La oposición en Venezuela se está preparando para las elecciones presidenciales de 2024, después de una década de estar alejada de las urnas. Aunque enfrenta críticas hacia el Consejo Nacional Electoral y está limitada por varias restricciones, la oposición ha concentrado toda su fuerza en esta carrera electoral.
Desde que Nicolás Maduro fue anunciado como ganador de las elecciones presidenciales en abril de 2013, la confianza de la oposición en el árbitro electoral se quebró. La oposición denunció fraude y se ha negado a reconocer la victoria de Maduro, obtenida con una ventaja del 1,5%.
Estas elecciones cuestionadas desencadenaron una serie de protestas antigubernamentales y llamados a la abstención por parte de la oposición. A pesar de estos esfuerzos, Maduro fue reelegido en 2018, mientras que aumentaba el número de opositores inhabilitados para competir por el cargo.
Curiosamente, Maduro, a quien la oposición tradicional acusa de nunca haber ganado unas elecciones democráticas, competitivas y transparentes, se perfila como el adversario a vencer en 2024. Sin embargo, la viabilidad de esta apuesta aún genera incertidumbre.
A lo largo de la última década, la oposición venezolana ha realizado dos grandes apuestas electorales para intentar poner fin al gobierno chavista. En 2015, lograron obtener la mayoría en el Parlamento, pero el Tribunal Supremo impugnó a tres legisladores y el Legislativo fue declarado en desacato.
En 2016, la idea de convocar un referéndum revocatorio contra Maduro ganó apoyo popular, pero nuevamente el Poder Judicial intervino y el referéndum fue paralizado. Después de estos intentos infructuosos, la oposición optó por una lucha no electoral, con una serie de protestas callejeras que enfrentaron represión por parte del gobierno y generaron condena internacional.
En la última década, la oposición se ha fragmentado en varias facciones, lo que dificulta saber cuántas fracciones realmente se identifican como antichavistas. Algunas de estas facciones son más críticas con el gobierno, mientras que otras han sido acusadas de ser cómplices del poder.
Después de varios intentos electorales, la oposición ha dejado de llamar a la abstención y está aprovechando el ambiente electoral actual para tratar de derrotar al chavismo. Según las encuestas, la exdiputada María Corina Machado tiene más oportunidades de reunir los apoyos necesarios, pero su inhabilitación política hasta julio de 2030 la convierte en la candidata menos viable.
En resumen, la oposición venezolana se enfrenta a un panorama desafiante de cara a las elecciones presidenciales de 2024. A pesar de la firma de un acuerdo de garantías electorales entre el gobierno y la oposición, la competencia sigue siendo cerrada y la incertidumbre persiste.