Las vallas electrónicas: crónica de una tragedia anunciada

0
417

El tiempo de reacción de un conductor es un aspecto crucial en la prevención de accidentes de tráfico. Este tiempo se refiere al intervalo que transcurre desde que se percibe un estímulo o una situación hasta que se toma una acción para evitar una colisión. Comprende desde el procesamiento de la información visual hasta la ejecución de la acción física requerida.

Según estudios realizados por expertos como Posner y Petersen, el tiempo de reacción promedio de un conductor oscila entre 0,5 y 1 segundo. Sin embargo, este tiempo puede verse afectado por diversos factores, como la edad, la fatiga, la distancia de reacción y la experiencia del conductor. Es por esto que las autoridades de tránsito implementan medidas para controlar la velocidad, penalizar el uso de dispositivos tecnológicos al volante y promover la atención plena durante la conducción.

Desafortunadamente, en nuestra ciudad capital, la situación es preocupante. Existe una falta de fiscalización del parque vehicular, un deficiente mantenimiento de las vías rápidas y una proliferación excesiva de publicidad exterior. Además, se ha instalado recientemente una gran cantidad de vallas electrónicas en las autopistas, que representan una distracción para los conductores. Estas pantallas se encuentran en lugares donde se requiere una atención constante para evitar accidentes. Además, los conductores de motocicletas tienen la autorización para transitar a gran velocidad entre los carriles, lo que aumenta aún más el riesgo.

Es lamentable ver cómo se permiten la instalación de estos monitores lumínicos de gran tamaño en las vías rápidas de nuestra ciudad. Municipios como Sucre, Libertador y Chacao han permitido la colocación de estos dispositivos en lugares estratégicos, como distribuidores y cerca de parques. Incluso, algunos monitores se promocionan con el logo del municipio, en clara violación de la Ley Orgánica de Tránsito Terrestre.

Es necesario que las autoridades municipales tomen medidas urgentes para solucionar esta situación. No podemos esperar a que ocurran accidentes fatales para actuar. La seguridad de los conductores y peatones debe ser una prioridad por encima de intereses económicos. Debemos exigir una gestión de gobierno responsable y eficiente que proteja la vida de los habitantes de nuestra ciudad.