La economía venezolana se recupera, pero en forma desigual para los distintos sectores del país. Factores como la alta inflación y la escasez de crédito, limitan la actividad de aquellas áreas que apuntalaron el crecimiento del PIB en 2022. El consumo privado, gran dinamizador de la actividad económica, presentó una desaceleración entre junio y agosto
Los sectores que apuntalan el rebote de la economía en 2022 son pocos y tienen limitantes para seguir su crecimiento. Por otra parte, se presenta una saturación de algunos negocios comerciales que ofrecieron una sensación de prosperidad en el país.
Es, en este sentido, que sectores como el de salud, alimentos, comercio, cuidado personal, tecnología, servicios profesionales, inmobiliario, químico y el de fintech generaron en los últimos dos años un impacto en la actividad económica, la cual se ve reflejada en 2022 con el rebote del primer semestre. Sin embargo, analistas consideran que ya llegaron a un techo debido a que diferentes factores le impiden seguir desarrollándose, mientras que otras áreas aún luchan por incrementar sus operaciones.
Calixto Ortega, presidente del Banco Central de Venezuela (BCV), dijo recientemente que el producto interno bruto (PIB) cerró el primer trimestre de este año en 17,05%; mientras que la estimación para el segundo trimestre es de 18,7%. Estos resultados son considerados una excelente noticia, pero aún es insuficiente para recuperar una economía que perdió casi 80% de su tamaño.
«Venezuela tiene una economía con problemas estructurales profundos. El más importante de ellos es el vinculado a servicios públicos como electricidad, agua y transporte que, sin resolverse de fondo, impiden la capacidad de que el crecimiento sea mayor», señaló el economista y director de la consultora Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros.
Resaltó que la economía venezolana es del tamaño similar a la de Paraguay y Bolivia, además de un producto interno bruto per cápita por debajo de Nicaragua. «En 10 años fue desplazada su economía y se parece más a la de un país centroamericano que suramericano», dijo Oliveros.
Para el economista y profesor del IESA José Manuel Puente hay serias dudas sobre la sostenibilidad y equidad del crecimiento en los diferentes sectores de la economía, y aunque la actividad se recuperó en la primera parte del año en dos dígitos, en este segundo semestre se observan moderaciones en la tasa.
«Hay dudas sobre la calidad de ese crecimiento, ya que muchos sectores están llegando a un techo, pero también otros sectores claves de la economía que son generadores de empleo y riqueza no se han reactivado, como es el caso de la construcción, manufactura, producción agrícola, agroindustrial y sobre todo el sector exportador», indicó.
Explicó Puente que el sector transable no se ha reactivado, es decir, el de mayor transformación económica y generador de recursos en moneda nacional y extranjera sigue estancado, y en consecuencia el país mantiene recursos bajos en divisas y en moneda nacional.
Leonardo Vera, economista, coincide en que a raíz de la apertura comercial que tuvo Venezuela en los últimos tres años, aproximadamente, el país pudo aumentar la importación de bienes de consumo final y hubo una inversión mayor en los establecimientos de venta de productos al detal. Sin embargo, cree que esa «sensación de bonanza un poco miope» con la proliferación de comercios como los bodegones y los restaurantes, derivó luego en el cierre de negocios o cambio de ramos debido a la saturación del mercado y a la competencia.
«Para la demanda que hay en el país quizás hubo una sobreinversión en establecimientos de bienes de consumo al detal. Al tiempo que el mercado actual que no es muy grande y hay muchos compitiendo en el mismo ramo. No obstante, no necesariamente esto significa que la economía se esté enfriando, sino que se generó una expectativa de bonanza y de tamaño de mercado que al final no concuerda con la realidad», explicó.
Recordó Vera que Venezuela sigue siendo un país con un ingreso per cápita muy bajo y con muchas desigualdades, por lo que aún es un mercado muy estrecho y donde es mínimo el porcentaje de la población que puede ampliar su presupuesto en otros gastos que no sean alimentos básicos y salud.
Un dato significativo es que esa desigualdad en el crecimiento económico en el país se observa en la forma en que se recupera la actividad en algunas regiones: ciudades como Araure en Portuguesa, Maracaibo en Zulia, Lechería en Carabobo y Caracas la capital venezolana tienen un mayor aporte a la recuperación; mientras que el resto del país continúa intentando levantarse.
¿Hacia dónde va la economía venezolana?
Entre los factores que aún limitan el crecimiento de los distintos sectores económicos, resalta el financiamiento bancario. Asdrúbal Oliveros reiteró que el sector privado necesita financiamiento de alrededor de 6.000 millones de dólares y la banca le está otorgando solo 500 millones de dólares, menos del 10% de lo que el sector privado necesita, por lo que considera «es una tremenda restricción» a la capacidad de crecer.
«Venezuela es un país que se quedó sin mercado de crédito, ya que las empresas o las unidades productivas están trabando prácticamente sin financiamiento bancario debido al achicamiento del sector financiero por la hiperinflación y controles a través del encaje legal», explicó.
Leonardo Vera indicó, al respecto, que muchos sectores dependen mucho del crédito bancario como el sector agrícola y el agroindustrial, por lo que a pesar de la mejora que generó el levantamiento del control de precios y de cambio, siguen requiriendo de otros incentivos como el de la disponibilidad de combustible, agroquímicos e insumos, así como seguridad.
