Marlon Bermúdez, un jubilado de 59 años que trabajó durante tres décadas en la refinería más grande de Venezuela, se encuentra en una situación desesperada. Junto a otros jubilados petroleros, ha decidido declararse en huelga de hambre para exigir el pago de los ahorros que destinaron para su vejez.
Estos jubilados formaban parte de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y durante años contribuyeron con el 3% de sus ingresos mensuales a un fondo de ahorros, con la esperanza de asegurarse una vejez digna. Sin embargo, la realidad es muy diferente. Actualmente, más de 37,000 jubilados de PDVSA están sufriendo las consecuencias del colapso de esta compañía estatal, que se ha visto involucrada en múltiples casos de corrupción.
En la época dorada de la industria petrolera en Venezuela, los trabajadores petroleros disfrutaban de altos salarios, lujos y beneficios como seguros médicos ilimitados y jubilaciones privilegiadas. Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente. Cada jubilado debería recibir alrededor de $660 al mes como resultado de los intereses generados por el fondo de jubilación al que cotizaron, pero solo están recibiendo $180.
Marlon Bermúdez protesta indignado, afirmando que ese dinero les pertenece y que no son una carga para la compañía. La producción petrolera en Venezuela ha disminuido considerablemente en los últimos años, pasando de tres millones de barriles por día a tan solo 700,000. Esto ha afectado gravemente las finanzas de PDVSA, que ahora alega no tener suficiente dinero para pagar a sus jubilados.
Otros jubilados como Rodolfo Hernández, de 67 años, se han sumado a la huelga de hambre con la esperanza de poder disfrutar de los ahorros acumulados durante décadas de trabajo en la región de Zulia, donde comenzó la explotación petrolera en Venezuela. Sin embargo, se sienten decepcionados y lamentan el destino de una empresa que alguna vez fue una de las más importantes del mundo.
A pesar de las protestas y las huelgas de hambre, las negociaciones con funcionarios de PDVSA han sido infructuosas. Alegan que la compañía no tiene suficiente dinero para pagar los fondos de pensión adeudados. Los jubilados están indignados y se preguntan cómo es posible que no haya suficiente dinero cuando hay evidencia de corrupción y altos funcionarios han sido detenidos por malversación de fondos.
El fondo de jubilación también ha sido víctima de la corrupción. Según Iván Freites, un sindicalista petrolero en el exilio, fue saqueado y robado en 2014. Esta situación ha dejado a los jubilados en una situación desesperada, como Wilfredo Molina, de 65 años, quien viajó más de 600 kilómetros para unirse a la huelga de hambre. Describen su vida actual como muy difícil y están dispuestos a luchar por lo que les corresponde.
Marlon Bermúdez, quien trabajó en el Complejo Refinador de Paraguaná (CRP), uno de los más grandes del mundo, ahora se encuentra vendiendo su casa para poder sobrevivir. A pesar de haber trabajado arduamente para adquirir una casa grande, se ve obligado a venderla a un precio muy por debajo de su valor para poder comprar una más pequeña y tener algo de dinero para vivir.
Este grupo de jubilados de PDVSA no se considera traidor a la patria ni terroristas. Simplemente están exigiendo al gobierno que les devuelva lo que es suyo y que les fue arrebatado. La triste realidad es que estos jubilados, que dedicaron sus vidas a una industria que alguna vez fue próspera, ahora se encuentran luchando para sobrevivir y reclamando justicia.
Tienen todo el derecho a exigir lo que les pertenece. El problema es que ese fondo no existe; se lo robaron y ahora les dan migajas cuando quieren y como pueden. Entiendo su dolor y que dios les de esperanza y un nuevo amanecer.
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