The New York Times: No es momento para juegos de guerra en Venezuela

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En medio de una pandemia mundial que ha dejado casi 80 000 muertes en diferentes países, la prioridad del Gobierno de Donald Trump «debería ser evitar un desastre humanitario, no la movilización de destructores navales», indicó un artículo publicado por The New York Times bajo la firma de Michael Shifter y Michael J. Camilleri, quienes son expertos en relaciones entre EE. UU. y América Latina.

El Cooperante

Aunque Shifter y Camilleri consideran que desde la Casa Blanca continúan con una «estrategia de ‘máxima presión’ sobre el régimen de Maduro con la esperanza de que se produzcan fracturas entre los altos mandos de las fuerzas armadas venezolanas, el principal bastión del apoyo del dictador», el despliegue de las fuerzas navales estadounidenses es inoportuno y «se suma a una serie de decisiones relevantes pero erráticas» de la nación norteamericana hacia Venezuela.

«El despliegue se produjo inmediatamente después de dos medidas muy importantes en esa estrategia: las acusaciones penales contra Maduro y varios de sus colaboradores más cercanos y el anuncio, por parte del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, de un plan de transición democrática. Por separado, muestran el compromiso del Gobierno de Trump por derrocar a Maduro. En conjunto, revelan confusión sobre la mejor manera de hacerlo», indican.

Sugieren que el despliegue naval tiene como propósito enviar un mensaje a Maduro de su tiempo se termino, pero «lo más seguro es que todo esto sea ruido de sables y una distracción costosa, tanto para la audiencia nacional como para la extranjera, y su utilidad aparentemente fue cuestionada incluso dentro del Pentágono». A pesar de eso, consideran que de darse «un paso en falso podría generar una escalada violenta».

Michael Shifter y Michael J. Camilleri sostienen que la movilización de militare forma parte del «garrote» del Gobierno de Trump, que se implementó tras acusar a Maduro y otros altos funcionarios por narcotráfico. «En medio de las acusaciones y el despliegue naval, el plan para la transición democrática de Pompeo (que podría ser la “zanahoria”) propone un consejo de Estado políticamente equilibrado que no incluiría ni a Maduro ni a Guaidó y que convocaría a elecciones presidenciales y parlamentarias dentro de un año».

«Si Estados Unidos ha adoptado una táctica de castigos e incentivos en el caso venezolano, se está realizando con poca sutileza y sin aparente coordinación. Es inconcebible que Maduro considere una propuesta de paz por parte del gobierno estadounidense luego de ser acusado. El representante especial del Departamento de Estado para Venezuela, Elliott Abrams, lo reconoció cuando dijo que Estados Unidos no busca cambiar la mentalidad de Maduro sino convencer a otros para que se encarguen de esto», precisa.

«Pero las acusaciones penales del Departamento de Justicia incluyen al actual ministro de Defensa, un general en servicio activo. Resulta difícil comprender cómo podría lograrse que aceptara la propuesta de compartir el poder una semana después de las acusaciones en su contra. Los militares de Venezuela, profundamente involucrados en casos de corrupción y criminalidad, probablemente albergarán dudas similares a la luz de las acusaciones. Convencerlos requerirá negociaciones serias que les den garantías más amplias, pero la presencia de oficiales de contrainteligencia cubanos en los cuarteles sirve como un factor disuasivo para esas conversaciones. Es posible que los militares no apoyen a Maduro, pero quedarse con él es preferible a terminar en la cárcel», prosiguen.

«La actual política estadounidense debería priorizar el inminente desastre humanitario de Venezuela. La necesidad es urgente. Una pandemia despiadada no es el momento para los despliegues navales. Más bien, este es el momento de rediseñar la política de sanciones, proporcionar ayuda a través de canales responsables y presionar a los líderes del país para que trabajen juntos. Para que termine la pesadilla de Venezuela, Maduro debe irse. Pero, por ahora, salvar vidas debe ser lo primero».