¡LOS LOGROS DE PUTIN! Un líder enfermo de poder…

0
279

No hay que consultar a un oráculo para saber que después de la invasión de Rusia a Ucrania el mundo no volverá a ser el mismo. Y no se habla aquí de quién saldrá vencedor en esta contienda de David contra Goliat en la que el más débil ha sorprendido por su fortaleza, sino de las transformaciones casi instantáneas pero profundas que han provocado las ambiciones de Vladimir Putin. Sin duda, pasará a la historia por haber conseguido metas impensables en apenas siete días.

Por El Nacional

La primera, y por más terrible que sea el panorama que muestran los medios y las redes sociales, la pasión y la determinación del pueblo ucraniano ha contagiado a todos. El mundo entero siente y padece su sufrimiento, pero también se inspira en su valentía. Ha unido corazones, y después del letargo del covid-19, ha encendido el fervor, ha hecho florecer la solidaridad sin importar nacionalidad, credos o razas.

Ya en el terreno de las relaciones internacionales, le dio vida a organizaciones que parecían muertas. Resucitó la OTAN, aunque todavía pareciera que no termina de convencerse de que debe responder con más que palabras. Naciones Unidas ha tenido que montarse sobre la ola, pues la rapidez de los acontecimientos ha exigido una contundencia que hace mucho tiempo no necesitaba demostrar. La guerra que le declaró Rusia a Ucrania afecta al sistema global de países y por ello la diplomacia multilateral es quizás la respuesta más acertada para conseguir una solución definitiva y cancelar la amenaza que significa Putin en el poder. La Unión Europea ha sentido la convulsión en su propio seno y deberá demostrar que es más que un arreglo tributario entre países vecinos.

En este contexto, y un hecho que sostiene el argumento inicial de este editorial, el panorama mundial cambia radicalmente; comienza Suiza saliendo de su neutralidad histórica y Alemania de su autoimpuesta rigidez en cuanto a conflictos militares. Pero también, Finlandia y Suecia tomando parte activa, además de Japón, que si bien es cierto que está muy lejos de Europa, no ha sido indiferente.

Esa es otra característica de esta que aún no puede llamarse la tercera guerra mundial, pero que se aproxima por su ferocidad y rapidez. No solo los Estados y gobiernos han opinado y se han manifestado para apoyar financiera, militar o diplomáticamente a Ucrania, sino que ciudadanos privados, como Elon Musk o el chef español José Andrés, empresas multinacionales, anteriores enemigos comerciales, todos de alguna forma tratan de detener a Putin, que se ha identificado sin la menor duda como el enemigo del mundo.

Las comunicaciones han tenido también un papel fundamental. No puede el líder bélico servirse de canales, emisoras, redes sociales ni ningún otro medio para aplicar lo que Goebbels hizo con las ideas de Hitler. Ya por este lado la guerra la lleva ganada Ucrania, pues es su mensaje el que llega a todos los rincones del planeta, están resistiendo la invasión de un gigante que se cree con derecho de acabar con la libertad de millones de personas.

En todos los ámbitos se le cierran las puertas a Rusia, en el deportivo, en el cultural. Y pagan los rusos por la desmesura de un líder enfermo de poder, pues además han muerto muchos soldados, entre ellos el ánimo es muy bajo; la gente en ese país sufrirá las consecuencias de unas sanciones tan severas que los harán pasar hambre y necesidades.

Y todo este panorama se lo deben nada más y nada menos que a Vladimir Putin. No es un líder, porque en este momento nadie en su sano juicio lo sigue, aunque tiene compinches por este lado del mundo. Pero si esta fuera una película de superhéroes, sería el villano más villano de todos.