La oposición venezolana y el dilema de volver a votar

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Tras años llamando a la abstención, la coalición opositora da un giro a su estrategia para lograr una transición democrática: ahora, se propone elegir a un candidato único para vencer al chavismo en 2024.

DW

Para sus críticos, uno de los grandes logros del chavismo ha sido hacerle creer a los venezolanos que no hay manera de lograr una transición democrática.

La oposición venezolana abre un nuevo capítulo en su pulso contra el régimen de Nicolás Maduro. Este lunes (23.05.2022), la Plataforma Unitaria, una coalición de partidos adversos al régimen de Nicolás Maduro, lanzó una estrategia que pretende unificar los esfuerzos de los distintos actores políticos del país con un fin común: ganar las elecciones presidenciales de 2024.

Se trata de un cambio rotundo en el proceder opositor, que durante años ha denunciado la manipulación de las instituciones del Estado para perpetuar al chavismo en el poder, acusando al sistema electoral de corrupto y parcializado.

Apuesta arriesgada
«Junto con la comunidad internacional, estamos impulsando un nuevo diálogo en México, así como otras presiones externas e internas, para lograr nuestro objetivo: poner el destino de Venezuela en manos de su pueblo, a través de unas elecciones libres», dice Omar Barboza, en diálogo exclusivo con DW.

Recién la semana pasada, Barboza asumió la Secretaría General de la Plataforma Unitaria, conformada por partidos, sindicatos, miembros de la sociedad civil y diputados de la Asamblea Nacional liberada por Juan Guaidó. «Con ese propósito —continúa—, estamos relanzando la unidad y promoviendo unas elecciones primarias que incluyan a todos los opositores, para competir con un solo candidato, que seguramente va a ganar ese proceso electoral», apunta con total convicción.

Los expertos consultados por DW coinciden en que apostar por la vía electoral, en este momento, es un acierto de la oposición venezolana. Si bien hay escollos importantes que aún deben ser superados —sobre todo en términos de garantías democráticas y transparencia institucional—, reconocen que no hay otro camino practicable para que los venezolanos logren un cambio de Gobierno.

«La única salida que tiene Venezuela es la vía electoral», señala, sin dudar, Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, en Colombia.

«La apuesta de sanciones internacionales contra el régimen no funcionó. Aquí hubo una presión como pocas veces se ha visto contra un país, y la verdad es que el régimen de Maduro está hoy más consolidado que ayer, pues ha logrado transferir el peso de las sanciones a la población. Las alternativas militares tampoco son viables. Y no hay forma quirúrgica de sacar a Maduro para poner a alguien más. Por eso, repito, la única salida es electoral», dice en conversación con DW.

Para Rodríguez, uno de los grandes logros del chavismo ha sido hacerle creer a los venezolanos que no hay manera de lograr una transición democrática. Eso ha hecho estragos en la confianza ciudadana, pues en determinados momentos, y promovido incluso por algunos liderazgos opositores, el sufragio se ha descartado como solución, poniendo sobre la mesa otras iniciativas, menos viables en la práctica, como las revueltas populares o las aventuras armadas.

Estas alternativas, en el contexto venezolano, han conseguido pocos cambios, recuerda el experto. De acuerdo con la investigación de un conglomerado de medios llamado La Gran Aldea, en los primeros 20 años del chavismo, se registraron más de 83 mil protestas en Venezuela, las cuales, en su mayoría, solo sirvieron para que aumentara la represión y la persecución política.

Según La Gran Aldea, en los primeros 20 años del chavismo, hubo más de 83 mil protestas en Venezuela, que solo trajeron más represión y persecución política.

Negar la vía electoral como una potencial salida a la crisis ha llevado al liderazgo opositor a desprestigiar sistemáticamente al ente electoral, haciendo llamados repetidos a boicotear procesos a través de la abstención y denunciando repetidamente planes de fraude. Ahora, la oposición entra a esta nueva etapa en las antípodas de esa trinchera: llamando a votar.

