Petro también quiere una Asamblea Constituyente

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El sábado 17 de marzo, después de que el Congreso de la República rechazara varios de sus proyectos, el presidente de Colombia amenazó con convocar una Asamblea Constituyente. Siguiendo el camino de líderes como Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, busca establecer una forma de permanencia indefinida en el poder. Sin embargo, se enfrenta a un sistema político que, a pesar de sus fallas, ha demostrado gran fortaleza y ha superado difíciles pruebas.

Es curioso, pero real. Gustavo Petro, un político experimentado que conoce bien Colombia, ignora la esencia republicana de la Constitución. Piensa y expone públicamente que el Congreso está obligado a aprobar los proyectos del Ejecutivo, sin tener en cuenta que el Poder Legislativo es independiente y tiene la responsabilidad de reformar la Constitución, hacer leyes y ejercer control político sobre el gobierno. Además, muestra una inclinación autocrática, característica de aquellos líderes que se creen llamados a ejercer el poder indefinidamente. No están dispuestos a cederlo, ni siquiera a sus aliados. Este tipo de líderes abundan en América Latina y en otros lugares del mundo.

Gustavo Petro debería saber que ambas ramas del poder tienen el mismo origen: la voluntad popular expresada en el sufragio directo. Ambos fueron elegidos con pocos años de diferencia, uno para gobernar y administrar y otro para legislar, controlar y hacer reformas constitucionales. La democracia moderna comenzó con la aparición de parlamentos, donde se integraron representantes de nuevas clases sociales y de las ciudades para autorizar ciertos actos del monarca, creando un contrapoder. Reducir ahora los parlamentos a simples «asambleas de aplausos» fortalecería la autocracia y no tendría sentido mantener su existencia.

Además, Gustavo Petro pretende ignorar la esencia del poder constituyente. No es una fuerza que se manifieste todos los días, sino que se convoca cuando se necesitan cambios fundamentales en la vida de la nación. No es un árbitro para resolver las discrepancias entre los poderes ejecutivo y legislativo, esa función generalmente se confía al Poder Judicial. El poder constituyente es soberano y se recurre a él para adelantar cambios profundos en la organización política, social y económica del país. No debe ser utilizado para satisfacer caprichos o ambiciones de gobernantes.

Con frecuencia, aquellos que ejercen el poder utilizan el poder constituyente con fines distintos a los previstos en la teoría. En Venezuela, por ejemplo, Gómez reformó la Constitución en siete ocasiones para asegurar su permanencia en el poder. En Colombia, los textos constitucionales del siglo XIX legitimaron los triunfos de los grupos políticos. Para evitar modificaciones constantes, se establecen procedimientos especiales para la convocatoria del poder constituyente. En Colombia, la Constitución de 1991 estableció un proceso complejo con participación decisiva del Congreso. Será difícil para Gustavo Petro superar este obstáculo ya que sus opositores tienen mayoría en ambas cámaras. Además, enfrenta otra dificultad aún mayor: durante su campaña electoral, se comprometió a no convocar una asamblea constituyente, ¿puede ignorar esa promesa?

La inestabilidad política es una de las causas del atraso en América Latina. El crecimiento económico, necesario para mejorar las condiciones sociales y lograr un orden justo, requiere un ambiente de paz, seguridad, permanencia y continuidad. Los países desarrollados han entendido esto y han logrado periodos prolongados de estabilidad y prosperidad. En cambio, en América Latina, la inestabilidad política provoca cambios constantes en los gobiernos y los planes económicos y sociales, lo que dificulta la ejecución de programas a largo plazo.

Colombia vive sus contrastes y contradicciones, marcados por acciones y destinos. Su sociedad refleja su geografía, ubicada entre el Caribe y el Pacífico, los Andes y la selva amazónica. Su suelo fértil permite la agricultura y en sus ciudades se encuentran académicos, burgueses, artesanos y personas luchadoras. Todos han intentado hacer historia, a veces con proyectos comunes y otras veces con proyectos opuestos. Los conflictos armados han agravado los problemas del país, pero aún se busca la paz para la actividad creadora.

En Colombia, las instituciones funcionan. Gustavo Petro ganó las elecciones y su victoria fue reconocida. Sin embargo, no puede ignorar las normas constitucionales vigentes una vez en el poder. Los otros órganos del poder no están dispuestos a renunciar a sus atribuciones y, sobre todo, después de que los candidatos de la oposición ganaron las últimas elecciones regionales. Colombia necesita estabilidad y continuidad para lograr el crecimiento económico y el bienestar de su pueblo.