En Venezuela, el antiguo paraíso del petróleo, Maracaibo, se volvió símbolo de la caída de un país entero. Esta ciudad, la segunda de Venezuela, era la más moderna cuando la producción petrolera era próspera. Pero hoy con la grave crisis económica, Maracaibo parece ser la ciudad más impactada por los cortes eléctricos, la falta de agua y de gasolina, y la hiperinflación. Una ciudad a la deriva cuyos habitantes caen en la miseria.
Un reportaje de Benjamin Delille para Radio Francia Internacional / RFI
El sol acaba de ponerse detrás de las grandes torres de Maracaibo. Desde el balcón de su apartamento, en el tercer piso de su edificio, María Carolina observa la oscuridad caer sobre su municipio. “Desde las 2:41 de la tarde, está suspendido el servicio eléctrico. Todos los días nos pasa. Quizás un día del fin de semana puede que nos respeten y tengamos 24 horas continuas del servicio eléctrico”, denuncia.
María Carolina tiene gotas de sudor en la frente. En Maracaibo, la temperatura sube hasta los 40 grados en el día y las noches son intensas. Sin electricidad, no hay manera de refrescarse. Y con electricidad, cada día es mas difícil, lamenta esta madre joven. “Tengo tres aires quemados, tengo un microonda quemado, tengo computadoras quemadas por la misma problemática de la electricidad. Porque cuando retorna el servicio eléctrico, la sobrecarga con la que viene la electricidad te quema hacia los protectores”, explica.
Desde los grandes cortes nacionales del mes de marzo, que pusieron toda Venezuela en la oscuridad, el Estado Zulia, donde se encuentra Maracaibo, es el más afectado por la crisis eléctrica. Las autoridades han impuesto un racionamiento forzado que deja sin luz a muchos lugares de la ciudad entre tres y doce horas por día. Es mucho más que en otras ciudades del país, y especialmente que en la capital, Caracas.
¿Por qué esta región del Noroeste está siendo tan fuertemente impactada? “El Estado Zulia es la cola del sistema eléctrico», explica bajo anonimato un ex funcionario de Corpoelec, la compañía nacional de electricidad. «Lo único que está funcionando en un porcentaje muy pequeño son máquinas hidroeléctricas que vienen del Guri. Maracaibo, el Zulia, tiene una demanda de cerca de 2.000 megavatios. De los 10.000 megavatios que se producen en el Guri, Caracas consume actualmente unos 2.000, entonces quedan 8.000 megavatios para distribuirlos en el resto de los 23 Estados que quedan. Entonces al Zulia que queda al final, le envía unos 300-400 megavatios, entonces claro, el resto tienes que racionarlo”, precisa.
Escasez de agua y enfermedades
La crisis eléctrica es solo uno de los muchos desafíos que enfrenta Maracaibo. Cuando le preguntamos a Juan Berrios Ortigoza, de la Comisión de los Derechos Humanos del Estado Zulia (Codhez), cual es el principal problema, pues… No puede contestar. “ El principal problema? Bueno hay muchos problemas…”
Después de un rato, admite que el acceso al agua puede ser el mayor desafío para muchos maracuchos, como se les dice a los habitantes de Maracaibo. “Si promediamos un poco la experiencia de toda la ciudad, los habitantes que reciben agua por tubería están entre los 20 y 25 días de suministro por a penas 12-24 horas. Pero ciertos sectores no reciben agua desde hace un año, seis meses o tres meses.”
En zonas de Los Haticos, un barrio del Sur de Maracaibo, los habitantes buscan maneras de encontrar agua. En las calles vacías por el calor sofocante, se ven mangueras conectadas unas a otras con cinta adhesiva, y que van de casa en casa. Maria vive en una de ellas.
“Esta tubería viene de allá de la Uno, son más de 50 metros de tubería que podemos ver aquí. Con esto nos surtimos esta calle y la otra que tu ves allá. Pero el barrio completo no se surte de agua.”
El agua que llega está muy sucia, pero por lo menos llega. El resto del barrio tiene que buscar otras soluciones. Mercedes por ejemplo vive demasiado lejos para acceder al sistema de las mangueras. “Por acá hemos aprovechado las lluvias para dotarnos de agua. Yo arrimo los tanques y de allí, cuando el agua cae de los techos, con esa agua subsistimos.”
