«SÚPER BIGOTE» Psicólogos condenan la politización con caricaturas en Venezuela

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Las críticas habían empezado con la inclusión de la Colección Bicentenaria a la escolaridad, pero en esta oportunidad los especialistas vuelven a advertir los riesgos de la manipulación a los niños a través de la fijación de la imagen del presidente Nicolás Maduro como un salvador, valiéndose del estreno de la serie «Súper Bigote». Un contenido que analizan desde el mesianismo, cuando cuestionan los antivalores del primer mandatario nacional. Lo califican como un trabajo hacia el inconsciente, que busca calar en el imaginario y memoria de los niños y adolescentes.

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.

«Es una forma de manipulación, al asociar al Gobierno autoritario con un personaje histórico reconocido como salvador de la Tierra», señala el psiquiatra Marco Tulio Mendoza, sobre ese primer capítulo que fue transmitido a comienzo de diciembre por Venezolana de Televisión y estuvo inspirado en la crisis energética de 2019. Lo asocian con Supermán jugando con los mismos colores, pero invertidos en el traje de rojo que identifica al oficialismo y capa azul. Otra simbología es a través de la mano de hierro, que denota esa fortaleza para enfrentarse a los enemigos y que la lista la encabeza el imperio norteamericano.

Explica que se juega con la sinergia de asociar a estos dos referenciales, para así blindar al jefe de Estado con todas las virtudes del legendario personaje de la década de los años 70. Una estrategia para calar en el imaginario y relacionarlo directamente.

También precisa esa otra lectura de elemento de distracción de la cotidianidad, cuando se busca llamar la atención de los adultos. «Sólo con replicar la información, ya empieza a causar un efecto. ¿Qué pasaría si no le pusiéramos cuidado?», advierte de ese riesgo de caer en el juego por replicar los efectos no sólo en niños, sino despertando la curiosidad en la población en general para ubicar este tipo de programación.

Los mensajes subliminales también figuran en esa lista de amenazas, tal como coincide el psicólogo, José Aranguren, al idealizar a través de un mensaje que se tiñe de los mismos colores de la serie original, además de acentuar ese concepto de salvador. «El inconsciente va descodificando desde rostros y caricaturas», resalta de esa esponja que pueden ser los niños en edades más tempranas.

Otra de las críticas se fundamenta de la intención de «resignificar la imagen de Maduro y todo el sistema». Así lo considera el padre Alfredo Infante, directivo del Centro Gumilla, al precisar que «replicar su información implica que no pasen desapercibidos. Ellos lanzan las carnadas». Todo con la utilización de medios del Estado, a través de dicha televisora.

Tras esa idealización, también identifica que la autoridad se vale del mesianismo, desde la tentación del superhéroe que traslada al siglo XX. «Es un imaginario mesiánico, que plantea la llegada del salvador. Se capitaliza la imaginación infantil desde un proyecto ideológico, pero olvidando las diferencias entre los personajes», aclara Infante.

Pero ese espejismo es recordado por el sociólogo, Carlos Meléndez, al precisar las realidades que sufren los niños y adolescentes que no se pueden resolver desde comiquitas. «Ellos viven entre diferentes problemas, como inseguridad alimentaria, desprotección, desempleo juvenil y hasta deserción escolar. Son realidades en las que se dedicaría un Gobierno democrático», replicó molesto, ante esa pretensión de responsabilizar a externos de fallas que llevan muchos años.

Una misión más del Gobierno, sin simpatía. Así lamentan cómo se lleva la política a series infantiles.