Seis millones de votos en la diáspora
«Los venezolanos tienen una vocación democrática muy grande», señala Ronal Rodríguez. “Históricamente han preferido siempre la vía electoral. De manera que el problema no será convencerlos de votar, sino lograr la participación de la diáspora», apunta. El investigador le dice a DW que la participación de los venezolanos en el extranjero podría definir el eventual resultado de 2024.

De acuerdo con cifras de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, una iniciativa del Secretario General de Naciones Unidas, para mayo de 2022, más seis millones de personas han abandonado ese país, huyendo de la crisis.

«Si esos seis millones no pueden votar, el proceso, en principio, quedaría deslegitimado, pues estamos hablando de un 20 por ciento de la población venezolana. El escollo es lograr que el proceso cuente con el voto de los venezolanos en el extranjero. Solo en Colombia, hay más de dos millones de refugiados. Para la oposición, será definitivo que se activen los mecanismos para que esas personas puedan sufragar», apunta Rodríguez.

En procesos anteriores, el voto en el extranjero, conformado por una aplastante mayoría opositora, ha sido evitado por el régimen de Caracas, valiéndose para ello de triquiñuelas legales. La oposición cuenta ahora con dos años para vencer esos obstáculos administrativos y, en esto, la comunidad internacional podría jugar un rol fundamental, en su calidad de observador y garante del juego democrático.

Desde Caracas, tras hacer los anuncios que guiarán la ofensiva opositora en los próximos meses, Omar Barboza le asegura a DW que está comprometido con el tema: «Todos los venezolanos mayores de 18 años tienen derecho a votar, de modo que vamos a luchar para que ese derecho sea respetado. Lucharemos para que se hagan los esfuerzos técnicos que sean necesarios, para permitir que todas esas personas, sin importar dónde estén viviendo, puedan participar».

¿Fin de la «era Guaidó»?
La nueva estrategia opositora se plantea como fin último la unidad en torno a un candidato único que desafíe al chavismo. Un lugar que, desde 2019, a veces con mayor o menor éxito, ha encarnado Juan Guaidó.

Para Jesús Casal, «Guaidó se mantiene en su posición»; pero, para Ronal Rodríguez, al líder opositor le ha llegado el momento de «pasar la página».

Para Jesús Casal, decano de la Facultad de derecho de la Universidad Católica Andrés Bello, en Venezuela, esto no debe interpretarse de ninguna manera como un cuestionamiento a su liderazgo. «Guaidó se mantiene en su posición. Y no creo que la realización de unas primarias, o la ampliación del marco de la Plataforma opositora, deba verse como algo dirigido a menoscabar su rol, sino que, por el contrario, es un escenario que se suma a los que ya estaban sobre el terreno», señala a DW.

«Guaidó jugó un papel en un momento determinado, pero ahora tiene que pasar la página», apunta, por su parte, Ronal Rodríguez. «Guaidó fue un experimento, en un contexto en el que América Latina estaba dirigida por Gobiernos de centro-derecha, con Donald Trump en la Casa Blanca… El llegó en unas circunstancias precisas y logró cosas muy importantes: que el mundo reconociera a Maduro como un dictador, y la crisis humanitaria entrara en la agenda internacional. Pero, ahora, le corresponde a otros tomar su lugar», concluye.

No obstante, coinciden los expertos, la elección de 2024 es solo uno de los tantos procesos que deben ocurrir con transparencia, para que el país vuelva a transitar las sendas de la democracia. Unas eventuales elecciones parlamentarias serán también necesarias para legitimar la representatividad popular y la institucionalidad del Estado. La tarea es titánica, sobre todo, para una oposición que no atraviesa su mejor momento, tras 23 años de lucha contra el chavismo, y que, aun así, decide jugarse una carta peligrosa: vencer contra una dictadura en las urnas.