Juan Manuel Trak: «Las condiciones están dadas para un outsider»

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Como sociólogo investigador de los procesos políticos, Trak calibra que «el fin del interinato es el fin del ciclo que empezó con La Salida» y vaticina que impactará negativamente en las primarias de la Plataforma Unitaria. Cree necesario que se dé el deslinde definitivo entre los que se anotan a los planes insurreccionales y los electorales, así como superar el voluntarismo de los dirigentes. «Parte de esa desarticulación de la oposición es por esa esquizofrenia que un día dice voy a participar y al otro día dice no quiero saber nada de elecciones».

Elvia Gómez y Sofía Nederr / TalCual

Juan Manuel Trak, Doctor en Procesos Políticos Contemporáneos de la Universidad de Salamanca, ve con «desconfianza» el anuncio de Jorge Rodríguez (PSUV) sobre atender las «solicitudes» de «las oposiciones» para que la Asamblea Nacional que domina el madurismo reconfigure la directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE) que fue designado en marzo de 2021.

Opina que como «Pedro Calzadilla no fue la Tibisay Lucena que el gobierno esperaba», ahora el PSUV hará reformas «mucho más draconianas» y revertirá la representación de la oposición en cabeza de Enrique Márquez y Roberto Picón.

En conversación telefónica con TalCual desde su residencia en México, Trak cree que «todavía es temprano» para saber de qué otra forma se puede articular un movimiento democratizador tras el fin del gobierno interino de Juan Guaidó, que pueda atender las exigencias de cambio político e institucional en Venezuela; pero sí se atreve a vaticinar que «si la oposición sigue en sus disputas internas en forma de revancha y sigue la fragmentación; si las primarias no logran convocar a la gente y si no hay una preparación de la organización político electoral, es muy probable —para no decir, seguro— que Maduro se reelija».

Aboga por «poner fin a este péndulo estratégico y táctico que lo que ha hecho es debilitar a la oposición y hacerla perder el rumbo», dejando de lado «esta unidad de lealtades y de manada» por una coordinación en torno a un proyecto de país esperanzador.

Aconseja aprovechar las ventanas de oportunidades que se abren con los procesos electorales y organizar desde ya lo necesario. «Barinas, que permitía retomar esa ruta electoral e institucional, se abandona, se deja como un evento puntual, se minimiza porque es solo un estado y no hay un esfuerzo por nacionalizar este tipo de acciones que es coordinar candidatos, tener testigos, buscar mejoras en las condiciones electorales e incluso articularse alrededor de personas que no sean tan mediáticas, pero no están inhabilitadas».

Juan Manuel Trak afirma que «el interinato nunca tuvo que haber nacido» y que su «versión ligth» es «lo mismo, sin propósito y objetivo realista en el mediano y largo plazo».

EG: —¿Consumado el cese de la presidencia interina de Juan Guaidó, políticamente dónde estamos en Venezuela y hacia dónde vamos?

—Estamos en el fin de un ciclo que empezó en 2013-2014 con La Salida, que tuvo idas y venidas en lo electoral, pero que lo que buscaba era llevar adelante algún tipo de acción —no llegó a ser estrategia— que de un día para otro barriera con el gobierno sin ningún tipo de negociación. La Salida fue ese movimiento social que se gestó luego de la muerte de Mónica Spear y que Voluntad Popular lo cooptó y lo llevó a esa lógica insurreccional. Luego, en 2016, los partidos competían por cuál presentaba la salida más expedita de Maduro y (Henry) Ramos Allup prometió sacarlo en seis meses; luego compitieron por cuál era el mecanismo, que si enmienda y todo esto. En 2017 y 2018 vimos cualquier fórmula con la que se iba a salir rápido del gobierno autoritario y lo que pasó fue que el gobierno se fortaleció, mientras la oposición perdió apoyo. El fin del interinato es el fin de ese ciclo.

Hay que asumir que esa AN (2015) ya terminó su mandato y que la oposición se tiene que concentrar en construir un movimiento político y social, y menos en tratar de disputar una legitimidad porque en Venezuela ninguna institución tiene su legitimidad como dice la Constitución. Esos vestigios y esa negativa a aceptar una derrota impiden llevar a nuevas formas.

Tenemos a una oposición bastante desarticulada, extraviada, con los apoyos bastante bajos. Hay que relanzarla, no sabemos si con los mismos actores o nuevos, no hay mucha alternativa.

EG: —Dice que «es temprano» para ver qué se puede hacer. ¿Cuánto tiempo puede tomar articular una base para la oposición?

—Yo no lo veo claro. En términos de ventanas de oportunidad en los próximos dos a cuatro años habrá tres procesos electorales seguidos: las presidenciales, las legislativas de 2025 y a las subnacionales de 2026. Las primarias parecieran ser el mecanismo que va a privar y todo eso articula algún tipo de oposición, no solo en términos electorales sino de movilización. La pregunta es quién va a agarrar la batuta. Tiempo pudiera haber si se ponen las pilas los actores más importantes. Si la elección (presidencial) es a mediados de 2024 , una oposición con un movimiento y un nuevo proyecto pudiera disputar contra el gobierno a pesar de las malas condiciones electorales, pero los actores parecieran estar enfrascados en sus mismas luchas de botellas vacías, que si el interinato, que si la comisión, que a quién nombraste de presidente de la asamblea, que si está en el exilio. Son botellas vacías, que no tienen al final del día impacto sobre la cotidianidad de la gente y eso lo vemos con la marcha de los maestros.

