El presidente de EEUU no ve lo que sucede en América Latina con la misma claridad que la invasión de Rusia a Ucrania
Por Francisco Santos / Infobae
En 1950, cuando Mao se toma Pekín, en Estados Unidos acusaban al Presidente de entonces Harry S. Truman de haber perdido China. Pues hoy 72 años después se puede decir que el Presidente Joe Biden de los Estados Unidos perdió Venezuela porque se entregó a las peticiones del dictador mafioso Nicolás Maduro.
La falta de visión estratégica de esta administración no tiene nombre. Sigue teniendo una visión idealista de Cuba, el otro país ganador con la decisión de entregarse a Maduro, en la que no entienden que esta isla es el operador de intereses rusos, como lo hizo antes con la Unión Soviética, para destruir las democracias del continente y generarle graves problemas a Estados Unidos en su patio trasero.
Lo que ha sucedido con esta administración y su relación con Maduro es claro. Indultan, liberan y entregan los dos mafiositos sobrinos de Nicolás Maduro y su esposa Celia Flores. Supuestamente a cambio de la liberación de unos presos americanos, los seis de Citgo, que habían sido capturados de manera ilegal como todo lo que pasa en esa dictadura mafiosa.
Pero esta acción tiene un elemento que va más allá del hecho en sí. Quiere generar confianza para lograr el objetivo mayor y es el de que este país pueda restablecer la producción petrolera y vender a Estados Unidos para salir de esta espiral inflacionaria en que está. Es decir, entregan la libertad de 30 millones de venezolanos y dejan viva una amenaza contra la democracia en la región (una Cuba continental, mucho más grande y con recursos) por una necesidad interna de unos pocos barriles de petróleo que la verdad cuando puedan ser significativos ya no van a ser necesarios.
Es difícil entender como un Presidente con una gran experiencia en materia de política exterior, que hace exactamente lo correcto cuando Rusia invade a Ucrania, no vea lo que sucede en América Latina con los mismos ojos. A no ser de que este siendo asesorado por un joven sin experiencia que actúa con aires de superioridad pero que la verdad no ve más allá de sus narices.
Lo cierto es que hoy Estados Unidos juega a mantener a Maduro, a fortalecer su capacidad económica y de paso darle un respiro a la dictadura cubana que como nunca necesita de esa ayuda que Chavez y Maduro le daban cuando producían petróleo.
Dicen desde la administración Biden, desde la Casa Blanca, que a Maduro y a la oposición les toca “tragarse unos sapos”. Como si siete millones de refugiados no fuera el sapo mayor. O los 240 presos políticos fuera un sapo menor. O el exilio de gran parte de la dirigencia política democrática fuera un pequeño sapito. O la quiebra y el robo del diario El Nacional de Caracas, como ejemplo de la muerte de la libertad de expresión, fuera otro sapo miniatura.
¿Cuál sapo se ha tragado Maduro? Claro, la liberación de sus sobrinos. Pobrecitos unos narcos de gran calado que ahora pueden disfrutar de su fortuna. O la licencia de Chevron y el permiso a ENI y a Repsol para producir petróleo, que solo beneficia las arcas del mafioso en el poder y de sus amigos en Cuba que van a recibir una parte de ese auxilio.
¿Desde cuándo Estados Unidos pone al mismo nivel a una oposición democrática atacada por una dictadura mafiosa? Se atreverían a decirle a quienes protestan en Irán que tienen que tragarse sapos como el gobierno Iraní. Este mensaje tiene, como decimos en Colombia, huevo.
Y que se viene de acá en adelante. Con una administración Biden abierta de piernas a la que Maduro, los cubanos y los rusos ya le midieron el aceite, por lo menos en esta región, viene la muerte del interinato, es decir la Presidencia de Juan Guaido. El único elemento democrático que aún queda y que fue producto de una decisión del Presidente Obama en el 2015. Es decir los niñatos de hoy borran con el codo lo que Obama hizo con la mano.
Acaban con el interinato y acuden a México a una negociación que no va para ningún lado. No entienden que no van a soltar el poder y que las elecciones NUNCA las van a perder. Puede que en la forma acepten algunas cosas. Pero un CNE independiente, un nuevo censo electoral que incluya a los más de 7 millones de refugiados, una libertad de prensa total, la libertad de todos los presos políticos, nunca lo van a aceptar.
Y en este desequilibrio de sapos contra mafiosos armados Estados Unidos se congratula de haber logrado una elección totalmente desequilibrada y con el resultado esperado. Legitiman a un dictador acusado de delitos de lesa humanidad y además se dan golpes en la espalda por un trabajo bien hecho.
Eso podemos esperar los demócratas del continente con esta administración. Que Biden y su entorno dejen a la democracia del continente debilitada y nos entregue a un enemigo restablecido económicamente que además trabaja con Irán, con Rusia y con Cuba para destruir la libertad en la región. Gran herencia para América Latina de Biden y su joven asesor.