Pero según María, esta técnica no es muy segura. Primero porque la temporada seca está empezando y los tanques van a vaciarse rápidamente. Segundo, porque atrae a los zancudos. “Son pozos donde el agua permanece mucho tiempo y hay dengue, difteria… Todas estas enfermedades que antes habían desaparecido, ahora están. En mi calle, hay cincos niños ahorita con dengue.”
Un hospital casi en ruinas
La enfermedad más común en estos barrios, debido a la falta de agua, es la escabiosis (la sarna). Orlando Chacón, un joven militante de la oposición en Los Haticos, asegura que los casos se multiplican. “Por el costo que tiene ahorita un jabón o un producto de higiene personal, la gente no los está comprando. Cuando se bañan con esta agua y no se hecha jabón, la piel se va deteriorando y va llegando la bacteria.”
El padre de María, Omar, contrajo escabiosis hace unas semanas. Su cara y sus brazos están llenos de cicatrices y forúnculos. “A mi me dijeron que era el mismo calor, y puede ser el agua también. Me salen ronchas. Me da mucha comezón.”
Este hombre no cuenta con los ingresos necesarios para comprarse las medicinas adecuadas. Ese es otro desafío mayor de estas comunidades: el acceso a la salud. El hospital más cercano está casi en ruinas. Un joven murió recientemente por no poder ser atendido para una operación.
“Para poder operarlo, tuvimos que llevar cinco litros de agua, más los insumos salían en total 300 dólares, sin contar los antibióticos», cuenta María. «Cuando compramos todo, igualito no lo operaron porque no tenían pabellón disponible, porque el pabellón no tenía aire”, prosigue.
Todos los hospitales de la ciudad enfrentan los mismos problemas. Para entrar, hay que pretender ser paciente porque militares vigilan de día y de noche quien entra y sale. En el Hospital Central, uno de los mejores de la ciudad, las paredes están llenas de fisuras y huecos. Los pacientes deambulan en corredores sucios y en las habitaciones solo hay una pequeña cama y un lavabo que ya no funciona. Un medico acepta hablarnos con la condición de no dar su nombre.
“Aquí no hay agua, la luz es intermitente, no hay medicamentos, los pacientes compran los medicamentos. Insumos médicos también, mínimo. Aquí no tenemos rayos X desde hace cuatro años”, relata. A pesar de su desesperación frente a la crisis en su hospital, el profesional no quiere abandonar su puesto.
“Yo pensé alguna vez ir a trabajar con Médicos Sin Frontera o con la Cruz Roja internacional. Pero ya estando aquí, me doy cuenta que estamos en las mismas condiciones que en un hospital africano.”
Y no es el dinero lo que lo motiva: cobra un poco más del salario mínimo mensual que equivale más o menos a diez euros. Si puede seguir trabajando, asegura, es por pura pasión y gracias a su familia. “Me mantienen. Yo estoy aquí gracias a una tía y un tío que afortunadamente todavía tienen trabajo y me garantizan comida y vivienda.”
Las remesas o el hambre
No son muchos los Maracuchos los que pueden vivir de su salario. La mayoría depende de las remesas enviadas por sus familiares desde el exterior. Sin esto muchos no podrían sobrevivir en la que ahora es la ciudad más cara de Venezuela… A pesar de ser también la más miserable. Una situación paradójica que Ezio Angelini, el presidente de la cámara de comercio local, explica así: “esto se ve porque somos Estado fronterizo, por los costos de traer la mercancía de afuera, de Colombia».
«Se habla de que más del 60% de los productos que hoy conseguimos en el supermercado son colombianos. El ejemplo más grave son las medicinas. Si tu vas a una farmacia, el 70% de los productos de la farmacia son colombianos. Si nosotros no tenemos productos colombianos, no nos curamos, no resolvemos”, asevera.
Entonces toda la ciudad vive del contrabando con Colombia, que está a solo dos horas de aquí. El resultado es que la inflación de Maracaibo es más alta que en el resto del país porque el Bolívar está siendo reemplazado por las divisas extranjeras.
“Esta dolarizada la economía en más de un 90%. No es que te dan un billete sino que está dolarizado. Quiere decir que si tu compras hoy algo, un café, pagas un dólar a la tasa de cambio del día. Es la única forma que tiene el negocio para reponer inventario, para controlar la inflación, para poder sobrevivir”, aclara Angelini.