SN: —Ha planteado converger en torno a un proyecto de país. ¿Qué proyecto necesitamos en este momento?

—No quiero ser yo el que diga cuál es el proyecto del país, pero hay que vincular la necesidad de inclusión política y social para que la democracia sirva para mejorar la calidad de vida de la gente. No hablo solo de políticas públicas sino de una forma de entender el país. Hay que buscar un proyecto esperanzador de cuál es el país que queremos, el que la gente anhela, en el cual los maestros estén bien pagados, donde haya educación de cierta calidad, donde se vean las mejoras en el tema de salud; no solo decir cuántas camas poner o cuántos maestros hay que pagar. Qué sociedad queremos los venezolanos para nuestros hijos y nietos 20 o 30 años.

Los intereses de Juan Manuel Trak como investigador abarcan la cultura y comportamiento político, opinión pública, élites y calidad de la democracia

EG: —La oposición ha elaborado varios proyectos de país, entre ellos el de la MUD de 2012; pero hay algo que inquieta y no termina de desaparecer y es la dualidad irreconciliable, vigente desde 2002, entre la estrategia insurreccional y la electoral. ¿No es tiempo de que se produzca definitivamente el deslinde entre los grupos que abogan por una y otra vía?

—Sí, creo que eso es necesario. Lo que necesitamos, más que esta unidad de lealtades y de manada —como todos somos antimaduristas todos tenemos que estar unidos— es una coordinación alrededor de ese proyecto, como alguna vez dijera Maryhen Jiménez en un artículo académico. La coordinación pasa por decir qué estamos dispuestos a hacer y qué no es aceptable; y si no es aceptable la vía insurreccional, pues esas personas que están buscándola no podrían hacer parte de esta plataforma que coordina alrededor de la movilización político-electoral, movilización social, pero que en ningún caso busca salidas fácticas y violentas. Parte de esa desarticulación de la oposición es por esa esquizofrenia que un día dice voy a participar y al otro día dice no quiero saber nada de elecciones. Dado que no hay ese deslinde, la oposición va en un péndulo de un lado a otro, táctica y estratégicamente. Si no se corta de raíz esa idea de que nos va a apoyar Donald Trump, los militares, intervención humanitaria, bla, bla, bla, todo ese conjunto de cosas que se prometieron y nunca ocurrieron, vamos a seguir en este péndulo que ha debilitado cuando había una oportunidad de crecimiento electoral importante a pesar del empeoramiento de las malas condiciones.

En 2021, una parte de la oposición —el interinato y Voluntad Popular— mantenían un doble discurso. Por un lado, decían que si no eran elecciones presidenciales ya no valía la pena participar en las regionales, al tiempo que inscribía candidatos, mientras que partidos como UNT, AD (de Ramos Allup) y PJ buscaban tener candidatos, aunque las condiciones sean malas. Se vio que coordinar alrededor de esos candidatos dio rédito y uno no entiende por qué tardan tanto en montarse en la estrategia electoral de cara al 2024. Barinas, que permitía retomar esa ruta electoral e institucional, se abandona, se deja como un evento puntual, se minimiza porque es solo un estado y no hay un esfuerzo por nacionalizar este tipo de acciones que es coordinar candidatos, tener testigos, buscar mejoras en las condiciones electorales e incluso articularse alrededor de personas que no sean tan mediáticas, pero no están inhabilitadas.

EG: —¿Cómo cree que influye el fin del interinato en el ánimo participativo en las primarias?

—Creo que en este momento va a influir negativamente, sobre todo porque la estrategia de quienes perdieron ese round, Voluntad Popular, está polarizando alrededor de una supuesta traición. Si VP se radicaliza, como lo está haciendo, va a competir con el espacio de María Corina (Machado). Creo que el rol de la Comisión Nacional de Primaria (CNP), en cómo lleve la campaña y llegue a acuerdos mínimos de civilidad y fair play es fundamental para evitar que sean un evento que fracture más a la oposición y a la sociedad.

SN: —En diciembre, la Comisión Nacional de Primaria (CP) dijo que había poca motivación hacia el proceso y esto, aunado a la «esquizofrenia» de la oposición, ¿puede generar más apatía?

—Yo no sé si se puede generar más apatía de la que ya hay, estamos en un nivel tan bajo; lo que sí creo es que esta rencilla entre el G3 y VP, la forma cómo se ha llevado esa pelea, desmotiva la participación. Ya ese daño se hizo. Habrá que ver si candidatos fuera de esa oposición logren movilizar gente o si la CNP y otros actores logren elevar el debate político. Yo, eso ahorita no lo estoy viendo, lo que veo es a las primarias como una forma de saldar cuentas entre los partidos políticos.

