Librerías y editoriales venezolanas intentan surfear la crisis económica

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Durante más de diez años, Venezuela ha experimentado una drástica disminución en el número de editoriales, imprentas y librerías. En medio de la larga crisis económica del país y la alta inflación, las editoriales y librerías están luchando por sobrevivir a través de la venta de libros usados y nuevos de escritores locales, según trabajadores y grupos del sector.

La reducción en el número de editoriales, imprentas y librerías comenzó hace más de una década, cuando el gobierno implementó el control de cambio, restringió las importaciones y reguló la distribución de libros de texto escolares. Aunque hubo una leve recuperación económica con la dolarización informal en 2021 y 2022, esta fue de corta duración y la inflación interanual en julio llegó al 398%.

En Caracas, muchas librerías tienen ofertas limitadas, principalmente de libros de segunda mano, y la cantidad de clientes es baja. Hace diez años, el gremio de libreros y editoriales en el país contaba con 110 afiliados, pero ahora solo quedan 25, según el presidente de la Cámara Venezolana del Libro, Julio Mazparrote. El poco dinero que la gente tiene se destina principalmente a la compra de alimentos, lo que deja poco margen para la adquisición de libros.

La inflación en Venezuela ha erosionado los ingresos de muchos ciudadanos, lo que ha hecho que productos básicos como alimentos y medicinas sean muy costosos, incluso para aquellos que tienen acceso a dólares. Las editoriales de libros de texto, como la de Mazparrote, fueron de las primeras en sufrir las consecuencias. En 2011, el Ministerio de Educación limitó el uso de libros de texto de editoriales privadas en las escuelas públicas, lo que representaba aproximadamente el 80% del negocio de estas editoriales. Además, la colección de libros oficiales dejó de imprimirse en 2018.

De las 25 editoriales de textos escolares que existían hace 13 años, solo quedan ocho en la actualidad. Los ministerios de Educación y Comunicaciones no han respondido a las solicitudes de comentarios sobre esta situación. Sin embargo, la migración de aproximadamente 7,3 millones de venezolanos ha ayudado a mitigar la escasez de libros, ya que aquellos que emigran regalan o venden sus textos.

En medio de este panorama, algunos libreros y vendedores de libros han encontrado formas de sobrevivir. Rómulo Castellanos, que dirige la librería La Gran Pulpería de Libros Venezolanos en el norte de Caracas, vende libros usados a precios muy bajos, entre 1 y 3 dólares en promedio. Aunque las ventas han disminuido, ha logrado resistir y mantenerse a flote.

Además, hay personas como Francisco Suárez, de 60 años, que tienen una pequeña tienda en el centro de Caracas y están dispuestos a regalar libros a aquellos que no pueden permitirse comprarlos. Suárez deja ejemplares de Miguel de Cervantes o del poeta Miguel Hernández en un polideportivo y en plazas cercanas, e incluso los reparte en autobuses. Para él, los libros son mágicos y es importante que estén al alcance de todos.

En resumen, las editoriales, imprentas y librerías en Venezuela están enfrentando grandes desafíos debido a la crisis económica y la alta inflación. Aunque han surgido estrategias para sobrevivir, como la venta de libros usados y la generosidad de algunas personas, el panorama sigue siendo complicado para el sector del libro en el país.