El papa Francisco ha vuelto a abordar el tema de las relaciones entre el Vaticano y China, destacando que aunque van por buen camino, aún falta trabajo por hacer para demostrar que la Iglesia Católica no depende de ninguna potencia extranjera.
Durante una rueda de prensa en su regreso de Mongolia, el papa envió un mensaje de agradecimiento al presidente chino, Xi Jinping, y expresó su afecto por el pueblo chino. Sin embargo, las tensiones persisten, especialmente en relación a un acuerdo de cinco años sobre el nombramiento de obispos católicos.
Aunque los términos de este acuerdo no se han hecho públicos, China ha realizado nombramientos unilaterales de obispos sin el consentimiento papal, lo que ha generado controversia.
El papa Francisco insistió en que las relaciones eran respetuosas, pero reconoció que aún queda trabajo por hacer en el ámbito religioso para evitar que los ciudadanos chinos piensen que la Iglesia no acepta su cultura o valores, o que depende de otra potencia extranjera.
Además, el papa Francisco fue consultado sobre sus recientes comentarios en los que elogiaba el pasado imperial de Rusia, lo que causó la ira de los católicos de Ucrania.
A pesar de la invasión rusa a Ucrania, el papa ha mantenido la neutralidad diplomática del Vaticano y no ha condenado al Kremlin ni al presidente ruso Vladimir Putin.
En una videoconferencia con jóvenes católicos rusos en San Petersburgo, el papa hizo referencia a los gobernantes imperiales de Rusia, Carlos el Grande y Catalina II, lo que fue interpretado como un recordatorio del pasado imperial sangriento de Rusia y un apoyo a la agresión actual de Moscú en Ucrania.
El papa reconoció que su referencia a los líderes imperiales no fue feliz, pero argumentó que quería resaltar la importancia de que los jóvenes abracen su herencia y cultura.
Estos comentarios del papa Francisco reflejan su admiración por la cultura rusa, que ha mencionado en varias ocasiones.
El papa cita frecuentemente a Dostoievski como uno de sus autores favoritos y durante su viaje a Mongolia recomendó a los periodistas que escucharan la música de Alexander Borodin para comprender mejor la inmensidad de la región.
Aunque el papa Francisco, de 86 años, pareció resistir bien la visita a Mongolia, admitió que los viajes le resultan cada vez más difíciles.