces participación del presidente Chávez no se hubiera logrado una negociación positiva o satisfactoria con esa guerrilla”, afirmó Trejos.
Petro ahora está buscando a Maduro para que desempeñe un papel similar. Sin embargo, hoy en día la relación entre el gobierno venezolano y las guerrillas es mucho más profunda, indica InSight Crime.
Desde la repartición de rentas ilícitas, hasta la coordinación de operaciones militares conjuntas denunciadas por Human Rights Watch, las guerrillas colombianas, especialmente el ELN, son consideradas como uno de los principales aliados y activos estratégicos de la Revolución Bolivariana hoy en día.
Como resultado de esta alianza, estos grupos dejaron de ser exclusivamente colombianos y han adquirido una naturaleza binacional. Y, mientras en el lado colombiano de la frontera su objetivo declarado es derrocar al Estado, en Venezuela es apoyarlo.
“Venezuela no solamente sirve como un lugar para esconderse, pero [también] para fortalecerse y proteger el proyecto bolivariano en Venezuela”, aseguró Charles Larratt-Smith, académico especialista en el conflicto armado y las guerrillas en Colombia.
Esta relación ha alterado fundamentalmente el papel de Venezuela en las conversaciones de paz.
“Más que un facilitador o un garante, Venezuela termina convirtiéndose en una parte de la negociación que todavía no es muy clara, pero que más adelante, muy seguramente, se fortalecerá debido a la presencia de las guerrillas en este país”, sostiene Ronal Rodríguez, profesor e investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Este nivel de connivencia sugiere que, en principio, Maduro tiene un canal de comunicaciones con el grupo y que, por ende, tendría capacidad de disuadir a algunos de sus comandantes para que acepten el camino de la paz.
Adicionalmente, la relación de colaboración y dependencia mutua con sectores del régimen venezolano es un sello de garantía que tiene el ELN a la hora de negociar. La presencia de Maduro en la mesa de negociación asegura, en parte, que no se van a tomar decisiones importantes que comprometan el bienestar de la guerrilla.
Pero dados los beneficios que actualmente recibe Maduro de sus alianzas con la guerrilla, su papel en la paz de Colombia parece tener un propósito alterno.
¿La reconciliación internacional de Maduro?
A partir del 2014, un año después del ascenso de Maduro al poder, el Estado venezolano y destacadas personalidades del chavismo fueron objeto de múltiples sanciones y bloqueos comerciales que agrietaron de manera considerable las finanzas del régimen.
Venezuela también se convirtió en un Estado paria en el escenario mundial, luego de que un número de países se negaron a reconocer a Maduro como presidente tras las cuestionadas elecciones en 2018 que abrieron un espacio al “gobierno interino” conformado por la oposición política.
Aunque los ingresos provenientes de negocios criminales como el narcotráfico o la minería ilícita, entre otros, han ayudado a mantener a flote la economía del gobierno, el levantamiento de estas sanciones y la normalización de las relaciones diplomáticas y comerciales, aliviaría la estancada economía del país y fortalecería la posición política de Maduro a nivel nacional.
En consecuencia, de acuerdo con académicos, analistas y políticos consultados por InSight Crime, los repetidos mensajes de apoyo de Maduro hacia la Paz Total esconden un interés particular. Ser garante y facilitador del proceso de paz en Colombia le puede otorgar a Nicolás Maduro la legitimidad internacional que necesita para limpiar su imagen.
Larratt-Smith concuerda en que,“en privado es más que todo una apuesta muy cínica para comprar tiempo, para mejorar relaciones, para estimular la economía nacional con la apertura de la frontera y todo eso; y en términos diplomáticos y políticos, pretende acabar con la aislación”.
Adicionalmente, el apoyo de la Paz Total por parte Venezuela va de la mano con los intereses de la administración Biden, la cual ha demostrado su apoyo a los esfuerzos de paz del gobierno colombiano en diferentes comunicados oficiales.
Así lo confirma el profesor Trejos, quien asegura que “sus gestos envían una señal positiva al gobierno de Estados Unidos en el sentido de que ya no está albergando en su territorio organizaciones terroristas, sino que, al contrario, está facilitando el fin del conflicto armado de esa organización en suelo colombiano”.
Los acercamientos entre Washington y Caracas, así como la reanudación de algunos acuerdos petroleros, ofrecen nuevas alternativas a Maduro. Restablecer las relaciones con el país norteamericano puede ser la puerta de reingreso que necesita Venezuela a la comunidad internacional, destaca InSight Crime.
Un cálculo político costoso para Colombia
En la medida que el rol de Maduro aumente en las negociaciones, la vulnerabilidad de Colombia crece. Cederle una influencia predominante puede convertir a Maduro en una pieza incómoda para el futuro de los diálogos.
“Tal vez Colombia logró instrumentalizar a la Revolución Bolivariana para lograr el acuerdo con las FARC. En este caso, Petro teóricamente está haciendo lo mismo, con la diferencia que no sé si Petro se pueda deslindar tan fácilmente de la instrumentalización”, agregó el profesor Rodríguez en relación del alcance de Maduro en las negociaciones.
Adicionalmente, Maduro puede aprovecharse del afán que ha mostrado el mandatario colombiano para sacar adelante el proyecto de Paz Total. En su ambición de dar por terminado el conflicto armado colombiano durante sus 4 años de gobierno, Petro puede terminar haciendo concesiones a Venezuela que pueden ser contraproducentes.
Por otro lado, la inestabilidad del régimen puede afectar la mesa de negociación. El desprestigio internacional causado por los elevados niveles de corrupción institucional, la crisis humanitaria y la violación sistemática de Derechos Humanos por el régimen venezolano en los últimos años, podrían jugar en contra de los intereses de la Paz Total.
La por ahora silenciosa postura de Petro con relación al autoritarismo de Maduro y la permisividad de la presencia del ELN en Venezuela, podría ser nociva. Su vacilación frente a estos temas puede llevar a la pérdida de apoyos internacionales claves que son críticos con las conductas de Maduro.
No obstante, Petro no tiene otra opción que seguir el juego de Maduro. Mientras las guerrillas estén protegidas en Venezuela no puede haber paz en Colombia, y esto le da al presidente venezolano una enorme influencia sobre su homólogo colombiano