El periodista Alberto Rabilotta dice que el problema de base en este país es «la aplastante miseria que no deja alternativas al pueblo».
Quién está detrás del asesinato del presidente Jovenel Moïse y qué pasará ahora en Haití son algunas de las grandes incógnitas que se plantean. En opinión del periodista Alberto Rabilotta, «la situación evidentemente se agravará» en Haití, el país más pobre de América Latina y el Caribe.
«La situación no mejorará con el asesinato de Moïse y evidentemente de agravará. ¿Hay partidos políticos en Haití que puedan representar adecuadamente las diferentes opiniones políticas del país? No, lo dudo», asevera Rabilotta, para quien «es muy difícil diagnosticar una salida política» en la isla caribeña.
El mandatario, de 53 años, fue asesinado anoche en un ataque armado en su residencia privada en Puerto Príncipe por un grupo de personas desconocidas. Moïse asumió la Presidencia del país el 7 de febrero de 2017 y sus últimos meses de mandato estuvieron rodeados por la polémica, ya que sus detractores no reconocían su legitimidad como presidente.
«Puede haber, por ejemplo, grupos interesados o localizados en la República Dominicana. No olvidemos que muchos haitianos van allí para hacer la zafra, la caña de azúcar. Además, hay relaciones e intercambios entre diferentes grupos de delincuentes y grupos políticos», comenta Rabilotta en relación al asesinato.
«Todo lo que ha pasado en Haití en las últimas décadas se debe a las políticas que EE.UU. practicó en ese país, considerado clave porque muy cerca está Cuba con su revolución»
Pero también –dice– están países importantes como EE.UU., que ha intervenido mucho en la nación caribeña, y en menor escala Canadá. «Todo lo que ha pasado en Haití en las últimas décadas se debe a las políticas que EE.UU. practicó en ese país, considerado clave porque muy cerca está Cuba con su revolución», añade.
Sin embargo, el periodista enfatiza que el problema de base en Haití «es la aplastante miseria, que no deja muchas alternativas al pueblo». «De alguna manera hay que comer y si no es posible trabajando será por medio de la delincuencia», explica.
El país sufre una profunda crisis de violencia agravada en las últimas semanas por las luchas territoriales entre pandillas y bandas armadas que se disputan el control de los barrios más pobres de Puerto Príncipe.
La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios estima que en el último año casi 6.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en la capital por los enfrentamientos entre grupos criminales.
Rabilotta destaca que «la situación interna es clave y no cabe la menor duda de que Jovenel no tenía muchas opciones desde un punto de vista económico en un país con una miseria tan aplastante y donde millones de personas viven con hambre».
Según el Banco Mundial, con una población total de 11,26 millones, el 60 % de la población haitiana, o 6,3 millones de personas, sigue siendo pobre y un 24 %, o 2,5 millones, se encuentra en situación de pobreza extrema.
«No se pueden obviar los factores externos»
El experto reitera que no se pueden obviar los factores externos. «Lo vimos en el caso de [los expresidentes] Jean Bertrand Aristide o con Jean-Claude Duvalier, ‘Bébé Doc’, al que EE.UU. sacó en 1986 para tratar de estabilizar la situación y poner un nuevo gobierno mas simpático hacia los ojos exteriores», afirma.
‘Baby Doc’ asumió el poder en 1971 reemplazando a su padre François ‘Papa Doc’ Duvalier, cuya Presidencia es recordada como un reinado de terror a causa de la policía secreta, conocida como los Tontons Macoutes, que eliminaba a los enemigos del régimen. En 1986 en medio de una sublevación popular huyó a Francia.
Por su parte, Aristide fue derrocado por un golpe de Estado en 1991 y tras exiliarse volvió siete años después al país. Regresó a la presidencia en 2001 y en 2004, bajo las presiones estadounidenses, dimitió y abandonó el país.
«El desarrollo de Haití no ha sido posible porque también, por ejemplo, Francia ha exigido desde 1805 que pague una cuota anual por haberse liberado. Son muchos factores que confluyen y habrá que verlos. Hay muchos haitianos que viven en Nueva York, Montreal o Miami. Una diáspora haitiana muy importante que está jugando su papel de una manera u otra», subraya Rabilotta.