SN: —Hay más de 20 precandidatos y pareciera que ninguna de esas opciones motiva al electorado.

—La cantidad de precandidatos me parece una cosa absurda. Por como se comportan los partidos, que es lo único que puedo ver, las primarias van mal en términos de motivación y participación política, por lo cual la legitimidad de ese candidato va a ser baja y eso va a incentivar que otros candidatos vayan por fuera de esas primarias y se inscriban aparte. Los de la Alianza Democrática ya sabemos que van a lanzar candidatos. Creo que María Corina está apostando a decir lo dije desde el principio, es mi turno. La cuestión es si la sociedad está dispuesta a aceptar la propuesta que hace María Corina que fue insurreccional y fantasiosa: prometer invasión humanitaria, prometer lo de la «obligación de proteger», el TIAR y todas esas cosas que suponen una intervención extranjera nunca se activaron porque no estaban hechas para eso ni el contexto internacional estaba para eso ni era realista. La pregunta es si la gente se acordará de lo poco realistas de las propuestas de María Corina, que han sido coherentes desde 2014 tanto en la radicalidad como en la falta de factibilidad de la misma.

EG: —Aunque crea que es su turno ahora, el problema de María Corina Machado es quién le defiende los votos.

—El problema de buena parte de la oposición, no de toda, es el voluntarismo. Parten de la idea de que la gente va a actuar y se van a movilizar porque yo la convoco. Los que han tenido éxito son los que tienen estructuras reales de movilización como demostró AD en Portuguesa y Barinas o UNT en Zulia. El problema de movimientos como los de MCM —también ha pasado con VP— es creer que una proclama de ellos va a activar automáticamente a una movilización generalizada. La voluntad no es suficiente, hace falta recursos, estrategia y organización, gente dedicada a eso a tiempo completo. Decía Andrés Caleca en un tuit que para levantar 160 mil testigos hay que empezar a reclutarlos y entrenarlos hoy, más la logística que supone ponerlos en campo, que tengan las herramientas para poder denunciar lo que allí ocurre, tener la protección que requieren en las zonas más conflictivas, hay un montón de cosas que hacer para que un testigo esté en un lugar y nadie está haciendo eso. Todo esto lo saben los partidos, pero parece que van a esperar a tres meses de la elección para empezar a organizarse.

EG: —Jorge Rodríguez anunció que van a atender «las solicitudes» de «las oposiciones» para revisar la constitución del CNE. ¿Pudiera eso favorecer las oportunidades de la oposición?

—Yo tengo desconfianza de ese anuncio de un nuevo CNE porque viene de buena parte de lo que fue la mesa de diálogo nacional y creo que lo que quieren es revertir la decisión de haber puesto a Roberto Picón y a Enrique Márquez ahí, esos mandatos no se cumplen hasta 2027. Temo que va a ser una reforma más parecida a la decisión que tomó el tribunal cuando la misma mesa de diálogo nacional pidió que se nombrara desde el TSJ al CNE e impusiera unas normas para la elección de la AN ad hoc que iban contra toda la legislación y la Constitución. Veo la amenaza de revertir las pocas cosas que se lograron Márquez y Picón y sus suplentes. El CNE está paralizado porque no pueden tomar decisiones de dos contra dos y llevan casi un año desde que salió Tania D’Amelio y no han nombrado su suplente. (Pedro) Calzadilla no fue la Tibisay Lucena que el gobierno había esperado. El gobierno va a empeorar las condiciones, hacerlas más draconianas, de cara a las presidenciales. Es la estrategia de siempre: empeorar las condiciones para que el discurso de la oposición sea vieron, así no vamos a participar. El gobierno le tiene mediditas las jugadas y la psicología, no a la oposición política nada más sino a los seguidores de la oposición.

EG: —Si en la oposición no se vislumbra opción, ¿puede haberla del seno PSUV?

—Tampoco el gobierno la tiene fácil, lo que pasa es que la oposición lo hace tan mal que se lleva los titulares. La recuperación económica va muy mal, los gremios van a empezar a salir a la calle, el clima de conflictividad social prepandemia va a regresar si la economía vuelve a ese punto de 2018-19 que pareciera que el gobierno no puede controlar. No veo en el PSUV una corriente reformista con la capacidad de disputarle dentro del propio partido la representación y la candidatura a Maduro. La teoría dice que en este tipo de régimen político es más probable que generacionalmente venga una reforma, quizás el grupo que venga después de Maduro.

Lo que puede surgir es un outsider, que siempre es una probabilidad, no es una certeza, pero las condiciones están dadas para un outsider. Lo que no se sabe es si sería a lo (Nayib) Bukele, populista, de derecha, autoritario o si es otro tipo de outsider, un poco menos partidista, con una visión más integradora del país, que venga a proponer un proyecto de integración nacional alrededor del cual la sociedad está dispuesta a jugársela. Sí me resulta muy difícil verlo en los partidos tradicionales. La pregunta es ¿habrá alguien con capacidad de capitalizarlo?