En el centro de la ciudad, el mercado de las Pulgas, que era antes uno de los mayores de América Latina, es ahora el lugar donde se venden en negro todos los productos de Colombia. Los antiguos locales están cerrados y todo se vende sobre mesas en la calle, donde no se cuenta con la refrigeración necesaria para alimentos como la carne. La gran mayoría de los comerciantes aquí tienen otro trabajo para llegar a fin de mes, como Cesar Villegas, un carnicero. «Yo trabajo con una empresa de seguridad. Y mira, yo tengo que defenderme. Porque uno solo no me va”, cuenta.
Días buscando comida
Pero no todos logran multiplicar los empleos para sumar un salario que les permita comer. Si no tienen familia afuera, que les envíen remesas, pasan mucha hambre, como nos explica Juan Berrios Ortigoza, de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Zulia. “Uno de cada cuatro hogares de la ciudad no desayuna, tres de cada diez hogares de la ciudad no cena. En el desayuno y en la cena básicamente lo que se consume es arepa y queso. Y en el almuerzo se consume sobretodo de arroz y pasta”, denuncia.
En el barrio popular de Milagro Norte, la malnutrición se extiende cada día. Glenny pasa sus días buscando comida para ella y sus hijos. “Yo los dejo a ellos aquí para buscar por allí, para allá lejos. Mi mamá también busca. Y comemos ya tarde pues, a la tres-cuatro de la tarde. Sino en la noche… Entonces él grita, llora, porque tiene hambre. No desayuna, nunca desayuna.”
Su hijo mayor es tan flaco que casi no se percibe la piel que cubre sus huesos… Parece adolescente y su hermana tener menos de diez años. Pero es una ilusión, debido a la malnutrición. “Miguel tiene 28 años, Anariza tiene 16. Les falta vitamina también. Ellos no eran así, ellos eran gordos”, relata Glenny.
El lejano pasado petrolero de Maracaibo
Cuando preguntamos a los actores de la ciudad cual es la razón de tanta miseria, todos miran hacia el lago y los pozos petroleros. La mayoría están hoy abandonados y todos recuerdan con nostalgia la época en la que ayudaron a forjar una de las ciudades más modernas de Venezuela.
“Maracaibo llegaba a producir 1,5 millones de barriles diarios», recuerda Ezio Angelini, de la Cámara de Comercio. «Nosotros somos una ciudad netamente petrolera, hay que reconocerlo. El turismo de nosotros era un turismo petrolero. Y la producción empezó a bajar, a bajar, y creo que en este momento esta alrededor de 250.000 barriles diarios. Ó sea se generó un desastre total.”
Un desastre que se nota en la periferia industrial de Maracaibo donde se encuentran las centrales termoeléctricas abandonadas y también las instalaciones petroleras que siguen funcionando con lo mínimo. Dentro de su carro, una periodista local nos comenta la situación de la principal refinería del Estado Zulia: «aparentemente está como en un 30-35% operativa, según lo que he escuchado decir. Pero se ve además en estado de casi abandono. La industria se ve oxidada. Esta es una de las principales refinerías del país y fíjate en que estado está.”
Tristemente para los Maracuchos y todos los Venezolanos, no se espera ninguna mejora en los próximos tiempos. Las industrias del petróleo y de la electricidad han colapsado. El ex funcionario de Corpoelec, que habla bajo anonimato, asegura que el Estado venezolano no tiene los recursos para rescatarlas. Además, añade que los ingenieros que podrían repararlas prefieren no trabajar para el gobierno.
“Hay muchos profesionales que se han ido de Corpoelec primero por los bajos salarios que tienen, segundo por el temor que te pongan preso porque si estás en un cargo de cierta relevancia, te van a acusar de cualquier cosa que ocurre en el sistema», explica. «Tengo un amigo allí que tiene prohibición de salida del país por el apagón que ocurrió, donde a él se le acuso de ser golpista. Entonces nadie quiere estar en estos puestos porque inmediatamente vas a estar acusado de que hiciste sabotaje.”
El futuro de Maracaibo parece oscuro, como sus calles de noche, o sus costas llenas del petróleo que antes eran la riqueza de todo un país.