«La banca crece poco y lo hace a medida que las captaciones se lo permitan, pero la intermediación financiera no crece debido a que el actual encaje legal le congela una buena parte de sus disponibilidades. Que en Venezuela el crédito esté casi muerto afecta no solo al sector agrícola sino también a la construcción y a la manufactura», apuntó Vera.
Con relación al área petrolera, esta no ha tenido una evolución importante de la producción (rubro que sigue siendo el corazón de la economía al contar con la reserva de petróleo más grande del mundo). Sin embargo, en lo que va de 2022 se mantiene en los mismos niveles. «No nos damos cuenta que hay un estancamiento», señaló Oliveros.
El sector petrolero aún no impacta positivamente en la economía en general, a pesar de una mejora de sus ingresos debido al alza de los precios del crudo en el mercado internacional con respecto a 2021. No obstante, esta producción no ha podido superar el techo de los 714.000 barriles diarios que tuvo en el período.
Vera sostiene que en 2022 se esperaba una reanimación porque ya la economía no estaba siendo afectada por algunos factores como la cuarentena por la covid-19,, que se implementó en 2020 y 2021 y que generó una caída de la actividad. «Ahora, el segundo semestre en realidad es difícil saber a ciencia cierta su proyección debido a la falta de información oficial, y lo único que tenemos es la producción petrolera de la OPEP. En este sentido, no vemos un mayor repunte ni se consolidó esa expectativa de que Venezuela llegaría al millón de barriles diarios ni mucho a los dos millones».
Considera que en la actividad petrolera se va a observar una desaceleración en la segunda parte del año, porque ya se observan datos de ello con la información de julio y agosto, cuando la producción se mantuvo en la banda de entre 600.000 a 700.000 b/d. «Muy similar a la banda que se tuvo el año pasado».
Baja el consumo
Los problemas de escasez de bienes que fueron graves hace unos pocos años atrás (2014 al 2019), dieron paso a un encarecimiento muy importante de los productos debido a la liberación de los controles de precios y de cambio, así como a la dolarización de facto permitidos por la administración de Nicolás Maduro.
Este incremento de los precios (Venezuela salió de la hiperinflación pero sigue estando entre los cinco países con mayor tasa de inflación en el mundo) afectó a uno de los grandes dinamizadores de la actividad económica: el consumo privado.
Asdrúbal Oliveros detalla que hasta julio se tuvo dos momentos claves en el comportamiento del consumo de los venezolanos. «En los primeros meses de 2022 hubo un impulso fuerte del consumo, mostró un crecimiento elevado con respecto al primer cuatrimestre de 2021. Sin embargo, luego se desaceleró en junio y julio cuando se observa una baja importante y crece mas lentamente que en la primera parte del año», dijo.
Por otra parte, señaló que ahora más que nunca el precio de los bienes y servicios es la variable fundamental en la decisión de compra, los venezolanos están buscando precios competitivos, es decir, bajos pero de calidad.
Oliveros indicó que el incremento registrado deja por fuera alrededor de la mitad de la población «que está en el chasis (…) Hoy sus ingresos son menores a 100 dólares y el 56% de los venezolanos dice que sus ingresos los destina al consumo de alimentos, el 13,5% a la salud y pago de tratamientos médicos y el 8% al pago de la gasolina».
La consultora Ecoanalítica estima, no obstante, un crecimiento del consumo privado en 10% para el cierre del 2022. «Está por arrancar el último trimestre del año y tradicionalmente es de mayor actividad y de consumo en Venezuela», recordó Oliveros.
Economía
El economista Leonardo Vera señaló que las remuneraciones en dólares sirvieron como una palanca de reactivación para el consumo, pero que ya no está creciendo a la misma velocidad que lo hizo anteriormente. Según las cifras del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) estos ingresos se mantienen en un promedio de 105 a 125 dólares.
«No vemos un alza significativa de las remuneraciones y tampoco del consumo para este segundo semestre. Creo que por un buen tiempo el consumo de la canasta de los venezolanos estará destinado a la compra de alimentos y medicinas».
José Manuel Puente resaltó que en términos reales de los salarios en dólares, entre mayo y julio se estancaron luego de haber subido en los primeros meses del año. Eso significa que hubo una disminución de los ingresos, lo que considera «un mal indicador», sobre todo porque Venezuela viene de siete años de recesión, de una hiperinflación de tres años y de tener los salarios promedio y mínimo más bajos de América Latina.
«Por primera vez en la historia, los salarios de los venezolanos son más bajos que los de Haití, Honduras y Cuba. Para que los salarios puedan aumentar de manera robusta debe haber crecimiento en cantidad y calidad, así como mejoras en la productividad. Hace 20 años, Venezuela se mantuvo en lo más alto de la escala del salario promedio en retorno a los 300 a 350 dólares, hoy estamos muy lejos de eso», afirmó.
Recordó Puente que la inflación sigue siendo alta y hubo un repunte en agosto. «Venezuela no solo tiene una moderación de su ritmo de crecimiento sino que sigue teniendo la inflación más alta del mundo concentrada en rubros como alimentos, calzado y vestido, restaurantes, es decir, rubros que son clave para los patrones de consumo de la población, especialmente de los más humildes o de menores ingresos».
A su juicio, todo este panorama es lo que «nos dice que Venezuela no se ha arreglado ni se va a arreglar durante un buen tiempo, hasta tanto no se dé una decisión política de instrumentar un programa de ajuste o de reformas; luego, diseñar un plan de cambio estructural con el que se logre encender tres, cuatro o cinco motores que diversifiquen la economía y no sea dependiente del petróleo».