Joaquín Salvador Lavado nació el 17 de julio de 1932, hace exactamente nueve décadas. Admirado y querido por lectores y colegas, cada uno de sus pensamientos expresados en palabras hacían reir y pensar. Aquí, una buena muestra
Por Luciano Sáliche – Infobae
Todavía el mundo estaba sumergido en la pandemia aquella mañana del 30 de septiembre de 2020, ya casi mediodía, cuando Kuki Miller, histórica editora de Quino en Ediciones De la Flor, confirmó su muerte. Joaquín Salvador Lavado Tejón, ese era su verdadero nombre, tenía 88 años. En las redes, la despedida duró varios días porque sus viñetas volvieron a virilizarse. Siempre aparecía alguna nueva que sorprendía, que hacía pensar, que hacía reír y que emocionaba.
En aquel entonces, durante una entrevista telefónica con Infobae Cultura, el ilustrador Pablo Bernasconi contó: “Lo sentí como la partida de un ser querido y hasta más que un familiar: alguien que representa tantas cosas y es tan fundacional en el crecimiento intelectual y emotivo de una persona”. De alguna manera, un país entero le decía adiós a uno de sus grandes artistas. Si hoy estuviera vivo, estaríamos celebrando su cumpleaños número 90.
Quiso el destino que se diera así: Quino esperó a que Mafalda cumpliera años para luego, al día siguiente, morir en paz. El 29 de septiembre de 1964 se publicó por primera vez en la revista Primera Plana una tira con su personaje emblemático, que fue creciendo poco a poco hasta volverse el más popular, el más masivo. El filósofo italiano Umberto Eco dijo que era “el personaje de los años setenta”, “una verdadera heroína ‘rebelde’, que rechaza el mundo tal cual es”.
Pero más allá de sus creaciones, Quino fue uno de esos artistas que en cada conversación, en cada entrevista, en cada intervención pública, dejaba algo. Ese algo eran siempre buenas ideas. Con lucidez, sentido del humor e inteligencia llegaba a zonas profundas con la facilidad de un chiste. Dentro y fuera de las páginas era un genio. A continuación, algunas de esas frases que abren la puerta de un mundo entero.
“¡Paren el mundo que me quiero bajar!”
“Nunca hice otra cosa que dibujar, ni sé hacerlo, bueno sí: ir al cine, beber buen vino y escuchar música. Pero nunca pensé en otra cosa que en dibujar”.
“Nunca me consideré otra cosa que un obrero del dibujo”.
“El humor sirve para poner en evidencia las cosas absurdas que hacemos los seres humanos”.
“Es curioso, uno cierra los ojos y el mundo desaparece”.
“El problema es que hay más gente interesada que gente interesante”.
“Lo ideal sería tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Así pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría”.
“Sí, ya sé, hay más problemólogos que solucionólogos. Pero ¿qué vamos a hacerle?”
“Yo diría que nos pusiéramos todos contentos sin preguntar por qué”.
“¿Por dónde hay que empujar a este país para llevarlo adelante?”
“Y al final, ¿cómo es la cosa? ¿Uno lleva la vida por delante o la vida se lleva por delante a uno?”
“Si no hacés cosas estúpidas cuando eres joven no tienes nada de que sonreír cuando estás viejo”.
“Como siempre, apenas uno pone los pies en la tierra, se acaba la diversión”.
“Ya que amarnos los unos a los otros no resulta, ¿por qué no probamos amarnos los otros a los unos?”
“A medio mundo le gustan los perros; y hasta el día de hoy nadie saber que quiere decir guau”.
“A fin de cuentas, la humanidad no es nada más que un sándwich de carne entre el cielo y la tierra”.
“Dicen que el hombre es un animal de costumbres, más bien de costumbre el hombre es un animal”.
“¿Y si en vez de planear tanto voláramos un poco más alto?”
“Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo Importante”.
“Algunos me aman por ser como soy, otros me odian por la misma razón, pero yo vine a esta vida a tratar de ser feliz. ¡No a complacer a nadie!”