“Rechazar la democracia liberal lleva a la dictadura”, le advirtió Petro a Maduro

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El avión militar de la fuerza aérea colombiana alcanza velocidad de crucero a 40.000 pies de altura. Un cielo nublado cubre el horizonte como una sábana sucia. “¿En qué parte del mundo estamos?”, pregunta Gustavo Petro echando un vistazo por la ventanilla. Uno de sus asesores le informa de que cruza Grecia en este preciso momento. “Nunca he estado”, afirma mientras se ajusta las gafas. Y seguramente no lo hará en un buen tiempo, tiene la agenda llena.

Por Juan Diego Quesada | El País

El presidente de Colombia cumple 100 días de vértigo en el Gobierno. Ha dejado casi lista una reforma fiscal que a su antecesor le costó una revuelta popular, empuja para forzar una transición en Venezuela con un acercamiento ambiguo a Nicolás Maduro y ha conseguido sentar a los guerrilleros del ELN en una mesa de paz. En el corto plazo, sin embargo, se vislumbran dificultades económicas y acuerdos nada sencillos de concretar con grupos de narcotraficantes a los que ha propuesto una especie de amnistía. Pero nada de esto parece turbarle en estos momentos, después de abandonar Sharm el Sheij, donde ha participado en la COP27. Aterrizará después en París, donde se alineará con el presidente Emmanuel Macron para convencer a Maduro de fijar una fecha para celebrar unas elecciones presidenciales. Mientras todo esto bulle en su cabeza, almuerza una hamburguesa doble de Mcdonald’s auxiliado por un cuchillo y un tenedor.

Pregunta. ¿Cómo valora sus 100 primeros días? ¿Se los imaginaba así?

Respuesta. Ha sido más suave de lo que pensaba. He logrado cosas difíciles. La mayoría parlamentaria, la aprobación de proyectos fuertes. La reforma tributaria está a punto de aprobarse. Hay una defensa en mi Gobierno de la ciudadanía, del medio ambiente. La ley de paz, que permite jurídicamente asumir negociaciones -con guerrilleros y narcos-. Y los niveles de aceptación del Gobierno siguen siendo altos. Hay nubarrones económicos, claro. La caída del peso debería ponernos en una expectativa exportadora, que es lo lógico, pero no tenemos aparato productivo. Tenemos una economía petrolera anquilosada.

P. ¿A qué pactos ha llegado con Maduro?

R. No hay pactos secretos. El tema de la frontera va más lento de lo que creía. Durante los años en los que no tuvimos relaciones Colombia y Venezuela, un tiempo de vacío estatal, se creó un poder mafioso sobre el comercio, con una capacidad enorme de destrucción de la población que tenía que transitar de un lado a otro. Al abrirla ahora, nos toca chocar con ese tipo de estructuras criminales.

P. ¿Y tiene usted la capacidad militar suficiente para enfrentarlas?

R. Sí, y más si nos coordinamos con Venezuela. Lo que pasa es que eso nos demora tener normalidad entre los países. Yo propuse la entrada de Venezuela al —y fue el tema de mi conversación personal con él— aceptar que la democracia liberal es parte de la agenda progresista en América Latina.

P. ¿Fue osado hablarle a Maduro en persona de democracia liberal durante su visita a Caracas?

R. Sí. Si uno mira los últimos triunfos electorales, el de Boric, el de Lula, el mío, hay un cambio en América Latina. Es el triunfo de grandes frentes democráticos, es la izquierda frente al fascismo. Rechazar la democracia liberal lleva hacia dictaduras y autoritarismos como se vienen presentando en algunos países de América Latina.

P. ¿Se refiere a Venezuela?

R. (Risas). Me refiero a países autoritarios en América Latina en general. Defender la democracia liberal me parece que es importante para toda América Latina y para Venezuela. ¿Es difícil? Es muy difícil. Porque siempre está en el ambiente la destrucción física. Nuestras derechas no son democráticas. Una vez las derechas se hacen el poder, matan. Ese es el gran temor que hay en Venezuela.

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