Caracas y Bogotá deben resolver asuntos complejos más allá de lo comercial, como la seguridad fronteriza y la polémica en torno a Monómeros.
Los puntos calientes de la agenda entre Colombia y Venezuela (más allá de las relaciones diplomáticas)
Los gobiernos de Colombia y Venezuela han dado un paso más hacia el reinicio y normalización de las relaciones diplomáticas, que se mantuvieron rotas durante toda la administración del exmandantario Iván Duque, tiempo que dejó una difícil brecha que ambos países plantean reconstruir.
El paso fundamental para abonar el camino ha sido la llegada de los embajadores designados por Caracas y Bogotá para las delegaciones diplomáticas. Cada uno de ellos sostendrá encuentros con los presidentes Gustavo Petro y Nicolás Maduro, para presentar sus cartas credenciales.
La misión es abrir un nuevo capítulo que busca ir más allá del entendimiento. El rescate de la amistad y la hermandad entre dos países bolivarianos, la paz fronteriza y el trabajo conjunto para resolver las dificultades sociales, también forman parte de la agenda binacional.
Sin embargo, entre los temas por resolver está la polémica la situación con la empresa Monómeros, con sede en la ciudad colombiana de Barranquilla y que pertenece al Estado venezolano como filial de la Petroquímica de Venezuela (Pequiven). La compañía estratégica, enfocada en fertilizantes y agroquímicos, estuvo tomada por años por el grupo vinculado al exdiputado Juan Guaidó, luego de que este se autoproclamara como «presidente interino».
¿Cuáles son los temas pendientes?
Además de la agenda diplomática, que ya va encaminada hacia la normalización, ambos gobiernos tienen pleno interés en trabajar sobre temas prioritarios como el comercio binacional y otros asuntos de mayor dificultad.
Este escenario muestra una clara diferencia si se compara con las controvertidas relaciones que Caracas y Bogotá sostuvieron durante las últimas dos décadas, y que estuvieron marcadas por polémicos roces que casi detonan una guerra.
En el ámbito diplomático hay cuestiones que parecieran ser irrelevantes, pero que influyen finalmente en la normalización de las relaciones: una de ellas es retomar el funcionamiento de las sedes diplomáticas y consulares.
Para Venezuela, con la llegada del embajador Félix Plasencia a Bogotá, uno de sus primeros pasos será rescatar la embajada y el consulado que estuvo usurpado y «vandalizado» durante años por el grupo de Guaidó, quien envió una misión diplomática paralela que contó con el reconocimiento del gobierno de Duque.
«Los espacios de Venezuela en esta jurisdicción van a ser rescatados y desde allí vamos a trabajar para atender todo lo que sea necesario atender», dijo Plasencia a su llegada a Bogotá el domingo.
En paralelo, el embajador colombiano en Caracas, Armando Benedetti, quien también llegó a la capital venezolana ese día, señaló que una de las primeras cosas que hará será «pagar el agua, la luz y el teléfono» de la embajada y los consulados, así como hacer las reparaciones necesarias en las sedes.
Zona Económica Especial Binacional
Una vez se concrete la formalización de las misiones diplomáticas con la presentación de los embajadores ante los jefes de Estado, el próximo paso será avanzar en el tema comercial y la reapertura de la frontera en condiciones de total normalidad, legalidad y seguridad, lo que impactaría, según explicó Benedetti, a ocho millones de personas solo del lado colombiano.
En este punto entra la propuesta que recientemente realizó el presidente Maduro a su homólogo colombiano, de establecer una Zona Económica Especial Binacional, que podría iniciar con una fase de prueba en la región fronteriza del Táchira y el Norte de Santander, y si resulta exitosa se replicaría en otras regiones de la extensa frontera de más de 2.200 kilómetros, que incluyen los estados Zulia, Apure y Amazonas.
Sobre esto, Benedetti adelantó a su llegada a Caracas que están analizando esta propuesta. De llevarse a cabo, la zona económica contaría con exenciones de impuestos y una legislación especial que le permita al gobierno colombiano «invertir en obras que impacten en el desarrollo de la región» y la integración.
Más allá del impacto que tendría la integración comercial entre ambos países para el resto de Suramérica, este lunes Petro dio un paso más allá y propuso a la Comunidad Andina (CAN) la incorporación de Venezuela, Argentina y Chile al bloque. «Debemos ser más poderosos, juntar más voces», dijo.
Seguridad fronteriza
Uno de los temas más complejos es la seguridad fronteriza, ya que implica trazar acciones conjuntas para abordar la presencia de grupos armados irregulares, las bandas criminales dedicadas al narcotráfico y la trata de personas, así como el combate a un intrincado régimen de violencia, que incluye extorsiones, amenazas y sicariatos en los puntos calientes del área limítrofe.
La situación, agravada en los últimos años por la falta de coordinación entre las fuerzas de seguridad de ambos países, ha provocado que los grupos criminales aumenten su presencia y control en las comunidades fronterizas, al operar con mayor impunidad.
Esa realidad en la dinámica fronteriza ha provocado graves violaciones a los Derechos Humanos, como el aumento de los desplazamientos forzados, las desapariciones de personas y la violencia letal, en su mayoría ejecutada contra liderazgos sociales, firmantes del proceso de paz y representantes de las comunidades indígenas, campesinas y afro.
En ese sentido, a inicios de agosto, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, informó que establecería «contacto inmediato» con su homólogo colombiano, Iván Velásquez Gómez, para restablecer las relaciones militares y con ello comenzar a trabajar en estrategias conjuntas para el resguardo fronterizo.
La polémica en Monómeros
Otro asunto es resolver la polémica en torno al control de la empresa Monómeros, que estuvo desde 2019 en manos de Guaidó. El Gobierno del presidente Nicolás Maduro acusa al exdiputado opositor de realizar un robo y desfalco de sus recursos en esa compañía.
Venezuela ya ha comenzado a ejecutar las acciones necesarias para retomar la empresa, con el nombramiento de una nueva Junta Directiva.
Sin embargo, el conflicto aún sigue sin solucionarse, porque a lo interno de Monómeros continúa el grupo de Guaidó, que se niega a aceptar la designación de la plantilla que nombró el gobierno venezolano.
Petro ha reconocido que el asunto es espinoso y adelantó que se deben revisar «las formas jurídicas» que tiene actualmente la compañía, con el objetivo de estudiar el intrincado «sistema de sanciones» que impuso el gobierno de EE.UU. contra Caracas, «que aún está vigente», y que permea a Monómeros, por ser parte de la industria petrolera venezolana.
«Somos hermanos»
A pesar del difícil camino que deben superar, los nuevos representantes diplomáticos de cada país coinciden en que Colombia y Venezuela son países «hermanos», que comparten sus culturas, tradiciones y lazos que incluso llegan hasta las familias.
Sobre esto, el canciller venezolano, Carlos Faría, destacó el lunes, tras recibir las Copias de Estilo del embajador colombiano en Caracas, que la designación de Benedetti está cimentada «con la esperanza» de «volver a levantar las banderas de la solidaridad, la paz y el entendimiento» entre ambos.